Sergio del Molino invoca a los fantasmas en su 'Atlas sentimental de la España vacía'

El escritor afincado en Zaragoza publica un muy personal libro de viajes con 32 historias de los territorios más despoblados del país, incluidos los de Aragón.

Sergio del Molino, fotografiado en su casa de Zaragoza
Sergio del Molino, fotografiado en su casa de Zaragoza
Guillermo Mestre

"Creo en los fantasmas, pertenecen al pasado, pero se aparecen en el presente", confiesa el escritor Sergio Del Molino, quien, en su último libro, 'Atlas sentimental de la España vacía', recupera un buen número de espectros que elige, como hace también con los lugares de los que se ocupa, según su capricho.

"El libro no quiere justificarse, busco divagar, encontrar sitios que solo tienen en común entre sí que son excéntricos, lejanos a la centralidad", relata, antes de reconocer que, "al final ha quedado un libro de viajes muy caprichoso, hecho de desvíos, que pierde el hilo continuamente. Ese tipo de libro caprichoso me encanta".

'Atlas sentimental de la España vacía', publicado por GeoPlaneta con ilustraciones de Ana Bustelo, "recoge 32 historias que nos transportan a las provincias que conforman la zona más despoblada de España", según informa la contraportada.

Pero en realidad, y aunque su título remita al territorio, el libro está centrado en buena medida en multitud de personajes, verdaderos protagonistas del texto. Así, Víctor Manuel, Adolfo Suárez o Félix Rodríguez de la Fuente figuran en sus páginas junto a otros menos conocidos, como el poeta republicano Pedro Garfias.

Y también Quevedo y Cervantes, o los maquis de la Guerra Civil, esa confrontación entre españoles que, más que las guerras carlistas, aunque estas también, está presente en el libro, que abunda en datos y narraciones de episodios históricos.

"Son historias que me han salido al paso, me las he encontrado, y a partir de esos descubrimientos surge el texto, no hay un método. Sí hay, claro, una documentación, de los personajes y de los sitios también. Cuando un lugar me interesa mucho, me informo de su historia, pero no es un trabajo sistemático", explica.

El propio autor, casi siempre un testigo marginal, se hace presente en ocasiones, como en el capítulo dedicado a Almazán (Soria) o, luego, hablando del Festival Viña Rock. "Aunque adopto la pose de narrador testigo, es inevitable aparecer, pero incluso cuando lo hago y las historias son más intimistas, intento no abandonar esa posición, en realidad el protagonista nunca soy yo. Me he impuesto esa disciplina", explica.

Aunque el libro esté poblado por todos esos personajes, ciertamente el vacío, el de esa otra España deshabitada, sigue siendo el contexto. El vacío creado por el paso del último ferrocarril en Mieres (Asturias), por el incendio forestal en Los Ancares Leoneses, por la ausencia de un olmo (negrillos, los llaman) en Masueco, un pueblo de Zamora, o por las piezas robadas de las ermitas de Huesca. Pero solo hasta un punto.

Y añade que "no busco la melancolía, sino aprender del pasado, intento preguntarme qué parte de esos vacíos siguen presentes hoy. Por eso digo que creo en los fantasmas. Tienen esa virtud, son pasado, pero están en el presente cuando se aparecen, es una parte del pasado que sigue en el presente. Esos surcos son los que me interesan".

'Atlas sentimental de la España vacía' tiene episodios de novela negra, como la persecución del bandido expoliador Erik el Belga por el cura José María Lemiñana, de Roda (Huesca), o también otros en los que profundiza en los tiempos en que Teruel estaba superpoblada... aunque fuera de dinosaurios.

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