Rafaela Palafox, una vida de entrega a la maternidad y al linaje

Las ideas ilustradas guiaban la vida en casa de los Híjar. Rafaela Palafox educó a sus hijas junto a una discípula de la autora de ‘La bella y la bestia’.

Rafaela Palafox, una vida de entrega a la maternidad y al linaje
Rafaela Palafox, una vida de entrega a la maternidad y al linaje
Museo de Goya / Palacio de Liria

Una de las salas del Museo Goya de Zaragoza muestra entre sus cuadros el retrato de una mujer noble pintada por Ramón Bayeu en la segunda mitad del siglo XVIII. Tras una sonrisa esbozada y un vestido de raso azul brillante y flores mostaza, la duquesa de Híjar, Rafaela Palafox, regala a los visitantes una mirada azul que esconde una vida desconocida para quienes observan los trazos de Bayeu. Frente a la pintura es fácil hacerse preguntas. ¿Quién era aquella dama? ¿Qué razón llevó a pintar su retrato?

Rafaela Palafox era hija del VI marqués de Ariza, Joaquín Antonio de Palafox, y de su segunda esposa, Marie Anne Croy d’Havré. Nació el 12 de julio de 1744 en la casa palacio que su familia poseía en la villa aragonesa que daba nombre al título de su padre, donde fue bautizada en la antigua iglesia de san Pedro. Educada en Madrid, en la residencia del linaje en la calle de Alcalá, recibió una formación que siguió un modelo tradicional vinculado al aprendizaje de los valores religiosos y a las lecturas devocionales consideradas correctas para las mujeres.

Sus padres decidieron para ella el matrimonio como destino de vida y buscaron un pretendiente adecuado, también aragonés, de un linaje de renombre. El elegido fue Pedro de Alcántara Silva Fernández de Híjar, futuro IX duque de Híjar, y ambos se casaron tras una cuidada negociación matrimonial el 16 de julio de 1761. Los nuevos esposos comenzaron su vida en común por medio de un voto de confianza que don Pedro depositó en su esposa, ya que doña Rafaela se convirtió en administradora de todos los bienes del matrimonio en ausencia o enfermedad del duque, que le otorgaba la posibilidad de actuar libremente si él faltaba.

A la capacidad para decidir por sí misma, para elegir y administrar el gobierno patrimonial y doméstico de su casa se unía la tarea más destacada de su existencia. Como esposa del cabeza de familia, la llegada de los descendientes resultaba fundamental para dar continuidad al linaje. Consciente de ello, Rafaela Palafox fue madre de ocho hijos, de los cuales solo cuatro –dos mujeres y dos varones– llegaron a la edad adulta.

Sin embargo, tras cada embarazo, la duquesa enfermaba. Tenía miedo y dolor, pero no cesaba en aquella responsabilidad que le requería dar herederos al linaje. En 1771, año en el que Ramón Bayeu pintó su retrato, doña Rafaela acababa de perder a su primera hija y un gran temor debía de estar encerrado en su pecho, pues sabía que pronto llegaría un nuevo parto. Aquella incertidumbre hizo quizás que la duquesa buscara ser retratada para inmortalizar su imagen en un lienzo dirigido a la galería de pintura de sus padres, en una imagen para ser recordada.

Hasta su muerte en 1777 la duquesa de Híjar dio a luz cuatro veces más. Quienes la conocían, la describían como una madre cercana y entregada a sus hijos, a los que demostraba dulcemente su cariño. Era ella quien se encargaba personalmente del gobierno de su casa y de enseñar a los más pequeños los rudimentos de la fe. Junto al duque, puso especial atención en la educación de sus hijas María del Pilar y María Teresa Silva y Palafox.

Ideas ilustradas

Las ideas ilustradas que guiaban la vida en casa de los Híjar protagonizaron también la educación de las más pequeñas del hogar bajo las directrices de Madame Leprince Beaumont, autora de la versión más conocida del cuento ‘La bella y la bestia’ y una reputada pedagoga francesa del Siglo de las Luces. Leprince Beaumont pasó una temporada en las casas madrileñas de los Híjar, quienes trataron, sin éxito, de convencerla para que guiara la formación de sus hijas. A falta de su presencia, la autora francesa dejó encargada de dicha tarea a una de sus discípulas, que enseñó a las niñas a hablar francés con soltura, así como lecciones de historia, geografía o filosofía, además de leerles sin duda en repetidas ocasiones el cuento escrito por su maestra.

El 11 de junio de 1777 la vida de Rafaela Palafox, enferma, se apagó tras despedirse de sus hijos. Su entierro se realizó en secreto y de noche, con gran solemnidad y en privado. Las oraciones fúnebres por su persona fueron varias en las parroquias de Madrid, que alabaron las virtudes de la duquesa de Híjar en una vida de entrega a la maternidad y al linaje.

Esta historia, junto a la de tantas otras mujeres del pasado, han quedado olvidadas demasiado tiempo tras retratos, libros y legajos que guardan, todavía hoy, los detalles de sus vidas. Para descubrirlas se ha creado el ciclo de charlas ‘Mujeres Protagonistas’, con el que las profesoras Rebeca Carretero, Ana Morte, Mª Ángeles Montanel y quien firma estas líneas queremos acercar al público perfiles de mujeres en la historia aragonesa presentándolas en espacios singulares relacionados estrechamente con la o las protagonistas de las conferencias. 

Respaldadas por la Universidad de Zaragoza, el Grupo de Investigación Consolidado Blancas del Gobierno de Aragón y el Instituto de Patrimonio y Humanidades, la propuesta trimestral de estas charlas permitió descubrir el pasado mayo, en el propio Museo Goya, qué era lo que escondía la mirada azul de la Duquesa de Híjar. Allí, desde su retrato, doña Rafaela espera que recuperemos y valoremos su figura y su papel en el momento que le tocó vivir, mientras avanzamos al reconstruir paso a paso la historia aragonesa, una historia común que es también la de nuestras mujeres. 

Laura Malo Barranco es profesora ayudante doctora del Área de Historia Moderna del Departamento de Historia de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Zaragoza.

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