NARRATIVA DE MUJERES. ARTES & LETRAS

Mujeres y novelas muy poco convencionales para leer y disfrutar este verano

Una selección de narraciones muy distintas, con personalidad, con paisajes, con pasiones, con imágenes y algunas risas

Una imagen llena de ternura y de estímulo: una mujer comparte con la niña, quizá su hija, la pasión por los libros.
Una imagen llena de ternura y de estímulo: una mujer comparte con la niña, quizá su hija, la pasión por los libros.
Gertrude Kasebier.

El verano es tiempo para disfrutar de la buena literatura y rescatar algunos libros que se han quedado pendientes en la vorágine del día a día. Les propongo seis libros que me han gustado especialmente estos meses: todos me han sorprendido, cada uno a su manera.

‘Los buscadores de loto’. Charmian Clift. Traducción de Patricia Antón). Gatopardo Ediciones.

En los años 50, la periodista australiana Charmian Clift y su marido decidieron dejar el Londres gris y áspero que siguió a la II Guerra Mundial y mudarse con sus dos hijos pequeños a vivir al lugar de sus sueños: Kálimnos, una pequeña isla de pescadores de esponjas griega donde planearon vivir un año. La estancia en la isla –a una casa sin agua ni luz, llena de humedad y permanentemente llena de lugareños que se ofrecían para ocuparse de las tareas más variopintas– las contó en el delicioso ‘Cantos de sirena’ (Gatopardo, 2022), un libro tierno, lleno de humor y de personajes entrañables. Pero ese año planificado se convirtió en diez que pasarían en otra isla, Hidra, donde su casa se convirtió en una colonia en la que recalaron pintores, escritores, músicos, actores…. (entre ellos Leonard Cohen). El retrato de esos años es este hermoso libro tan especial como el primero. Ambos son libros de viajes, de aventuras, de humor, de recuperación de unas tradiciones ya perdidas, de reflexiones serenas sobre la vida. Los dos son una delicia.

2. ‘Días de fiesta’. Jo Anne Beard. Traducción de Inga Pellisa. Ed. Muñeca Infinita.

Jo Ann Beard es una de las escritoras que más me ha sorprendido últimamente y que descubrí cuando Muñeca Infinita publicó ‘Los chicos de mi juventud’. El impresionante texto central de aquel libro, ‘El cuarto estado de la materia’, narraba la matanza que un estudiante frustrado provocó en la Universidad de Iowa, de la que la autora se libró por unos minutos –se cruzó con el asesino por el pasillo– y en la que murieron sus compañeros de despacho.

Sus libros son difíciles de clasificar: sus textos no son relatos puros, aunque tampoco podríamos etiquetarlos como narrativa autoficcional o como ensayos, a pesar de que su autora los reivindica como tales en la nota preliminar. Sean lo que sean, lo cierto es que no necesitan ninguna etiqueta para deslumbrar al lector. Los textos fronterizos de ‘Días de fiesta’ hablan de la memoria, del dolor, del peso del pasado, de la soledad, de la enfermedad, del desamor… Hablan, en fin, de la vida. Y lo hacen tan bien, con una mirada y una voz tan personales, que es un gusto leerlos.

3. ‘El baile del oso’. Irena Dousková. Traducción de Enrique Gutiérrez. La Fuga Ediciones.

Uno de los libros que más me ha hecho reír en mi vida lectora es ‘Las aventuras del buen soldado Svejk’, de Jaroslav Hašek. Su autor, además de tener la capacidad para escribir esa formidable novela, también tuvo una vida a la altura de sus narraciones. En ‘El baile del oso’, la autora recrea la llegada de Hašek en 1922 a Lipnice, un pequeño pueblo de Checoslovaquia donde el escritor pasó sus últimos años y escribió muchas de las aventuras de su soldado. Llena de anécdotas sabrosas y de humor desternillante, esta novela nos acerca a ese humor tan peculiar y tan inteligente, pero también aborda una cara menos conocida, más sombría y reflexiva, del escritor checo. En esta novela coral todo el rato bromean unos con otros, comen y beben –sobre todo, beben– hasta el hartazgo; los vecinos, tan estrafalarios como tiernos, conviven y arropan, a su manera, al escritor; y Lipnice es, a la vez, escenario y personaje protagonista de un retrato que va más allá de la figura de Hašek: esta novela es el retrato de la Checoslovaquia de la primera mitad del siglo XX.

Las seis portadas de la selección de novelas que escoge Eva Cosculluela.
Las seis portadas de la selección de novelas que escoge Eva Cosculluela.
Archivo Heraldo.es

4. ‘Nagori’. Ryoko Sekiguchi. Traducción de Regina López Muñoz. Ed. Periférica.

El paso del tiempo es una de las mayores preocupaciones del ser humano, nos recuerda que nuestra estancia en el mundo es efímera. Pero, a la vez, esa misma conciencia de provisionalidad nos invita a apreciar cada segundo de la vida y todo lo que nos rodea. Con una sensibilidad exquisita y una prosa llena de destellos hermosos, ‘Nagori’ habla de eso: del paso de las estaciones, de los ciclos de la naturaleza y los intentos del hombre de domesticarla. Sakaguchi se detiene particularmente en los alimentos de temporada y su ciclo de vida, sus olores, sus texturas, sus combinaciones; es muy bonito cuando explica, por ejemplo, que con las técnicas de conservación y cocinado jugamos a ser dueños del tiempo: «La salazón y el confitado se asemejan al arte de detener el tiempo: brindan a la materia orgánica la inmovilidad temporal, permiten que un cuerpo perecedero exista durante más tiempo. La fermentación, por su parte, es una técnica que posibilita tanto ralentizar el tiempo como otorgarle a su avance un carácter diferente». «Desear una naranja en pleno verano es desear vivir hasta el invierno», escribe Sekiguchi en uno de los muchos hallazgos que ofrece este libro poético, delicado y repleto de sabiduría.

5. ‘El agua del lago nunca es dulce’. Giulia Caminito. Traducción de Carlos Gumpert. Ed. Sexto Piso.

La protagonista de esta novela, ‘El agua del lago nunca es dulce’, de Giulia Caminito, Gaia, es una adolescente que crece en una familia extremadamente pobre: el único dinero que entra en la casa es el pequeño sueldo que Antonia, su madre, gana limpiando casas; su padre se quedó en una silla de ruedas tras caerse del andamio en la obra donde trabajaba, su hermano mayor estudia, como ella, y tiene otros dos hermanos pequeños. Durante mucho tiempo viven en un barrio de Roma, hacinados en una pequeña portería de veinte metros cuadrados, pero cuando Antonia consigue, por fin, que los servicios sociales les ofrezca un sitio digno para vivir, decide que el poco dinero que gana les rendirá mucho más en un pueblo y permuta su vivienda social. En ese pueblo será donde Gaia crezca y madure, deje atrás la niñez y se convierta en adulta. Pero una vida como la suya, donde las diferencias de clase la sitúan siempre en el escalón más bajo y rodeada de una violencia engendrada por la propia pobreza, hará que la muchacha se endurezca hasta pulverizar por completo sus sentimientos. Una novela dura, puede incluso que incómoda, pero tremendamente hermosa.

6. ‘Hombres y apariciones’. Lynne Tillman. Traducción de Alberto Moyano Muñoz. Ed Piel de Zapa.

Ezekiel Stark es un antropólogo especializado en etnografía que roza la cuarentena. Desde niño está fascinado por la fotografía y, desde entonces, las imágenes se han convertido en una obsesión: Zeke investiga antiguas fotografías familiares para explicar el culto a la imagen que profesa la sociedad, una obsesión por lo visual que conforma una era. En esta novela fraccionaria y poco convencional, plagada de fotografías, reflexiones de distintas índoles y llena de desvíos, Zeke estudia las imágenes como representación del yo. Esas representaciones de uno mismo lo llevan a emprender otro estudio en paralelo titulado ‘Hombres entre comillas’, donde se interroga acerca del concepto de masculinidad y de cómo ha cambiado a lo largo de los años. Identidad, vida y muerte, familia, formas de vida, amor y muchos oros asuntos aparecen en este texto en el que la forma de contar es tan importante como lo contado. Una novela sorprendente y estimulante.

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