Armando del Río: "Soy muy zaragocista, a ver si este año subimos"

El actor (Zaragoza, 1970) es uno de los protagonistas de la serie ‘Mía es la venganza’, que se emite de lunes a viernes en Divinity (15.45)

Armando del Río, hace unos días, en su barrio madrileño de Carabanchel.
Armando del Río, hace unos días, en su barrio madrileño de Carabanchel.
Enrique Cidoncha

No hay paciencia con las series...

Empezamos con ‘Mía es la venganza’ a principios de año, con un equipo fantástico; he estado en varias series diarias y el ambiente era fantástico aquí, inmejorable. Empezó en Telecinco y tras poco más de 20 capítulos, la han pasado a Divinity. Y sí, cero paciencia: no se ha cuidado el producto. Hemos grabado más de 100 episodios, y recientemente nos dijeron que parásemos. Hubo un margen mínimo para reescribir el final y hacerlo de modo decente, y lo logramos. Quienes estén siguiéndola tendrán su desenlace, no se quedarán con cara de ‘qué es esto’.

¿Cuánto tiempo lleva en Madrid?

Vine con 18 años a estudiar interpretación y un curso general de cine, y ya me quedé. Vivo en Carabanchel, y ya era fan de Rosendo antes de venirme, ojo (ríe).

¿Qué recuerda de los años colegiales en Jesuitas, donde usted y yo coincidimos, por cierto?

¿Sí? Recuerdo con cariño las instalaciones y los equipos de fútbol, jugué en alevines e infantiles. De otras cosas no es tan bueno el recuerdo, pero hay que quedarse con lo mejor y olvidar lo peor.

Usted ha conseguido vivir de su trabajo actoral. Está en ese 8% que, según dicen las estadísticas, lo logra en España.

Y tener una vida más allá del trabajo. Con las series diarias, el régimen de horas en 10+1 es complicado, sobre todo si ruedas en El Álamo, a 35 kilómetros de casa. En esta ocasión lo compensaba todo el equipo y los compañeros. Lydia Bosch es estupenda, muy divertida y simpática, transmite buen rollo. Es una pena despedirse de ella. Lo mismo Elena Furiase, tremenda. Y todos los demás, vamos. La gente más joven del reparto también me ha impresionado.

En este trabajo, como en todos, acomodarse es un riesgo que puede salir caro.

Desde luego. Las figuras del director y el ‘coach’ actoral son fundamentales para que no pongas el piloto automático y tires de lo que funciona otras veces.

Más allá de la televisión, usted se prodiga en el teatro. ¿Mamá o papá, las pantallas o las tablas?

Por suerte, puedo compaginar las cosas. Llevo un tiempo con ‘El crédito’ junto a Pablo Carbonell, estuvimos el pasado abril en Zaragoza. Es un ‘tour de force’ cómico mano a mano, la gente se ríe mucho y nosotros disfrutamos. He empezado a preparar un monólogo que se estrenará en febrero de 2024 en los Teatros del Canal. Se llama ‘Barrabás’, yo dirijo y actúa Raúl Tejón. Por otro lado, tengo largos escritos y he desarrollado también alguna serie. Las reuniones con gente de plataformas y productoras son parte del día a día, hay que vender los proyectos.

¿Está amenazada la creatividad en su gremio por la inteligencia artificial?

Le veo ventajas e inconvenientes. Facilitará el trabajo a empresas con menos medios, pero dentro de poco lo falso será indistinguible de lo real. Podría crear una división aún más profunda en la sociedad: si ahora la gente ya se lo traga todo, imagina cuando los sentidos no ayuden a distinguir. Dará quebraderos de cabeza y, naturalmente, amenaza muchas profesiones. Lo que más miedo me da son las ‘fake news’.

¿Lleva a Zaragoza en el corazón, después de tanto tiempo fuera?

El cariño, todo; allí me crié y sigo teniendo familia en Zaragoza, pero no hace falta llevar el cachirulo siempre.Soy zaragozano y muy zaragocista, por cierto: a ver si este año subimos. Y me alegra coincidir con Itziar Miranda, Nacho Rubio... mis representantes son de la tierra, los hermanos Lanaja. Somos muchos aragoneses en el oficio por Madrid.

¿Que pasó con ‘Sálvame’? Les criticó... y de ellos fue la venganza, aunque corta: ya se iban.

Se aprende. Cuando estás haciendo publicidad de algo, quizá hay que hablar en positivo y no verbalizar lo negativo, aunque lo que dije es lo que pienso. No me gustaba el programa, pero vaya... que cada quien vea lo que le dé la gana, por supuesto.

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