Jorge Usón: "Me hubiera encantado montar un restaurante. No lo descarto"

El actor, cantante y dramaturgo asiste este jueves (20.00) al Centro Joaquín Roncal para la representación de ‘La tuerta’, su primera obra como autor teatral.

Jorge Usón, el pasado lunes, en Madrid
Jorge Usón, el pasado lunes, en Madrid
Enrique Cidoncha

‘La tuerta’ se estrenó en Zaragoza en febrero de 2020, con excelentes críticas. Justo antes de la pandemia y el cerrojazo…

Fue un ‘interruptus horribilis’. Cuando terminó el confinamiento nos volcamos con nuestra ‘Ferretería Esteban’ y tuvimos que aplazar ‘La tuerta’. Ahora ha llegado el momento que esperábamos: hacer temporada en Madrid y comenzar una gira. El teatro no se pasa de fecha, ni sabe de ‘momentazos’.

Jorge Usón es un ‘todólogo’ en este proyecto: dramaturgo, director, productor, selecciona la música…

No me ha quedado otra, pero no he estado solo. Tanto María Jáimez como Carmen Barrantes y Amelia Hernández están a mi lado arrimando el hombro. No se puede hacer teatro en soledad, y si además quieres hacer algo con libertad y sin límites te tienes que arremangar.

¿Me define con una frase corta (o dos) a su protagonista, María Jáimez?

María es precisa y exhaustiva, y está en su mejor momento personal y expresivo. Además, baila maravillosamente, y es buena persona.

Dando por sentado que las tuertas reinan en países de ciegos, ¿cómo cree que andamos en España? Así, en general.

La Tuerta pudo reinar, pero se la comió la rabia. Es una heroína a la que le salió mal el cuento. Espero que España no caiga en esas tentaciones. Yo soy optimista y trato de tomar perspectiva panorámica con todo; quizá por eso me gusta el teatro, que no corresponde a la época.

A un actor se le supone sensibilidad y carisma. A un psiquiatra, don de gentes y ojo clínico. Usted es las dos cosas. ¿Nota un poco de susto en las caras de la gente cuando se enteran?

La gente no se asusta ya de nada. Ni falta que hace. Además, y por suerte, las personas no son sus profesiones ni lo que han estudiado.

Si la psiquiatría y las artes escénicas no estuviesen en su vida, ¿a qué se hubiese querido dedicar?

¡Jajaja! Bueno, me gustan muchas cosas, pero creo que me hubiera encantado montar un restaurante. No lo descarto.

¿Qué le desestresa a usted, con esa vida tan acelerada?

Pocas cosas (ríe de nuevo). Meterme en el mar es una. Y tomarme una cerveza después de una actuación es otra.

Si tuviera que trabajar escribiendo frases motivacionales para energizar tazas de café, ¿cuál sería la primera?

Busco trabajo.

¿Qué imagen (olor, sonido, sabor) de Zaragoza le genera morriña instantánea?

El acento fuera de Aragón me relaja, y me hace confiar. Yo lo reivindico y no lo pierdo. Eso, para un actor, no es cualquier cosa.

¿Le tienta escribir una segunda obra que haga temblar los belfos de los nuevos inquisidores?

Por supuesto. Tengo ganas de dar guerra, y con mi grupo Decarneyhueso la vamos a dar. Estamos escribiendo canciones para un nuevo disco. Que tiemblen los belfos y las papadas.

¿Alguna herramienta infalible para meterse en los personajes que interpreta?

Intento que los personajes se metan en mí. Así que el esfuerzo está en respirar y ahuecar todo lo posible.

¿Qué personaje de la vida política valdría para actor, con la formación adecuada?

Ni idea. No solo de mentir va la cosa, aunque no todos los políticos sean iguales.

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