novela negra y periodismo

Carme Chaparro: "Intento entender por qué una persona se convierte en un monstruo"

La periodista y escritora ha presentado en Ámbito Cultural su novela 'Delito' (Espasa) que aborda el suicidio, el aborto, la violación y el periodismo

La escritora Carmen Chaparro ha conducido en Telecinco la serie documental 'Mujeres al poder'.
La escritora Carmen Chaparro ha conducido en Telecinco la serie documental 'Mujeres al poder'.
Guillermo Mestre.

Carme Chaparro (Barcelona, 1973) alterna el periodismo, sobre todo en televisión, lleva 27 años en Mediaset, con la narrativa, especialmente al novela negra. Autora de la trilogía de Ana Arén -'No soy un monstruo', 'La química del odio' y 'No decepciones a tu padre' -, traducida a varias lenguas, ha presentado en Ámbito Cultural en Zaragoza su nueva novela: 'Delito' (Espasa), que arranca en una cálida noche de junio, cuando diez personas se arrojan al vacío desde sus habitaciones de un famoso hotel de Madrid.  

¿Por qué ha abrazado la novela negra?

Había una necesidad fundamental de comprender la oscuridad del alma humana tras haber contado tantas miserias, las miserias del alma humana, de gente haciéndole mucho daño a otras personas. Sentía una necesidad de entender por qué  una persona se convierte en un monstruo. Y de hecho todas mis novelas, al final, tratan de investigar ese aspecto.

¿Y eso nace de su trabajo de periodista?

Sin duda. Llevo en Mediaset 27 años y he contado muchas cosas muy duras. Como dice Iñaki Gabilondo solo hay un día que los periodistas contamos cosas felices o vamos a abrir los informativos con risas, y es cuando anunciamos el gordo de la lotería de navidad. El resto, lo más probable, es que contemos tragedias.

"No hay nada más fabuloso, inverosímil y sorprendente que la realidad. Hay historias que mis amigas policías me cuentan que si yo las escribiese en una novela, la gente pensaría que me he vuelto loca"

¿Se acuerda de algunas que le hayan conmovido o marcado?

Uff, uff. La primera que me impactó, y la viví estudiando periodismo en la universidad, fue la del crimen de Alcásser. No es tragedia, porque una tragedia para mí es algo que sucede por una concatenación de elementos, un accidente, el azar, etc. Mejor digamos el crimen de Alcásser. Sí. No había internet, no había móviles, no había nada. En la universidad había un quiosco y se agotaron los periódicos.

Eso era ahora es difícil. Los quioscos son cada vez más escasos. ¿Y el último drama que le perturbó?

Muchos, muchos. Quizá fuese el de Diana Quer en Galicia. ¿Recuerda? La niña de Madrid, cuyos padres estaban separados. Hay cosas de ese crimen, que no han trascendido, que no se han hecho públicas porque son demasiado horrorosas. Por ejemplo, y lo dejamos ahí, el miedo intensísimo que debió pasar. Ese crimen me impactó y pienso mucho en él.

¿El paso a la novela negra fue natural, entonces, era lo que tenía que pasar?

Fue muy fácil la transición porque llevo mucho tiempo escribiendo. Es casi más natural la transición de un periodista, incluso de televisión, porque al final hay que escribir los guiones, ordenar hechos, entender personajes. Y también había escrito columnas en muchos medios. Creo que es relativamente fácil la transición de alguien acostumbrado a contar historias. ¿Le digo una cosa?

Carme Chaparro volverá a los informativos de Mediaset tras el verano.
Carme Chaparro volverá a los informativos de Mediaset tras el verano.
Guillermo Mestre.

Es el momento.

A mí cuando me piden que me defina, digo tres palabras: “Cuentista de historias”. Eso resume muy bien lo que hago. Cuento historias que son reales, en la tele, y cuento historias ficcionadas en mis novelas. Y al final me cuento historias a mí misma sobre cómo soy yo.

¿Cómo es? ¿Qué ha aprendido de Carme Chaparro?

Todos nos contamos historias sobre cómo somos nosotros. ¿Qué somos nosotros en realidad? Pues ni como nos ve nuestra pareja ni nuestra madre ni nuestro jefe ni nuestro hijo. Tampoco cómo nos vemos a nosotros mismos. Es un engaño, es una trampa. Es una historia que nos contamos a nosotros mismos: todos somos contadores de historias.

"Y yo ahora creo que el periodismo es más necesario que nunca porque en medio de tanto ruido, y ahora estamos sometidos a mucho ruido y cientos de estímulos de información al día, tiene que haber alguien que ordene eso"

¿Tiene la sensación de que todos somos, y usted también, un poco esquizofrénicos? Y lo digo en sentido metafórico más que clínico.

Sí, sí. Sí porque fíjese que no hay nada que sea real en la vida. Nosotros percibimos este local donde estamos sentados los dos, a usted le genera una sensación y a mí otra distinta; el viaje que he hecho yo en el AVE, a mi compañera Laura, de prensa de Espasa, le genera una sensación y a mí otra. ¿Qué es la realidad de este local, qué es la realidad de su compañero fotógrafo, de su jefe? Para uno es una, para otro es otra, y va cambiando a lo largo de los días. Algo así también sucede con Santi, el protagonista, ese forense minucioso que necesita tener otros ‘alter egos’ y uno de ellos es ‘Delito’, que da título al libro. No abordo tanto la transexualidad como la variedad de identidades que puede hacer en nosotros.

Ya, ¿entonces, cuánto sabe de sí?

He estudiado mucha neurociencia escribiendo las novelas, mucha psicología, medicina forense, y si he aprendido algo es a conocer a mí misma, y a ser mucho más indulgente conmigo misma. No puedo estar siempre exigiéndome al mil por mil todos los días y todo el rato. No puedo pretender gustarle a todo el mundo, aunque sea amable con todos. Cada persona tiene sus batallas dentro de ella misma. Por lo tanto he aprendido a ser muy indulgente conmigo misma y con todos los demás. La culpa es algo que también está muy presente en mis novelas.

¿Qué hay de ese personaje, la Ana Arén de su trilogía anterior, en usted?

Claro, es un homenaje a Hanna Arendt, la pensadora alemana. Habla un poco de eso de querer investigar el mal. Hanna estudió mucho porque ella era una refugiada que tuvo que salir de Alemania; estudió mucho sobre por qué sus propios compatriotas, a los que ella había conocido como un camarero, una maestra, un panadero, como cualquier persona de su entorno, por qué esas personas se habían vuelto nazis, no solo nazis, sino porque se había ido a trabajar a campos de concentración y a meter a los judíos en cámaras de gas y apretar el botón. Habían participado todos, en cierto modo, en esa masacre que fue el nazismo. Por cierto, dicho sea de paso, hay muchas más masacres de las que hoy en día no hablamos, muchos otros genocidios de los que no hablamos y que merecerían también nuestra atención.

Ella estudió, entre otras cosas, la banalización del mal.

Para ser malvado tienes que banalizar el mal. No puedes tener empatía, todos los psicólogos lo dicen. El que es capaz de matar no siempre empatía por su víctima.

Carme Chaparro ha creado una inspectora, Ana Arén, que protagoniza una trilogía de novelas.
Carme Chaparro ha creado una inspectora, Ana Arén, que protagoniza una trilogía de novelas.
Guillermo Mestre.

¿Cuál es el origen de este libro? Lo toca usted casi todo: el suicidio, el aborto, las sectas, el periodismo, el tráfico de órganos, el miedo…

Todos somos vulnerables. Todos tenemos miedo y a la vez todos somos valientes. Volviendo un día en taxi a casa, me dolía la tripa, había cenado con mis amigas psicólogas, policías, hablábamos muchos de crímenes, me apoyé en la ventanilla del taxi y cuando abrí los ojos estaba ante el inmenso Edificio España, y yo solo veía ventanas y ventanas y ventanas. Y se me ocurrió hacer una pregunta: “¿Y si ahora se abren diez ventanas y diez desconocidos, cuyas vidas nunca se han cruzado, de repente, se tiran al vacío?”.

"Se ha logrado, desde la política, lo que se llama el secuestro emocional de la gente, que hace que en vez de personas formadas e informadas y atentas a lo que cuentan, seamos gente en las trincheras tirando granadas de mano los unos a los otros"

¿Qué sucedió? ¿Cómo evolucionó la pregunta?

Que una vez que me hice la pregunta ya no pude parar. Y como tenía un montón de ideas, notas y apuntes, y de cosas que había leído, que se me habían ido quedando en mi cabeza y que yo no había usado desde que había escrito la última novela, ‘No decepciones a tu padre’, lo que hice fue unir los puntos: la historia del bisturí, que es una historia real; la de la matrona, que pone en peligro a una madre, que es una historia real; la historia de las plantas que hablan, que también es una historia real; etc. Y mientras yo iba escribiendo me iban surgiendo cosas, cosas y cosas que confluían también con recortes de prensa que yo me he ido guardando.

¿Usted se sigue inspirando en la realidad?

Claro. No hay nada más fabuloso, inverosímil y sorprendente que la realidad. Hay historias que mis amigas policías me cuentan que si yo las escribiese en una novela, la gente pensaría que me he vuelto loca. Y mire que mis novelas ya desafían algunos códigos de lo real.

¿Cómo, por ejemplo, que uno de sus personajes, Olga, se quiera hacer una fotografía con el feto de su hijo muerto?

Eso sucede… Y yo hago una defensa del luto que necesita tener esa imagen y cuento por qué. Y mira, en la Feria del Libro de Madrid, el último fin de semana me estaba esperando una chica, de 35 años o así, y se me puso a llorar… Me contó que le había pasado en un hospital, no en casa, lo mismo que a mi personaje Olga. Y me dijo: “Qué liberador es que hable del tema. Llevo mucho tiempo luchando para que haya un protocolo nacional” para que a las madres pudieran estar con sus hijos y pudieran hacerse fotos para tener ese recuerdo que inicia el duelo, para tener ese sitio al que volver. Como uno tiene una tumba. Tiene fotos, vídeos, recuerdos; las madres de un niño muerto en el útero, a partir de un cierto mes de gestación, evidentemente, no tienen nada y han tenido que parir como pare una madre normal con contracciones.

Este es un asunto capital en su novela ‘Delito’ sí.

Ella me dio un regalo y me dijo: “No lo abra hasta que llegue a su casa”. Y el regalo era un libro que ella se había autopublicado en recuerdo de su hijo muerto. Tremendo. ¡Tremendo! Fíjese cómo la realidad siempre supera a la ficción. Me dio las gracias porque yo hablo mucho de esto en la promoción, y yo tengo más visibilidad que ella.

Otra de las historias que conmueven es el de padre de una joven violada que sufre un terrible accidente de coche, no sabemos si hay un suicidio o no, y que busca una especie de venganza.

En este caso, el relato de Bruno, el asesino del perfume, quería centrar la mirada en las familias de los violadores, algo que hago a través de Olga, que se irá a Islandia, y de su madre, que se queda. Hace un par de años estuve en Lanzarote haciendo un reportaje sobre aquel padre que cogió a sus dos hijas pequeñas y las arrojó al océano. Logré hablar con la madre, la gran víctima de esta tragedia, y fui a ver los padres de él, el asesino. Vi a la madre, una señora muy mayor, poco después de la tragedia, subiendo las escaleras exteriores de su casa a gatas, arrastrándose para que no la viese nadie, sobre todo las cámaras de televisión, que esperaban en la puerta. Y entonces fui consciente de la inmensidad del duelo de estas personas. Nadie las consideraba como tales: habían perdido a sus dos nietas, a su hijo, se habían dado cuenta que su hijo era un asesino.

"Ella me dio un regalo y me dijo: 'No lo abra hasta que llegue a su casa'. Y el regalo era un libro que ella se había autopublicado en recuerdo de su hijo muerto. Tremendo. ¡Tremendo!"

Y a lo mejor hasta se sentían culpables.

Desde luego. Primero por no verlo, por no pararlo, y además se preguntaban: “¿Le he educado yo de alguna manera para que haga esta barbaridad así?”. Cuando fui a ver al padre, le dije: “Primero, vengo a darle el pésame. Y segundo, para decirle que usted para mí es una víctima”. Al principio, no me entendía.

Habla usted en su novela trepidante, de mucho diálogo y capítulos cortos, de muchas más cosas, entre ellas del periodismo.

En todos mis libros hay periodistas de televisión, aquí también de prensa escrita. A la gente le gente le gusta mucho conocer la tramoya que hay detrás de los programas de televisión. Y, además, les gusta mucho a los lectores porque creo que notan que soy muy sincera en eso. Y yo ahora creo que el periodismo es más necesario que nunca porque en medio de tanto ruido, y ahora estamos sometidos a mucho ruido y cientos de estímulos de información al día, tiene que haber alguien que ordene eso. Alguien que sepa, que tenga la experiencia y el criterio de filtrar lo que es relevante y de ponerlo en contexto. Y de explicar. Ahora que el periodismo es más importante que nunca no podemos dejar que se contamine con el espectáculo.

'Delito' lleva ya cuatro ediciones y desde Espasa se dice que se está vendiendo de maravilla.
'Delito' lleva ya cuatro ediciones y desde Espasa se dice que se está vendiendo de maravilla.
Guillermo Mestre.

¿Es fácil de contar lo que está pasando en España en la política?

Es muy difícil porque está muy contaminado el relato primero por mentiras, yo no recuerdo más que los tiempos recientes en los que un político podía salir y decir mentiras de datos así a la cara. Y luego está muy contaminado por las emociones. Se ha logrado, desde la política, lo que se llama el secuestro emocional de la gente, que hace que en vez de personas formadas e informadas y atentas a lo que cuentan seamos gente en las trincheras tirando granadas de mano los unos a los otros.

Da la sensación de que tiene muy claro su misión.

Volvemos un poco al principio: quiero contar la vida. Una vida que no es blanca ni negra y quiero ayudar a comprender, que no a justificar, por qué la gente mala, los malvados, hace lo que hace, toda esa cantidad de barbaridades que comentamos en los informativos cada día y que están también en mi novela ‘Delito’ en diversos grados.

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