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Natalia Lainez: "La artista María Buil me dijo que la pintura era lo mío y le hice caso"

La pintora zaragozana expone en las tres salas del Museo Pablo Gargallo y rinde homenaje a su hermana muerta, a la arquitectura y a Edward Hopper

Natalia Laínez ha colaborado con Soledad Sevilla y ahora se centra en sus propios proyectos.
Natalia Laínez ha colaborado con Soledad Sevilla y ahora se centra en sus propios proyectos.
Guillermo Mestre.

“Soy de Zaragoza. Nací en 1973. Me fui a Barcelona y me quedé a vivir allí. En París viví un año… Precisamente el año en que murió mi hermana yo estaba allí. Era dos años mayor que yo. Era la mediana, y contaba 27 años. Tengo un hermano mayor, que vive en Zaragoza”, dice Natalia Lainez, que expone hasta el domingo 25 de junio en las tres salas temporales del Museo Pablo Gargallo.

Ya que habla del fallecimiento de su hermana, tan obvio en la muestra, '25+25', ¿no se lo ha podido quitar de la cabeza o ha hallado ahí como una catarsis permanente?

Pensaba que con esta exposición habrá que gente que piense: “Ostras, Natalia no ha terminado de asumir la pérdida”, pero no es así. Yo he pasado épocas complicadas porque después de morir María yo empecé a tener mucha ansiedad. A los 26 años tuve un ataque de ansiedad, algo que desconocía. Fue la época del duelo intenso, pero después lo he trabajado mucho y realmente he llevado una vida con mucha felicidad estos años y con muchas cosas muy buenas. Lo que pasa es que el tema de mi hermana María siempre ha estado ahí, rondando, presente, porque teníamos una relación estrecha y súper especial con ella…

¿Cómo la concretaría?

Ella era un par de años mayor que yo. Y era muy protectora y, por los caracteres de las dos, se había establecido una relación muy especial. Era una hermana entrañable y muy querida, pero creo que había también algo como maternal. Con ella me sentía más segura y tenía esa sensación de que te abría caminos. Ella era extrovertida, tirada para adelante, y yo todo lo contrario: siempre muy tímida, muy detrás. Todo ello suma y hace más doloroso y complejo el duelo.

¿Cuál sería entonces la explicación del homenaje en el Museo Pablo Gargallo?

Yo quería hacer un homenaje especial. Acaban de cumplirse los 25 años, el el 25+25 es una fecha muy clave también, son los 50 para mí, y porque hacer algo sobre ella que fuera tan literal no era posible no tanto por mí como por el resto de la gente de mi familia y conocidos. Para la gente, la más cercana, sé que es muy impactante para ellos, casi más que para mí, porque yo lo he vivido como un proceso…

"Ella era un par de años mayor que yo. Y era muy protectora y, por los caracteres de las dos, se había establecido una relación muy especial. Era una hermana entrañable y muy querida, pero creo que había también algo como maternal"
Una de las piezas más conmovedoras de la muestra: Natalia, inmersa en el sueño, lleva en brazos la levedad de su hermana María.
Una de las piezas más conmovedoras de la muestra: Natalia, inmersa en el sueño, lleva en brazos la levedad de su hermana María.
Guillermo Mestre.

La muestra es impactante. Y ahora que desvela la razón casi lo es más -la obra es muy metafórica-, sobre todo si tienes en cuenta esa imagen de la mujer que sostiene a otra, muerta, desmayada o dormida, en brazos.

Es verdad, sí, pero para mí esta imagen cuando yo la soñé era todo lo contrario: desperté con la sensación de haber pasado a otra etapa diferente en cómo lo sentía… Y no es que estuviera hasta entonces atormentada ni mucho menos. Era la ligereza de tenerla en brazos y que no pesara. Me pareció una imagen muy bonita.

¿Y esa casa que resulta tan obsesiva? ¿Es un refugio para ella, para usted, para el arte?

No. La casa como la idea del refugio es algo paralelo. No tiene nada que ver con mi hermana María. No. Estoy tiene que ver con la idea de refugio, con la necesidad de ese espacio de creación, pero en mi caso es eso, pero en el de otros es la necesidad de desconexión.

El propio Pablo Serrano, el otro gran escultor aragonés con museo propio, buscaba un refugio…

Claro. No me ha influido directamente, pero hay muchos artistas que han tenido la necesidad de un refugio físico: Mahler, Le Corbusier, Thoreau, Hölderlin, la cabaña.

¿Siempre ha tenido esta idea en la cabeza? En usted hay un elemento geométrico muy claro, y a la vez hay un elemento como muy onírico…

No es una casa transparente, pero es mostrar una estructura básica de lo poco que necesitas para tener un espacio donde puedes tenerlo todo. Ya le digo: puede ser el espacio de creación o el lugar donde puedas estar contigo mismo haciendo meditación. O nada más que relajarte y conectar contigo mismo. Quizá quiera decir que no hace falta nada más que algo tan básico como esto. Pero que transmita esa idea de que es algo como de cristal, diáfano…, me gusta.

Todo el arte es abstracto, ya lo sabemos y lo han explicado lo teóricos, pero usted se mueve en una abstracción más o menos orgánica y en otra parte más concreta, deudora del dibujo e incluso de la arquitectura, que se podría definir como la figuración convencional.

Yo utilizo las texturas y la parte más plástica para representar lo que es el exterior, sobre todo en esa pared que son los bocetos pequeños; hablo de la primera planta y de la primera sala. Para mí es la idea de representar las cosas que nos pasan continuamente en la vida y que se materializan de distintas maneras… Yo quería representar algo así como a una misma imagen, que puede ser uno mismo, cuántas cosas le pueden suceder. Y eso representarlo a través de la plasticidad de diversos materiales, de diferentes formas, colores y formatos, es como un juego visual.

"No es una casa transparente, pero es mostrar una estructura básica de lo poco que necesitas para tener un espacio donde puedes tenerlo todo. Ya le digo: puede ser el espacio de creación o el lugar donde puedas estar contigo mismo haciendo meditación"
Una de las piezas con casa, transparente o de cristal o puramente onírica, que presenta Natalia Lainez.
Una de las piezas con casa, transparente o de cristal o puramente onírica, que presenta Natalia Lainez.
A. C./Heraldo.

La segunda sala sería como el homenaje a su hermana, con otros elementos también… Y la tercera parece un diálogo con el pintor norteamericano Edward Hopper ¿no?

Sí, sí, totalmente. Es de hace más años… Es una serie que yo solo había llegado a exponer en Barcelona y que por las circunstancias de estos últimos años no había podido exponer en ningún lugar más. Y a mí me gusta mucho, indica que han pasado cosas diferentes y ha habido una evolución. Todo lo de arriba, la primera planta, es lo más reciente, y por abajo hay una pequeña muestra de lo que ha pasado en mi vida, en mi trayectoria, en mi imaginación. Esas piezas parten de la obra de Hopper, que es maravillosa. Parte de ese cuadro que me transmite esa sensación de soledad y de misterio: qué le pasa a ella, si va, si viene, y luego es como imaginar ese espacio, el espacio arquitectónico en el que ella está. Por eso hay esos planos, que en esto he tenido ayuda…

¿De quién?

Mi marido es arquitecto. Y me ayuda, no tanto en la realización, como en la concepción en el ordenador y yo luego la reproduzco en el cuadro… Pero él, con esas partes de los planos, sí me ha ayudado mucho. Realmente un arquitecto cercano también es una influencia.

¿Le ha marcado, entonces, el hecho de estar casada con un arquitecto?

Sí. A partir de un momento hay un cambio también. Yo empecé trabajando mucho el paisaje urbano, y luego voy pasando del paisaje al plano, entonces en ese tránsito la importancia de mi marido es clara. Incluso cuando le veo que está con sus proyectos, con los bocetos que tiene, con los dibujos, le cojo alguno, le robo, y con eso voy haciendo mis cuadros. Y cosas que quiero hacer yo le pido que me ayude.

¿Qué es lo que le ha marcado más: París, Barcelona, la serenidad, haber cumplido años?

La edad no me ha marcado: todo suma y todo ayuda. París sí me marcó fue un año muy especial, fue, además de la tragedia, previamente de disfrutar mucho con la ciudad, con los museos, de trabajar, de pintar mucho. Y que por suerte hay una evolución hacia una búsqueda espiritual, más hacia la meditación y la conexión conmigo misma. Y todo eso lo ha dado el paso de los años.

¿Se siente afín en algo a Mapi Rivera, que expone muy cerca de usted en el Torreón Fortea?

Totalmente, aunque hacemos cosas bastante diferentes hay conexiones en materia de espiritualidad y silencio. Estuve viendo su exposición. No nos conocemos, pero me dije: “¡Ostras!”. Le di la enhorabuena a través de Instagram, sí, sí, es genial y me encantó que me muestre esto porque a mí me gusta mucho desmitificar lo que hacemos porque creo que está muy bien que llegue a la gente y que lo entienda, entonces me encantó esa parte en que ella lo muestra todo y enseña el proceso porque siempre tiene mucho de auténtico. Me gustó. Y me encantaron las imágenes, las fotografías, los dibujos. Me siento afín incluso en que hago meditación diariamente.

¿Por qué?

Hago yoga hace muchos años. Y cada vez he ido entendiendo que es un camino para poder conectar con uno mismo. Y que son momentos en los que realmente tengo muy presente la pintura, puedo resolver cosas de las obras, y hay muchas imágenes que vienen en esos instantes. La meditación me sirve para mi trabajo, para que el día sera mucho mejor, para conquistar la serenidad a la que usted aludía antes. Mañana y noche medito y si puede ser en otro momento también. Me pongo en posición de meditación, o bien tumbada o en posición de yoga…

"¿Mapi Rivera? Aunque hacemos cosas bastante diferentes hay conexiones en materia de espiritualidad y silencio. Estuve viendo su exposición. No nos conocemos, pero me dije: '¡Ostras!'. Le di la enhorabuena a través de Instagram, sí, sí, es genial"
Aspecto general de la sala donde se percibe la elegancia, las texturas y formas y colores de Natalia Lainez.
Aspecto general de la sala donde se percibe la elegancia, las texturas y formas y colores de Natalia Lainez, que conversa aquí con la responsable cultural Romana Erice.
Guillermo Mestre.

Perdone. ¿En qué consiste meditar?

Hay muchas maneras: a veces hago de respiración, a veces hago meditaciones guiadas por internet, que son fantásticas. Por otro lado realizo otras que son solo de música y de respiración, y entonces en esos momentos no hay nada más que conectar contigo misma. Y en esos instantes es mucho más fácil tener claridad… Y yo creo que debería hacerlo todo el mundo. Bueno, creo que tampoco tiene ningún misterio: pararse un rato, relajarse y desconectar.

¿Qué relación tiene con Zaragoza?

La siento mi ciudad absolutamente. Me siento muy zaragozana, vengo menos de lo que me gustaría porque tengo dos hijos, doy clases allí, tengo un negocio para hacer cosas culturales y muchas actividades, conciertos, presentación de libros, y además un restaurante. No cocino. Tengo un equipo de gente… Por eso medito.

"Llegar aquí y percibir la naturalidad, ponerte a hablar en la parada del autobús, con una persona que desconoces, esa cercanía allí la echo de menos. Vengo aquí y a Zaragoza la noto más bonita cada día. Y aprecio más las cosas de aquí…"

Volvamos a Zaragoza.

Llegar aquí y percibir la naturalidad, ponerte a hablar en la parada del autobús, con una persona que desconoces, esa cercanía allí la echo de menos. Vengo aquí y a Zaragoza la noto más bonita cada día. Y aprecio más las cosas de aquí… Cuando vengo lo que más me gusta es pasear por el centro y me gusta el Pilar y me gustan los sitios más emblemáticos, por eso para mí exponer en el Pablo Gargallo es lo más. Adoro a Pablo Gargallo. Me gusta mucho.

Ya que medita, ¿por qué pinta?

El paso de los años te va revelando que no había otro camino para ti, algo que no tenía tan claro hasta hace un tiempo. A veces encontrar el propósito de tu vida no es inmediato. Aunque empecé jovencita, les decía a mis padres: “Llevadme a dibujar”. Empecé en Atrium, en el luego fui a Cañada y luego a Barcelona. Y yo hacía otras cosas: piano, ballet, pero allí me salió que yo lo que quería era dibujar. Cuando entré en Bellas Artes en Barcelona no era la pintura exactamente lo que me atraía, pero había algo por ahí. Al principio estaba enganchada con la escultura, con la fotografía, la he usado bastante, y poco a poco fui entrando en la pintura. ¿Conoce usted a la pintora María Buil?

Sí, claro. Tiene una espléndida exposición en el Paraninfo.

María Buil es una pintora con la que yo tuve mucho contacto. Pintamos juntas en Lanaja y ella fue la que me dijo: “Natalia, tienes que dedicarte a esto. La pintura es lo tuyo”. Sí, sí, Igual ella ni se acuerda pero para mí fue importantísimo. “Céntrate”, me insistió. Y le hice caso.

¿Qué lugar ocupa el amor en su vida y en su obra?

El amor es lo más importante de este mundo. Quiero, tengo dos hijos a los que adoro, una pareja que amo y me ama, y me siento querida por mi familia. Tengo amistades verdaderas e intensas, y me siento muy agradecida por eso. Y cada día lo tengo presente.

¿En qué artistas se reconoce?

Soledad Sevilla, con quien he trabajado y de quien he aprendido mucho. Escribe un texto precioso en el catálogo. Hopper y Turner son como mis referentes clásicos. Y luego le diría que me pierde Julie Mehretu, trabaja con tramas arquitectónicas, y Toba Kehdoori, la vi en la Bienal de Venecia y me encantó. Son dos referentes pero la lista, como se puede imaginar, sería mucho más larga.

Aquí se percibe la huella de la Arquitectura y de la obra de Edward Hopper.
Aquí se percibe la huella de la Arquitectura y de la obra de Edward Hopper.
Guillermo Mestre.
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