Las planchas de los grabados de Goya recobran su esplendor

La Academia de Bellas Artes de San Fernando devuelve las planchas de sus grabados a su estado original.

Exposición de grabados de Goya en la Academia de Bellas Artes
Exposición de grabados de Goya en la Academia de Bellas Artes
H. A.

"Estamos ante Goya a cobre descubierto y podemos ver su batalla con el material". Así se refiere el director de la Calcografía Nacional, Juan Bordes, a la recuperación del estado original de buena parte de las planchas de los grabados de Francisco de Goya y Lucientes (Fuendetodos, 1746- Burdeos, 1828). Son las planchas que atesora la institución, integrada en la centenaria Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, que fueron bañadas con distintos metales para poder seguir imprimiéndolas. Algo que ya no se hará.

Durante años las planchas de las fabulosas series de Goya siguieron estampándose en los talleres académicos. Para endurecerlas y prolongar su vida útil, recibieron, en diferentes momentos, baños de acero, cromo o níquel. Un proceso que acabó siendo pernicioso al generar el denominado ‘efecto pila’, semejante al sulfatado de una batería, y que acaba degradando la plancha de cobre.

Se observó que los baños que recubrían las planchas originales habían empezado a reaccionar y algunas de ellas presentaban pérdidas del baño electrolítico. Para evitar que el daño afectara al cobre original se valoró la restauración de las planchas goyescas. Se abordó bajo la dirección de Juan Bordes, que, con la decisiva experiencia de Lucia Ghedin, conservadora del Instituto Centrale per la Gráfica de Roma, las ha devuelto a su estado primitivo. "Era urgente para evitar daños irreversibles", dice Bordes.

De las 228 planchas que atesora Bellas Artes se han restaurado 101. De ellas, 17 corresponden a los ‘Disparates’, 60 a los ‘Caprichos, y 20 a los ‘Desastres’. Han colaborado los restauradores del Museo del Prado y los laboratorios Secyr para estudios científicos del Patrimonio de la Universidad Autónoma de Madrid, en una iniciativa que financia la Fundación Bancaja.

Endurecidas

La humedad ambiental es la responsable del lento proceso de deterioro que, en algunos casos comenzaba a dañar el cobre original, lo que se trató de frenar ya en 1864. Se habló entonces de la conveniencia de "acerar las planchas con un procedimiento recientemente inventado" y ensayado por algunos académicos. Se quería que las láminas resistieran "una estampación numerosa que no podría sufrir el cobre en su estado natural de blandura".

El grabador Federico Navarrete se encargó de acerar las láminas de los ‘Caprichos’ entre 1872 y 1875. En 1880, Domingo Martínez daba cuenta del mal estado en que se encontraban las planchas, "las cuales están inservibles para una nueva estampación y cree de absoluta necesidad acerarlas antes de que se estampe un nuevo ejemplar". Se presupuestó que acerar los ‘Desastres’ costaría 750 pesetas y los ‘Proverbios’ 360. Las láminas de la Tauromaquia se cromaron en la Casa de la Moneda entre 1981 y 1982.

En julio de 2021 se celebró una jornada científica sobre la restauración con expertos españoles e italianos. Partiendo de la probada experiencia del Istituto Centrale per la Gráfica de Roma en la restauración de las matrices de las series grabadas por J. B. Piranesi, se evidenció la conveniencia de restaurar las matrices goyescas "para contemplarlas tal y como fueron originalmente grabadas".

En enero pasado se inició el proceso con las 80 planchas de los ‘Caprichos’. Fueron analizadas por Laura Alba, restauradora del Prado, con un equipo de fluorescencia de rayos X para determinar la composición de las capas metálicas de los recubrimientos. La restauradora Silvia Viana ejecutó el método refrendado por Lucia Ghedin durante una década. La conservadora italiana transmitió su saber al laboratorio de la Academia, actuando sobre las primeras matrices.

Se comenzó por las dos planchas con mayores daños, constatándose los depósitos de tintas, barnices y capas de protección y focos de alteración de los metales, tanto de la plancha de cobre como en los recubrimientos. Eliminadas las capas electrolíticas, se realizó un tratamiento de inhibición del cobre y la protección de las planchas con un barniz reversible y estable.

Las 228 planchas grabadas por Goya se incorporaron a la Calcografía Nacional en diferentes etapas. Las primeras fueron compradas al artista aragonés en la última década del siglo XVIII: las 13 láminas de las Pinturas de Velázquez, junto con las matrices del ‘Agarrotado’ y ‘San Francisco de Paula’. En 1803 ingresaron por real orden los 80 cobres de los ‘Caprichos’, cedidos por Goya al rey a cambio de una pensión para su hijo. En 1862 la Academia adquirió las 80 láminas de los ‘Desastres de la guerra’ -cuatro grabadas al dorso de dos paisajes- y 18 de los ‘Disparates’, que quedaron en la Quinta del Sordo a la salida de Goya hacia Francia.

La serie de los ‘Desastres’ se completó con la donación de Paul Lefort a la Academia, en 1870, de las láminas 81 y 82. Más tardía fue la incorporación de las 33 láminas de la ‘Tauromaquia’, siete de ellas grabadas también en anverso y reverso. Los cobres fueron adquiridos en 1920 por el Círculo de Bellas Artes, que los depositó en la Calcografía Nacional en 1936, y que la Academia adquirió definitivamente en 1979.

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