moda. ocio y cultura

En el centenario de Ramón Esparza, escudero y compañero de Balenciaga, formado en Zaragoza

Iniciaron su colaboración en los años 50, eligieron a modelos aragonesas como Meyes y estuvieron en Tarazona varias veces en 1971 y 1972

Una foto de la exposición 'El siglo de Balenciaga', que se organizó en el IAACC 'Pablo Serrano'.
Una foto de la exposición 'El siglo de Balenciaga', que se organizó en el IAACC 'Pablo Serrano'.
José Miguel Marco.

Un miércoles 16 de mayo de 1923, a las cinco y media de la tarde, nacía en la calle Albistur de la villa navarra de Lesaca un niño que, años más tarde, se convertiría en el más estrecho colaborador de un icono universal de la moda, Cristóbal Balenciaga: Ramón María Esparza Viela.

Era el penúltimo de los ocho hijos de un matrimonio acomodado, bien posicionado socialmente en esta población cercana al Bidasoa y la frontera francesa. Su progenitor, Eladio Esparza (1888-1961), un erudito vascoparlante que había abandonado sus estudios sacerdotales, sucedía a su padre como Secretario del Ayuntamiento de Lesaca, y un mes antes del nacimiento de Ramón era nombrado en Pamplona director de ‘La Voz de Navarra’, periódico fomentado por el nacionalismo vasco. A partir de 1929 pasó a ser redactor jefe del ‘Diario de Navarra’, abrazando -según el profesor de la Universidad de Zaragoza Fernando Mikelarena- un vasquismo espiritual, y alejándose, desilusionado, del vasquismo político. Este sentimiento individual y romántico hacia lo vasco, a veces calificado como “nacionalismo místico”, lo plasmó perfectamente Eladio en su novela ‘La Dama del lebrel blanco’, aunque en 1936 su ideología ya había transmutado hacia el bando nacional sublevado, siendo elegido delegado de Propaganda de Requetés, miembro del Consejo de Prensa y Propaganda de Falange y gobernador civil de Álava.

Estudios en Zaragoza. Pasión por el dibujo

La madre de Ramón, Fernanda Ramona Viela, era siete años mayor que su esposo. Hija del organista parroquial y director de la banda de Lesaca, fue maestra nacional de niñas y párvulos en Lesaca y Pamplona, siendo definida por su hijo como una adelantada a su tiempo, una mujer de fuerte personalidad, muy inteligente y a veces transgresora, que fumaba e incluso se había cortado el pelo “a lo garçon” en los tiempos del charlestón, escandalizando a más de uno. Ella se volcó para educar con ahínco a sus cinco hijas y tres hijos, animándoles a cursar estudios universitarios. 

Fue precisamente en Zaragoza donde Ramón, tras obtener en 1942 el título de Bachiller en el Instituto de Pamplona, inició sus estudios de Derecho, siguiendo los pasos de su hermano Emilio José. No debió, sin embargo, ser un alumno brillante, ya que, según su expediente universitario, salvo un notable en francés, no figura otra calificación de las restantes asignaturas de preparatorio y primero de Derecho en 1943, aunque pagó las tasas para examinarse, pidiendo en 1944 los beneficios de la dispensa de escolaridad para realizar el servicio militar. Desde 1940, y hasta 1955, su padre era el director de la revista Príncipe de Viana, publicación creada a instancia suya por la Diputación Foral de Navarra.

Sus sobrinas Cuca Huarte y Miren Esparza me contaban que su tío Ramón siempre tuvo dotes artísticas y le encantaba dibujar. Desde niño pasaba las vacaciones en casa de sus primos, en San Juan de Luz, impregnándose de un ambiente cosmopolita. Él mismo comentaba que no podía quedarse en la provinciana Pamplona, de empleado de banca o abogado, así que marchó a París, donde tenía algunos contactos de familiares y amigos que le ayudaron a instalarse. Aunque Miren señala que en 1948 hizo un primer intento, infructuoso, para entrar en Maison Balenciaga, lo cierto es que el 27 de noviembre de ese año todavía estaba solicitando al rectorado de la Universidad de Zaragoza un certificado para acreditar que había cesado sus estudios en la Facultad de Derecho.

Ramón Esparza en la Facultad de Derecho de la Universidad de Zaragoza en 1943.
Ramón Esparza en la Facultad de Derecho de la Universidad de Zaragoza en 1943.
UNIZAR

Tan sólo dos semanas después, el 14 de diciembre, Wladzio d´Attainville, compañero de vida y socio de Balenciaga, fallecía con apenas 49 años en la mesa de operaciones de un hospital de Madrid, probablemente a causa de una septicemia provocada por una peritonitis. Según la investigadora Mary Blume, que entrevistó a la directora de las vendedoras de Maison Balenciaga, Florette Chelot, fue el socio de Balenciaga, Nicolás Bizcarrondo, quien facilitó la entrada de Esparza en el estudio de los ya míticos salones del 10, avenue George V. El mismo Esparza contaba en una entrevista concedida a Carmen Santos para la revista navarra ‘Nómada’: “Sé perfectamente que llegué el día y la hora oportunos. Un día más tarde hubiera perdido mi gran oportunidad. Se necesitaba gente con ganas de trabajar y dispuestos a especializarse para cubrir los puestos de los que habían quedado atrás durante la guerra. Entonces no había ministerios de Trabajo que te solucionaran el paro; cada uno tenía que prepararse su propio puesto de trabajo”.

París era una fiesta. Balenciaga y Meyes

Aunque no tenemos certeza de la fecha exacta de su ingreso en Balenciaga, lo que sí sabemos es que Ramón Esparza tenía una beca de residencia en el Colegio de España de París durante el curso 1949-50. Allí, en esta institución de la Cité Universitaire, coincidió con los artistas Eduardo Chillida y Pablo Palazuelo, que tiene ahora una exposición en la Fundación ICO de Madrid. Tanto la abuela como la madre de Chillida eran desde hacía años grandes clientas de Balenciaga en San Sebastián, por tanto… ¿Quizá fue Chillida quien ayudó a recomendarle? De todos modos, tanto Chillida, como Palazuelo, pasarían a formar parte del elitista círculo de los galeristas Aimé y Marguerite Maeght, amigos muy cercanos de Balenciaga.

Poco a poco, Balenciaga mitigó su dolor por la muerte de Wladzio y Ramón adquirió un mayor protagonismo en la vida profesional y personal del maestro. Seguramente en 1950 ya comenzaba a tener influencia en el estudio y ostentaba un cargo de cierta responsabilidad, porque la zaragozana María Nieves Hernández Ortiz (1924-1962), hermana de José Antonio, un amigo y compañero de Derecho de Ramón, marchó ese año a París para intentar ser maniquí de cabina de la Maison Balenciaga. 

“Empecé diseñando telas y terminé haciendo de todo. Cada año el señor Balenciaga y yo teníamos que preparar dos colecciones distintas y presentarlas a la prensa especializada. Era un reto muy duro"

'Meyes', como la llamaban su familia y amigos, se instaló en una buhardilla de la rue des Batignolles y Ramón le aconsejó que antes de presentarse en el salón se apuntara a un gimnasio para tonificar su figura. Después de unos meses de dieta y entrenamiento, Balenciaga aprobó su ingreso y 'Meyes' pasó a ser 'Mery', trabajando allí hasta 1956, junto a la gran maniquí fetiche Colette y la que sería su mejor amiga, Michèle Coche.

Esparza seguía contando a Carmen Santos: “Empecé diseñando telas y terminé haciendo de todo. Cada año el señor Balenciaga y yo teníamos que preparar dos colecciones distintas y presentarlas a la prensa especializada. Era un reto muy duro. Había que hacer un derroche de imaginación tremendo. Además, ya sabes lo que ocurre en cualquier trabajo de creación, cuanto más te esfuerzas, más se queda agarrotada la mente. Queríamos ser distintos, renovadores, y eso sólo se consigue con muchísimo trabajo. Al final, unos días antes del pase, surgían miles de ideas buenas. Y es que la cabeza es así, hay que calentarla mucho para que comience a idear”.

Agregaba el que había sido estudiante de Derecho en Zaragoza: “El señor Balenciaga y yo nos encargábamos también de seleccionar y enseñar a nuestras propias modelos. Jugábamos en cierto modo al viejo mito de Pigmalión. Un día veíamos entrar por la puerta de ‘casa’ a una jovencita de dieciocho años sin saber cómo andar o cómo moverse y en pocos meses la convertíamos en una señora fabulosa capaz de llevar sobre sus hombros la ropa que después vestirían las mujeres más importantes del mundo. De cualquier modo, no era fácil. Nuestras clientas tenían que ver en ellas ese algo que les animara a comprar el vestido. Teníamos que convencer desde la pasarela”.

La colaboración de Ramón Esparza y Cristóbal Balenciaga.
Cristóbal Balenciaga y delante de él su colaborador y su gran amigo Ramón Esparza, que trabajó con él mano a mano.
PARIS MATCH/ E. LAFUENTE

Podemos corroborar estos datos porque el 18 de agosto de 1951 la revista ‘Paris-Match’ publicaba por primera vez una foto de Balenciaga y Esparza después de presentar su colección de otoño-invierno 1951-52. Los fotógrafos Graziani y Pedrazzini captaron a un sonriente Balenciaga saliendo de su casa de costura, precedido por un apuesto Ramón Esparza, que tenía entonces 28 años. La revista además publicaba a pie de foto su nombre y le otorgaba el puesto de modelista. Justo en el desfile de esa colección 'Meyes' lució dos de los modelos principales, el nº140, inspirado en las santas de Zurbarán, y otro en encaje de Dognin, que adquirió la famosísima y rica condesa Mona von Bismarck

Esparza y Balenciaga. Vida, moda y complicidad

Balenciaga y Esparza compartieron a partir de entonces trabajo y vida en el estudio del 10, avenue George V y en los tres salones EISA de Madrid, Barcelona y San Sebastián; en el apartamento parisino del 28, avenue Marceau, en el ‘château’ de La Reinerie, cerca de Orléans, en el caserío ‘Gurutzealde’ de Igueldo o en el castillo de Cap Roig, en Palafrugell. Sabemos por la periodista Paulina Botella que no sólo disfrutaron de jornadas de esquí en la estación austríaca de Zürs, sino también en la aragonesa de Candanchú, muy querida por los montañeros y esquiadores vascos.

Esparza comenzó a ganar un buen sueldo y compró en Lesaca una imponente casa del siglo XVII, conocida como Juanamenea, donde nació en 1783 el obispo de Huesca Pedro José de Zarandia, y en cuya torre gótica adosada cuentan que se alojó el duque de Wellington. Cuidada por su hermana mayor Adoración, su querida 'Yorita', Balenciaga la visitó junto a Ramón en multitud de ocasiones, incluso después de cerrar sus salones de costura entre 1968 y 1969. Sin duda, en una de esas estancias decidieron embarcarse en el que sería su último proyecto empresarial, crear colecciones de ‘prêt à porter’ en Textil Tarazona S.A., importante empresa de cerca de 1.200 empleados que fue adquirida por el industrial guipuzcoano Jesús Azcárate Larrañaga tras el fallecimiento de su anterior propietario José Gutiérrez Tapia el 10 de febrero de 1971.

Textil Tarazona. Visitas a la ciudad del Queiles

Azcárate y su amigo Balenciaga también habían comenzado unos meses antes, junto a Esparza y el industrial y ex concejal del ayuntamiento de San Sebastián Gabriel Ameztoy, a reflotar la empresa de estampación textil Subijana y Compañía, de Villabona, para crear pañuelos de seda con la marca Balenciaga, aunque el proyecto en Tarazona era muchísimo más ambicioso. En marzo de 1971, Azcárate nombró presidente de Textil Tarazona S.A. a Balenciaga, y entre los vocales del consejo de administración a Esparza y Ameztoy. Azcárate no era ningún advenedizo en la industria de la confección. Graduado brillantemente como ingeniero textil en la Escuela de Tarrasa, era accionista principal de la empresa algodonera Brunet y Cía de Lasarte y desde su etapa universitaria en Tarrasa cultivó la amistad con los zaragozanos Antonio Valero Vicente y Leopoldo Abadía Pocino, con quienes colaboró en la génesis y desarrollo de la escuela de negocios IESE de la Universidad de Navarra.

Ramón Esparza, retrato de madurez del compañero y asistente, tan creativo, de Cristóbal Balenciaga.
Ramón Esparza, retrato de madurez del compañero y asistente, tan creativo, de Cristóbal Balenciaga.
José Castells/Nómada.

La familia de Balenciaga fue mantenida al margen de estos dos últimos proyectos empresariales, como bien nos apuntó hace años don Pedro de Sancristóval y Murúa, conde de Isla, ex director general de Cultura del Gobierno de Aragón y amigo personal de Jesús Azcárate, revelándonos además que Balenciaga no tenía ninguna intención de retirarse, aunque hubiera cerrado sus casas de costura. Es más que probable que deseara con estos nuevos planes empresariales una estabilidad profesional para Ramón, una vez que él falleciera.

Hemos podido recoger interesantes relatos de empleados de Textil Tarazona que recuerdan la estancia de Balenciaga y Esparza en la hermosa ciudad del Queiles, su trato afable con patronistas y jefes de taller, las pruebas que realizaban con los prototipos de punto, incluso algunas anécdotas de los integrantes del equipo de dirección, conocidos popularmente como 'los vascos', y entre los que se encontraba un familiar de Esparza, formado también en la casa Balenciaga de París.

1972. El maestro en Tarazona. Fin del sueño

La última visita de Balenciaga y Esparza a Tarazona tuvo lugar a inicios de 1972, unas semanas antes de la boda de Carmen Martínez Bordíu, y del repentino fallecimiento del maestro en el sanatorio de la Sagrada Familia de Valencia la madrugada del 24 de marzo de ese año. Miguel Cardona, chófer de Balenciaga y último testigo vivo de su infarto en el Parador de Jávea y posterior traslado a Valencia, nos contó que, tras el entierro del costurero en el cementerio de Guetaria la tarde del sábado 25 de marzo, llevó al abatido Ramón Esparza esa misma noche a Lesaca.

Ante estos inesperados acontecimientos, Jesús Azcárate quiso continuar unos meses más con el proyecto de ‘prêt à porter’ de Balenciaga en Tarazona, aunque poco a poco se desvaneció, marcando el declive definitivo de una empresa que sería vendida al INI en 1977. Esparza, establecido de nuevo en París, ya preparaba desde mayo de 1972 el homenaje a Balenciaga que tuvo lugar el 26 de agosto en el Salón de la Elegancia de San Sebastián, y al poco tiempo fue llamado por la Maison Chanel para iniciar en marzo de 1973 la colección de alta costura del otoño-invierno 1973-74, sustituyendo a Gaston Berthelot. 

Hemos podido recoger interesantes relatos de empleados de Textil Tarazona que recuerdan la estancia de Balenciaga y Esparza en la hermosa ciudad del Queiles, su trato afable con patronistas y jefes de taller, las pruebas que realizaban con los prototipos de punto

La colección, presentada a finales de julio en los icónicos salones que ‘Mademoiselle Coco’ abrió en el 31, rue Cambon, con asistencia de estrellas de Hollywood como Yul Brynner y antiguas clientas de Balenciaga como Claudia Heard de Osborne, no alcanzó las expectativas fijadas por los propietarios de la marca, y la prensa reflejó que presentaba un estilo “Balenciaga chanelizado” que no tenía sentido. Pierre Yves Guillen incluso sentenció con cierta crueldad en su columna del diario ‘Combat’: “Entiendo que Ramón Esparza no quiera hacer declaraciones después de presentar la colección. Efectivamente, no tiene nada qué decir… ¡Pobre Mademoiselle Chanel! ¡Cuántas veces debe estar revolviéndose en la tumba después de los ensayos realizados en vano para ocupar su lugar en el trono de la alta costura! Pensábamos que la sucesión era difícil. Ahora sabemos que es imposible”.

Chanel no renovó a Esparza y el navarro, que había ayudado en algunos trámites a Diana Vreeland en la exposición ‘The World of Balenciaga’ del MET de Nueva York (marzo-junio 1973), se volcó eficazmente en 'El Mundo de Balenciaga' que tuvo lugar en el Palacio de Bibliotecas y Museos de Madrid (febrero-abril 1974). En 1987, sería además el principal responsable de la exposición ‘Homenaje a Balenciaga’ en el Palacio Miramar de San Sebastián, acariciando ya la idea del proyecto de un futuro Museo Balenciaga que, años más tarde y no sin superar infinidad de problemas de toda índole, cristalizaría albergando como fondo de depósito inicial su colección privada, adquirida por el Gobierno Vasco en 1988.

La última foto conservada de Ramón Esparza, que visitó en los últimos años de Balenciaga la localidad de Tarazona.
La última foto conservada de Ramón Esparza, que visitó en los últimos años de Balenciaga la localidad de Tarazona.
Mikel Mendizábal/Egunkaria.

Diez años después, un 30 de mayo de 1997, fallecía con 74 años recién cumplidos quien fuera durante más de dos décadas el compañero, asistente y fiel escudero de Balenciaga. Después de una agitada tarde cambiando unos muebles de una estancia en su Casa Juanamenea un infarto de miocardio en la madrugada del 27 o 28 de mayo segó su plácido retiro en Lesaca. Fue su sobrina Miren, aconsejada por el doctor de la familia Miguel Echegaray Agara, quien se encargó de su traslado urgente al Complejo Hospitalario de San Sebastián. Desgraciadamente no pudieron hacer nada por salvar su vida, falleciendo a los dos días en la UCI de Cardiología… ¡Hasta en su final se mimetizó con el maestro!

Aunque algunos le describieron maliciosamente como una figura de poco mundo, llegada de un pequeño pueblo navarro y siempre a la sombra del genio de Balenciaga, lo cierto es que fue educado en una familia donde el fomento de la cultura era esencial y es justo destacarlo. Incluso cuidó la amistad con figuras tan importantes como el músico Pascual Aldave y el pintor Luis Fernández. 

Miren recuerda siempre con mucho cariño a su tío Ramón, destacando además su viveza y nervio realizando mil y una actividades en la casa de Lesaca, donde custodiaba con mimo la biblioteca de su padre. También recuerda las divertidas discusiones con su primo Jesús Sarobe cuando juntos le estaban realizando el vestido para su boda con patrones Balenciaga. Sarobe había también trabajado durante años en el taller de sastrería de EISA en Madrid, seguramente gracias a las recomendaciones de Ramón.

*Esta investigación, que próximamente quedará recogida en un libro y un documental, la inicié en 2017, presentándola como ‘Conexión Aragonesa de Cristóbal Balenciaga’ en la exposición ‘El Siglo de Balenciaga’, comisariada por Pedro Usabiaga en febrero de 2019 en el Museo IAACC Pablo Serrano de Zaragoza. Agradezco sinceramente a la familia Esparza sus aportaciones biográficas, así como a Yolanda Polo, Vicerrectora de Cultura y Proyección Social de la Universidad de Zaragoza y a todo el equipo de Archivo de esta querida institución, por su amable disponibilidad y eficaz trabajo, cuando hace años me permitieron consultar el expediente universitario de Ramón Esparza.

*Enrique Lafuente se dedica al mundo de la moda y de la investigación, y lleva años trabajando sobre Cristóbal Balenciaga y Ramón Esparza, entre otros autores, como el aragonés Pedro Esteban.

Ramón Esparza de padrino de boda de Miren Esparza, en Lesaca, el 1 de junio de 1979.
Ramón Esparza de padrino de boda de Miren Esparza, en Lesaca, el 1 de junio de 1979.
Archivo Miren Esparza.
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