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José Ángel Delgado: "El Saraqusta film festival no puede ni debe pasar inadvertido"

Cineasta, productor y director del Saraqusta Film Festival, ha vivido con intensidad la tercera edición de un certamen que quiere honrar Zaragoza como sólida ciudad de cine.

José Ángel Delgado, en la clausura del Saraqusta Film Festival
José Ángel Delgado, en la clausura del Saraqusta Film Festival
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Quien no lo conozca dirá que José Ángel Delgado Frías (Zaragoza, 1974) es más bien serio. Pero no lo es del todo. Es un apasionado del cine, especialmente de la ciencia ficción y la fantasía conectada con la comedia y la realidad, y se ha pasado la vida queriendo hacer cosas, dibujos, grabaciones con la cámara, probaturas, hablando del secreto de los guiones y las imágenes, buscando manuales sobre cómo se hace cine, en qué consiste el eje. Ahora es el director del Saraqusta Film Festival de Cine Histórico y antes lo fue de la Asamblea del Cine Aragonés, luego de la Academia del Cine Aragonés (ahora lo es Jesús Marco) y es, con Antonio Tausiet y otros, uno de los creadores de los Premios Simón, que se entregan esta tarde. 

En una conversación larga de más de dos horas, salpicadas de nombres -amigos de infancia, familiares, compañeros de generación, actores y técnicos- da la sensación de que, sí, le gusta estar detrás de la cámara, en la producción y en la dirección, pero más aún le gusta quemar etapas, mirar al futuro, soñar, consolidar ideas. 

Padre de dos hijas, Alicia y Carmen, el cine le envenenó los sueños y le gustaría irse de este certamen con la conciencia tranquila y con un proyecto de futuro que no lo tambalee ni un huracán ni los vaivenes de la política. Así, sin ira, recuerda que durante muchos años en Aragón no hubo ayudas al cine. "Ahora, con este imaginario, con esta capacidad de trabajo, a nadie se le ocurriría algo así. Ahí están los festivales, la pequeña industria, la nómina de realizadores y técnicos, los galardones que se han recibido. Aragón es tierra de cine. Y no es una frase hecha".

Bonita certeza. Tal vez no siempre sería así. ¿Cuándo le hizo cosquillas el cine?Diría que hacia 1985 o 1986, con 'Regreso al futuro'. La fui a ver y el lunes, al ir a clase, la comenté con un amigo. Con sus once o doce años, como yo, me descubrió muchas cosas: la fantasía, las realidades paralelas, la idea de comedia, la ciencia ficción. Cuando, algo más tarde, volví a ver la película, primero en VHS, y luego en un cine de verano, me encantó.

Y ahí empezó todo.En cierto modo sí. Creo que hay otro momento clave: en COU con un compañero, en aquellos tiempos en que Martes y Trece estaba de moda, y otros cómicos, decidimos grabar unos sketches. Yo no tenía vis cómica ni madera de actor y vi que era mejor que estuviera detrás de la cámara. Me gustaba. Había otro detalle…

¿Cuál?De pequeño con un vecino mío, Rafa Medina, hacíamos inventos. Inventos de cosas que ya estaban inventadas. Por ejemplo, el cine. Con un papel translúcido de carbón vegetal, una lupa y una fuente de iluminación hacíamos nuestras pruebas. Y ya de algo más mayor probé en secreto con el Cinexin, y me pude comprar una cámara de super-8. En realidad, yo hubiera querido ser científico.

¿Por qué no lo fue?No tenía condiciones con la física y química, y lo dejé. En mi familia, que siempre me ha apoyado mucho, también había algunos maestros que me marcaron: mi tío Ángel Delgado, escritor y sacerdote progresista, luego lo dejó, que me orientó mucho en la lectura y la adquisición de libros, y mi tío Jesús Frías, con quien vi en el cine las películas de 'Star Wars'. Y mis propios padres..

Ah, sí. ¿Por qué?Ellos trabajan en Loscertales de dibujantes y delineantes. Hacían dibujos estupendos de muebles, de diseños de salones, de molduras. E incluso en una época hicieron muchos dibujos de pueblos aragoneses. Yo, sin ser muy bueno, tengo más gracejo que la media para el dibujo.

Intuyo que dejó las ciencias.Sí. Hice pintura en Alejandro Cañada y me fui a Barcelona a la Escuela San Jorge a estudiar Bellas Artes. Algo que me gustaba mucho. Los tres primeros años fueron comunes; y los dos últimos me centré en la imagen. Hice un proyecto un poco largo, 'Fin de trayecto Canfranc', que fue bien valorado pero no se pudo hacer. Tuve de profesores a Carles Ameller y el aragonés Fernando de Felipe. Aprendí y viví mucho. Y ahí, poco a poco, casi sin darme cuenta, me fui metiendo entre las nuevas generaciones de cineastas aragoneses: ya sabe, Miguel Ángel Lamata, Fernando Vera, Isabel Soria.

¿Y después, volvió a casa?Intenté conseguir trabajo en publicidad. Me harté de presentar currículos, sin éxito. Sin ser consciente del todo había sido una carga para una familia modesta como la mía. Entonces se pedían profesores de plástica y de medios audiovisuales, y logré una plaza. Fui profesor de los 23 a los 27 en Marianistas, y años después entre los 45 y los 49 he vuelto al aula en el mismo lugar. Como cineasta hice proyectos como 'Autopsia' y 'Trabas', donde exploraba eso de sentirse atado a la rutina. ‘Autopsia’ me la presentó Tonino Guitián y Alfonso Zapater me dedicó una contraportada de HERALDO. Fue como si perdiera los pies del suelo… No era para tanto.

Bueno. Usted ha seguido ahí: con la ACA, fue cofundador de la Academia Aragonesa de Cine y de los premio Simón.
La Asamblea de Cine había llegado a un punto no sé sin retorno. Había que seguir creciendo. Convocamos una reunión y recuerdo que planteé la idea de crear la Academia de Cine Aragonés. ¿Qué diría un veterano como Pedro Aguaviva? Dijo que sí y fuimos adelante. Nos costó elegir el nombre, pero nos inspiramos en los existentes: el Oscar en Estados Unidos; el César en Francia; el David Donatello, en Italia; el Ariel, en México. No podían ser ni el Goya ni el Buñuel ni el Forqué… Y se nos ocurrió, no sé bien si fue a Antonio Tausiet, si a José Ángel Guimerá, si fui yo, que los galardones fuesen los Simón. Por ‘Simón del desierto’ de Buñuel. Y ahí estamos.

¿Qué balance hace los cinco años de su presidencia?Mire, cuando Beltrán García Valiente recibió el premio con lágrimas en los ojos me di cuenta de que ganar este premio modesto enorgullecía y emocionaba. Tenía futuro. Me ha gustado mucho que todas las gentes del cine arropasen los galardones y que se sintiesen orgullosos.

Ha dado el salto al Saraqusta Film Festival, que ya lleva tres ediciones.Ha habido mucha gente que ha apoyado y apoya. Estamos ahí para sumar y solemos tener una media de entre 2.500 y 3.000 espectadores. No somos ni Valladolid ni Málaga ni Sitges ni San Sebastián, pero tenemos que trabajar todos para que Aragón y Zaragoza estén donde se merece. Habrá que enriquecer la fórmula, incrementar las apuestas, pero lo que quiero es que esto tenga futuro. Y luego que avance con otros, y que yo pueda seguir mi camino: en la realización, en proyectos televisivos (hicimos cosas como 'Bobinas’ con Mirella Abrisqueta y luego ‘Avalancha') y en películas.

¿Cómo evalúa esta tercera edición?El balance de los Saraqusta de este año es bueno. Hemos empezado con 'Florián Rey. De luz y de sombra', de Vicky Calavia, y tuvo un gran éxito 'Odón de Buen. El olvido del mar', de Mirella R. Abrisqueta. Estamos contentos y el Saraqusta Film Festival debe seguir evolucionando. No puede ni debe pasar inadvertido.

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