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"Cuando yo estaba a punto de desaparecer": cuatro poemas del libro póstumo de Ángel Guinda

El poeta, fallecido el 29 de enero de 2022, dejó concluido el poemario 'Aparición y otras desapariciones' que publica la editorial Olifante 

Ángel Guinda, retratado en plena enfermedad, cerca del fin, por su esposa Raquel Arroyo.
Ángel Guinda, retratado en 2014, en septiembre en el Museo Rodin, por su esposa Raquel Arroyo.
Olifante/Raquel Arroyo.

Dentro de unos días, saldrá a las librerías el libro póstumo de Ángel Guinda (Zaragoza, 1948-Madrid, 2022) ‘Aparición y otras desapariciones’ (Olifante), en el que estuvo trabajando, en cierto modo, casi en secreto a la vez que su ‘Los deslumbramientos seguido de ‘Recapitulaciones’ (Olifante, 2020) y en la preparación de su antología amorosa, ‘El arrojo de vivir’ (Olifante, 2022). “Ángel Guinda escribió ‘Aparición y otras desapariciones’ durante los últimos cuatro años de su vida. El último poema lo escribió precisamente el día de su muerte, el 29 de enero de 2022. El término ‘Aparición’ lo utilizó muchas veces, desde sus primeros poemas y ya en ‘Claustro’ tenía un poema que se titula así, ‘Aparición’”, explica su editora Trinidad Ruiz Marcellán.

Ángel, enfermo de cáncer, cambió radicalmente de vida: aunque jamás dejó de acudir del todo a donde lo llamaban para recitar, para presentar algún poemario, especialmente de autores jóvenes, se centró especialmente en volver a las salas del cine y a recuperar viejas lecturas y emociones. Cuenta Trinidad: “Este libro lo corregía continuamente y se autoexigía, como siempre, de manera obsesiva. Poeta visionario y consciente de su muerte cercana, el legado que aquí nos deja es su verdadero testamento poético”.

No solo dedicó poemas al adiós a la vida, que ya le rondaba, sino que abordó otros asuntos que siempre le habían interesado: la lírica metafísica, el amor, el paisaje, la crítica social, la experimentación. Por otra parte, el sello prepara un volumen con sus entrevistas completas, que tanto el poeta, muy meticuloso, como su viuda Raquel Arroyo conservaban como oro en paño. 

“Este libro lo corregía continuamente y se autoexigía, como siempre, de manera obsesiva. Poeta visionario y consciente de su muerte cercana, el legado que aquí nos deja es su verdadero testamento poético”, dice Trinidad Ruiz Marcellán a propósito de 'Aparición y otras apariciones'

Raquel, su cuarta esposa, ha estado muy pendiente de la edición como lo estuvo de sus últimos libros, entre ellos, el de sus escritos de arte: ‘Revelación y rebelión’. Guinda escribió reseñas de exposiciones y firmó, desde su juventud, muchos catálogos de arte. Trinidad Ruiz Marcellán, su primera esposa, compartió la despedida con Raquel Arroyo. La recordó así para HERALDO.ES: “Ángel Guinda, que ya vislumbraba el fin, preguntó: ‘¿Quién me cerrará los ojos?’. Poco antes morir cogió la mano de Raquel, su mujer, cerró los párpados y así se despidió. Estaba sereno. Como siempre había escrito de la vida y la muerte, había asumido muy bien su despedida”.

La propia editora firma un texto para acompañar a la edición: “Olifante irrumpe en 1979 con un propósito, una razón de ser: vivir por y para la poesía y, en ese sentido, la escritura de Ángel Guinda ha ocupado, desde el primer momento, una presencia permanente. Él alentó tal proyecto, pero también animó –con un profundo sentido ético y estético, no poca sabiduría y una conducta cifrada en la amistad y el amor– el crecimiento material de ese sueño sustentado ahora por otras muchas voces del panorama literario mundial, reunidas durante cuarenta y tres años de trabajo, para dar un lugar a la palabra rescatada tantas veces del olvido”, dice Ruiz Marcellán, y recuerda la importancia que ha tenido el poeta, profesor y traductor a lo largo de 40 años en el sello, que tiene desde hace años su sede en Litago. En Olifante publicó sus libros, sus traducciones, sus prólogos, sus notas de solapa.

“Olifante irrumpe en 1979 con un propósito, una razón de ser: vivir por y para la poesía y, en ese sentido, la escritura de Ángel Guinda ha ocupado, desde el primer momento, una presencia permanente", dice Trinidad Ruiz Marcellán

“Ángel Guinda ha sido, y es, un poeta rebelado y revelador que, partiendo de sus orígenes, da con la originalidad de una palabra puesta en pie que le ha acompañado toda su vida. El febril vitalismo del poeta, aún más real por la presencia de la muerte, ha marcado los espacios de incontables discípulos”. La editora adelante algunos proyectos en los que está trabajado su sello: “Nos complace anunciar que un equipo de expertos y amigos trabaja en los diversos tomos que configurarán sus ‘Obras Completas’, y que el biógrafo J. Benito Fernández prepara un esperado volumen que recogerá el itinerario vital del Poeta, por antonomasia, de nuestra editorial”. J. Benito Fernández, colaborador asiduo de HERALDO, a través de ‘Artes & Letras’, es biógrafo de Leopoldo María Panero, Rafael Sánchez Ferlosio y Juan Benet, entre otros.

Los restos de Ángel Guinda reposan en una casa-tumba en Trasmoz, que preparó Ricardo Calero.
Los restos de Ángel Guinda reposan en una casa-tumba en Trasmoz, que preparó Ricardo Calero.
A. C. /Heraldo.

Poemas de Ángel Guinda

Del poemario ‘Aparición y otras desapariciones’. Ángel Guinda. Olifante. Zaragoza, 2023.

*****

LA APARECIDA

La que de no gritar se hizo silencio.

Cargada con los escombros del dolor.

No llegabas a mí para quitarme nada.

No llegabas a mí para separarme de nadie.

Llegabas con el frío en tus ojos ardiendo.

Llegabas para que el aire me oxigenase entero,

adentro, adentro.

Inteligencia, armonía, belleza, claridad.

Eras la aparecida,

cuando yo estaba a punto de desaparecer.

*****

ANEMIA II

¡Qué anémico está el aire esta mañana!

Parece un monocromo de Manzoni

mi rostro sin color.

No es personal mi sangre, es colectiva.

Han escrito mis poemas

todas las sangres que me transfundieron.

*****

EL SEPULTURERO

He conocido a mi sepulturero,

tan joven que podría enterrarme cuatro veces.

Hemos hablado de la vida en el pueblo

(de la vida)

paladeando unos vinos.

Cuando nos despedíamos me restregó al oído:

seré amable

y le echaré la tierra con las manos.

Cuando me veas dormido

en la fotografía, dentro del ataúd,

tal vez querrás traducir mi silencio.

No existe diccionario de silencios,

pero existen diccionarios de recuerdos.

*****

EL CONVALECIENTE

[No es que tengamos poco tiempo,

sino que perdemos mucho.

Séneca. ‘De la brevedad de la vida’.]

Salía del hospital, volvía a casa:

la casa estaba en silencio y en calma,

la casa estaba en orden frente al caos del mundo.

Un libro abierto sobre la mesa me miraba,

esperé a entrar en el libro,

el libro me leía lejano pero al lado;

sus palabras de hielo hablaban como si el libro ardiese,

un rayo de sol entró por la ventana,

los cristales tenían gotas de lluvia seca;

las palabras lentamente se pusieron de pie,

yo deseaba regresar a mis cosas;

todo estaba en barbecho, en silencio, en calma.

Aquí me moriría, pensé.

Resucité de nuevo:

olía a eucalipto, espliego, lechetrezna.

El espacio seguía en calma;

y yo, ausente, volaba.

****

Un poema de Ángel Guinda, colocado en Trasmoz, cerca del cementerio donde reposan sus restos.
Un poema de Ángel Guinda, colocado en Trasmoz, cerca del cementerio donde reposan sus restos.
A. C. /Heraldo.

*Por cortesía de Trinidad Ruiz Marcellán, editora de Olifante, y Raquel Arroyo, viuda de Ángel Guinda.

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