LITERATURA. OCIO Y CULTURA

"El poeta Ángel Guinda alcanzará la gloria y su poesía, íntegra, finalmente permanecerá"

El escritor fue objeto de un homenaje en el Aula Magna del Paraninfo con más de 50 amigos y poetas que leyeron su poemario 'El arrojo de vivir'

El Aula Magna acogió ayer una fiesta de la poesía, de la emoción y de la gratitud al que acudieron más de 200 personas..
El Aula Magna acogió ayer una fiesta de la poesía, de la emoción y de la gratitud al que acudieron más de 200 personas..
Toni Galán.

ZARAGOZA. Raquel Arroyo Fraile, esposa, compañera y musa del poeta Ángel Guinda (Zaragoza, 1948-Madrid, 2022), señaló en una noche en que «los recuerdos se amontonan y atropellan» que había conocido a su marido, al que definió como «radicalmente poeta e íntegro», en un encuentro literario en Sitges en 1994 con autores como Álex Susanna,Luis Alberto de Cuenca y Luis García Montero. Jorge Semprún dijo que los poetas no ganan nada con sus versos, pero solo ellos alcanzan la gloria. Raquel evocó aquel instante y aseguró que algún día la lírica de Guinda «alcanzará la gloria. Su obra permanecerá». Resonó uno de los grandes aplausos de la velada de la presentación del libro ‘El arrojo de vivir’ (Olifante), que más que la puesta de largo del volumen póstumo, de 34 poemas de amor, algunos inéditos (que el vate llegó a ver y corregir), era el homenaje de la ciudad, de los amigos, de los poetas.

La poeta y editora Reyes Guillén coordinó el acto y Trinidad Ruiz Marcellán, editora de Olifante y primera esposa de Ángel Guinda, recordó la grandeza, la inspiración y la sensibilidad de un escritor que lo fue casi todo: poeta del lenguaje, poeta visionario, poeta filosófico, social, y también poeta de la pasión y del erotismo.

Recuento, emoción y amistad

Tres palabras resonaron especialmente en el Aula Magna –donde dio una conferencia Albert Einstein y donde un joven Guinda, efímero estudiante, acudió a algunas clases–. Fueron: gratitud, generosidad y amistad.

Gratitud porque Ángel Guinda fue un atento lector de los jóvenes poetas, los asesoró, los escuchó y les aconsejó en todos los términos, y muchos de ellos, jóvenes (como Aitana Monzón y Celia Carrasco Gil, entre ellos), no tan jóvenes y maduros, quisieron corresponder a sus gestos.

Generosidad porque el poeta siempre repartió palabras de aliento, incluyó a todo el mundo en antologías, en ciclos literarios y en diversas propuestas, y en algún caso empujó a la creación a algunos poetas, como recordó Mariano Castro. Y amistad, otro término próximo que fue ensalzado por muchos compañeros, desde Joaquín Sánchez-Vallés a Manuel Forega, Miguel Mena o Pepe Melero. Mena y Guinda, por ejemplo, se prometieron que sus restos serían esparcidos por Trasmoz y el Moncayo, y Félix Romeo, con sorna aragonesa, les dijo: «Pesados. ¡Vais a dejar el monte hecho un asco!». Forega recordó un viaje en su 127 color musgo y uno de sus primeros libros. Y Pepe Melero retrató al poeta siempre vestido de negro en su juventud, que jugaba con las palabras, y que acabó siendo un maestro del afecto y de una poesía rigurosa, de versos transparentes y conmovedores.

Aspecto general del Aula Magna durante la presentación de 'El arrojo de vivir'.
Aspecto general del Aula Magna durante la presentación de 'El arrojo de vivir'.
Toni Galán.

Maribel Sánchez, «su abogada del diablo», contó una de las mejores anécdotas de la noche: recordó que cuando en 1986 Ángel escribió aquello de «eyaculad en el ano de Dios hasta convertirlo al placer», fue denunciado por delito de faltas y tuvo que defenderlo. Al final, la jueza le dijo que sentía mucho pero que tenía que multar levemente a su marido blasfemo. Creía que Ángel Guinda era su marido, cuando en realidad lo era Rosendo Tello. En desacuerdo con la sanción, Maribel interpuso recurso y ante otros jueces, dio a entender que más conservadores, logró que le quitasen la sanción al autor de ‘Vida ávida’.

La muerte, la filosofía, los otros

Se habló mucho de la muerte, un tema que obsesionó siempre al escritor que «nació matando». Miguel Ángel Longás acudió a Horacio y dijo una verso preciso: «No moriré del todo». Otros recordaron sus vínculos con Blas de Otero, su pasión por Pedro Salinas, especialmente por ‘La voz a ti debida’, y por Luis Cernuda, su militancia comunista, como indicó Tomás Bosque. Mariano Berges abordó la vertiente filosófica, y aludió a «una filosofía interna, de ecos» y a la «humildad franciscana de sus poemas» que se resumen en un principio y en un autorretrato: «Escribo como vivo, escribo como soy».

Enrique Ester reveló que lo había entrevistado y que le confesó, entre otras cosas: «La poesía es una actitud ante la vida y una de las mejores soluciones contra la muerte».

Así fue avanzando la noche en la que se mezclaron los testimonios, los recuerdos, las emociones, el cariño, el copioso anecdotario, el propio humor de Ángel Guinda y la lectura de los poemas de ‘El arrojo del vivir’: hasta medio centenar de voces, entre ellas las de actores y rapsodas como María José Moreno, Mariano Anós y Luis Felipe Alegre de El Silbo Vulnerado, que recitó cuatro textos, entre ellos ‘Te seguiré queriendo’ y ese poema carnal, intenso y bello, inspirado por Raquel Arroyo, que es ‘El placer’.

Ricardo Calero presentó un vídeo de Fuendetodos: bajo la tierra descubre las letras que forman el nombre del poeta, las limpia de polvo, y conforma el nombre de un hombre condenado a ser inmortal. María José Hernández cantó la versión musical del poema ‘Adamar’, que significa «amar mucho».

Ángel Manuel Guinda Casales amó mucho, de palabra y obra, y recibió la recompensa en vida y más allá de la muerte.

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