Las galerías aragonesas achacan a la falta de resultados su ausencia en ferias como Arco

Solo la gestora cultural y comisaria de arte independiente Olga Julián acude a una de las citas paralelas, JustMad, con obra de tres artistas 

'Aquí murió Picasso', de Eugenio Merino, una de las obras que más está llamando la atención en las primeras horas de Arco.
'Aquí murió Picasso', de Eugenio Merino, una de las obras que más está llamando la atención en las primeras horas de Arco.
Juan Carlos Hidalgo/Efe

La ‘Semana del Arte de Madrid’ arranca este jueves, y ninguna galería aragonesa participa ni en Arco, ni en Urvanity Art, JustMad, el Salón del Arte Moderno, Art Madrid o Hybrid Art Fair. 

Ni siquiera, como ocurrió en otras ediciones, va a haber un estand institucional del Gobierno de Aragón. Tan solo la gestora cultural y comisaria independiente Olga Julián, que no tiene sala abierta al público, participará en JustMad, feria internacional de arte emergente contemporáneo que se celebra en el Palacio Neptuno de Madrid. Promocionará obras de Coco Escribano, José Moñu y Eduardo Lozano. En los últimos 40 años esto solo había sucedido en 2016. Atrás quedan ediciones como la de 1995, en la que seis galerías (de las que actualmente solo sobreviven dos en Aragón) participaron en ARCO: Miguel Marcos, Fernando Latorre, CAZ, Spectrum, Antonia Puyó y Zaragoza Gráfica.

Así las cosas, quien quiera ver obra de artistas aragoneses tendrá que espigar entre los estands de las diferentes ferias. En Arco, la galería Fernando Pradilla de Madrid va a llevar tres obras de Fernando Sinaga; Maisterravalbuena, también de la capital de España, presentará varias pinturas de Néstor Sanmiguel; y Jorge Fuembuena, cuya obra estará en la colección Exit con ediciones en gran formato, mostrará también sus fotografías en el estand de la galería Max Estrella. Y artistas como Víctor Solanas-Díaz, un fijo de la galería Antonia Puyó, llevan una instalación, ‘Site Specifics’ a JustMad.

¿Qué está pasando? Para Julio Álvarez, responsable de la decana de las galerías aragonesas, Spectrum (19 años en Arco), el dictamen está claro: "Las galerías dependen del mercado. Si existe, tienen sentido y razón de ser; si no hay coleccionistas públicos y privados van desapareciendo. Y eso es lo que, desgraciadamente, estamos viendo en los últimos años en Aragón. El problema no es que no existan galeristas con ilusión, sino que no existe mercado",

"Las galerías dependen del mercado. Si existe, tienen sentido y razón de ser; si no hay coleccionistas públicos y privados van desapareciendo. Y eso es lo que, desgraciadamente, estamos viendo en los últimos años en Aragón"

De parecida opinión es una de las galerías más jóvenes, La Casa Amarilla. "No hay mercado ni coleccionistas públicos y privados –señala Chus Tudelilla–. Y, además, muchas galerías no encajamos en unas ferias cuyos resultados demuestran que no avanzamos nada, que hay un abismo entre los gastos y las ventas".

Otras ciudades han adelantado a la capital aragonesa. "Las artes visuales están bajo mínimos en Zaragoza –añade Tudelilla–. No tiene nada que ver la situación actual con la que se vivía en los años 80-90 ni con lo que ocurre hoy en ciudades como Valencia, con muchas galerías y museos impulsando la creación contemporánea. Alguien tendrá que contar lo que ha pasado aquí en los últimos 30 años".

"El mercado más boyante está hoy en Madrid –añade Patricia Rodrigo, de la galería Antonia Puyó–. El hecho de que Nogueras Blanchard, de Barcelona, haya abierto sala en Madrid; o que la pamplonesa Pérez de Albéniz se haya trasladado a la capital de España, al igual que cuatro firmas andaluzas o alguna más del País Vasco, es muy significativo. La única salvación para las galerías de la periferia es acudir a las ferias, pero eso cuesta dinero".

Carmen Terreros, por su parte, amplía el foco: "Antes que nada hay un problema social, y es que existe un gran desconocimiento y falta de empatía y sensibilidad hacia lo que es una galería y el papel que desempeña en la sociedad. Coleccionismo yo creo que aún existe, en cierta medida, aunque falta confianza en lo que hacemos y en muchas ocasiones prefiere comprar fuera de Aragón. Y, por último, las instituciones tendrían que ayudarnos, a las cuatro o cinco galerías que aún existimos, a darnos visibilidad".

Cristina Marín ha renunciado a participar en las ferias paralelas a Arco porque "suponen un alto coste y, tal y como está ahora el mercado, resulta bastante arriesgado. No compensan los resultados".

Los casi 20 años que lleva en la profesión no han acabado con su optimismo. "Este es el trabajo más maravilloso que existe –subraya, aunque luego matiza–. Pero hay que tener claro que en el mundo del arte, sin despreciar los resultados económicos, no son lo primero que se busca. Las ayudas institucionales, aunque existen, serían deseables en mayor cuantía". 

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