FLORES

Todo sobre la mimosa, la flor efímera y con 'fans' que ilumina el invierno

En medio del frío invernal, esta flor rozagante se convierte en un pequeño gran fenómeno de ventas. Aquí van trucos para elegir el mejor ramo, que luzca perfecto y dure más.

Ramos de mimosas en la floristería El Buen Jardinero de Zaragoza.
Ramos de mimosas en la floristería El Buen Jardinero de Zaragoza.
Oliver Duch

Solo el número y la calidad de las miradas que uno recibe por la calle cuando carga con un buen ramo de mimosas podrían dar cuenta del poder de atracción de estas flores. Las razones no son pocas. Primero, su vistosidad, esa mezcla de verde en contraste con un sinfín de aterciopeladas bolitas de un amarillo rabioso. Segundo, esa explosión de color es una suerte de luz al final de túnel del invierno en el que estamos inmersos, una flor que explota a bajo cero pero que le pone a uno cuerpo de primavera. Sin salir del plano emocional, hay otro punto a favor: su carácter efímero la hace aún más deseable, un ahora o nunca al que es difícil resistirse. Algo que sucede con muy pocas flores más, si acaso la peonía, ya en primavera.

Un arreglo con mimosas de la floristería Flowerstein de Zaragoza.
Un arreglo con mimosas.
José Miguel Marco

Por si fuera poco, parece como si la sabia naturaleza supiese que ha de actuar como elemento antidepresivo en plena bajona invernal: "Las flores que florecen en invierno son amarillas y azules en primavera", explica David Navarro, florista de El Buen Jardinero (Porvenir, 15, Zaragoza).

En general, es tiempo de mimosa desde mediados de enero hasta el comienzo del mes de marzo. En Italia, por ejemplo, el Día de la Mujer, el 8 de marzo, se celebra regalando un ramito de esta flor y poniendo así el punto final a su temporada.

Volviendo al terreno de lo práctico, puede decirse que la mimosa es un muy 'buen partido' decorativo: por unos precios bastante asequibles, que se mueven por lo general entre los 10 y los 15 euros, uno se lleva a casa un ramo de gran tamaño, que anima mucho la casa, da muy buen olor y es bastante más duradero que la media.

"La mimosa no es que seque mejor que otras flores, es que dura más", matiza Navarro."Una mimosa se mantiene más tiempo fresca, pero en realidad acaba teniendo peor aspecto a la larga que una rosa bien secada", aclara.

Para reconocer un buen ramo fresco de mimosa, que viene del árbol del mismo nombre, hay que fijarse en el color. "Las bolitas han de estar amarillas chillonas, tanto si se muestran ya pomposas (con ese aspecto aterciopelado) como si aún están un poco más cerradas", indica David.

Cuando la mimosa se va secando, la flor se va encogiendo y adquiriendo tonos menos vivos que tienden a mostaza o con matices ocres.

A pesar de esa idoneidad natural de la mimosa para ofrecer un buen aspecto durante más tiempo, hay trucos para que se seque óptimamente. "Lo ideal es poner en agua la mimosa cuando la compramos, pero cuando se le empiecen a caer las hojas y/o por el color veamos que le queda poco, hay que sacarla del agua, porque es la única manera de que no se deshaga, de lo contrario se caen la bolas. Sin agua pierde color, pero la mimosa se mantiene prácticamente intacta", cuenta la florista Ruth Albero.

"Al final por lo que vale una mimosa, puedes tener un gran ramo bastante días y según se va secando hacer ramos chiquititos, o colgar un detallito en la pared... es muy versátil", opina. "Y luego está el olor. "Se ha comprobado que el aroma de mimosa es relajante", dicen en El Buen Jardinero.

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