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Los Antolín y Francisco de Goya

Del famoso actor Mario Albar, admirado por Benavente, y de su hijo el dramaturgo y crítico de arte Mario Antolín Paz

Los Antolín y Goya.
El dramaturgo y crítico de arte Mario Antolín Paz.
Archivo Familiar Antolín Paz.

Cándido Antolín Lorente, que había sido alumno de Santiago Ramón y Cajal, fue médico odontólogo en Zaragoza durante muchos años y en nuestra ciudad murió en enero de 1965, a los 82 años. Pero fue más conocido como actor, y con el nombre artístico de Mario Albar obtuvo grandes éxitos en la escena española. Tantos, que el mismísimo Jacinto Benavente tenía una foto suya en su despacho, pues fue quien mejor interpretó el papel de El Rubio en ‘La Malquerida’.

Escribió también muchas obras, fue Premio Calderón de la Barca en 1950 (compartiendo galardón con José Luis Sampedro, entre otros) y el primer actor español que tuvo un título universitario y conferenció en el Ateneo de Madrid. Tras una brillante carrera teatral, abandonó los escenarios y se dedicó a ejercer la odontología en Zaragoza. Pero nunca abandonó su pasión por el teatro y aquí fundó y presidió la conocida Tertulia Teatral de Zaragoza, que llegaría a obtener el Premio Nacional de Teatro. 

En Zaragoza, en 1930, nació su hijo Mario Antolín Paz, también médico, periodista, crítico de arte y conocido director teatral que puso en escena obras de Alejandro Casona, Juan José Alonso Millán, Alfonso Paso… Se casó con la actriz María Fernanda d’Ocón (a la que vi en Zaragoza interpretar ‘El círculo de tiza caucasiano’, de Bertolt Brecht, en el Principal), fue subdirector general de Teatro en el Ministerio de Cultura, Medalla de Oro al mérito en las Bellas Artes y académico correspondiente de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando y de la Real de Nobles y Bellas Artes de San Luis, de Zaragoza.

Recuerdo esto último, porque a nuestra Academia de San Luis legó a su muerte, en 2003, una relevante biblioteca sobre Goya. Antolín fue un gran coleccionista de libros sobre el pintor (uno de los más importantes que he conocido, junto con el doctor Luis Pérez Serrano y Ernesto Tolosa) y dejó a la Academia un notable fondo bibliográfico sobre el pintor de Fuendetodos, que, en mi condición de bibliotecario de aquélla, he estado reorganizando estos meses con la ayuda de la técnico de patrimonio M.ª Carmen Aguilar.

Entre esos libros, unos 600 aproximadamente (una tercera parte de los que Ernesto Tolosa reconocía atesorar en 2003), están el famoso estudio biográfico y crítico de Paul Lefort, publicado en París, en 1877, con el catálogo razonado de su obra (por el que Antolín pagó 600 euros en mayo de 2001, pues se conserva dentro la factura), el libro de Hugh Stokes impreso en Londres en 1914, con los capítulos 2 y 3 dedicados a Aragón y Zaragoza, el ‘Don Francisco de Goya’ de Manfred Schneider, que vio la luz en Leipzig en 1935, o dos clásicos españoles: la edición de los tapices que hizo Valentín de Sambricio en 1946, y los dos tomos conteniendo los dibujos de Goya que el Museo del Prado publicó en 1954, «reproducidos a su tamaño y en su color», con introducción y notas de Sánchez Cantón e impresos magníficamente por Hauser y Menet. La donación de Antolín a Zaragoza y a los aragoneses (pues a su servicio está en la Academia) merece todo nuestro reconocimiento.

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