275 años de goya 

Janis Tomlinson: "Goya tenía el poder de la invención, la idea precedía a la pintura"

Cátedra publicará en español 'Goya: a Portrait of the Artist', una biografía de casi 500 páginas que recrea como ninguna otra al pintor. 

La historiadora del arte Janis Tomlinson, durante una visita al Museo de Zaragoza.
La historiadora del arte Janis Tomlinson, durante una visita al Museo de Zaragoza.
Francisco Jiménez

¿Cómo es su biografía de Goya, que ha sido tan aplaudida en Estados Unidos?

Es el libro que me hubiera gustado leer al comenzar mis estudios sobre Goya. La he escrito pensando en el lector que no sabe mucho de cómo era España en el siglo XVIII. Aquí en Estados Unidos tenemos una visión un tanto simplista de España, pero esa visión en cierta manera también está extendida en la propia España, que cree en el "heroico" Carlos III y en el "malvado" Carlos IV. He leído todo tipo de fuentes y he buscado conexiones entre ellas. Y las he encontrado. Como han propuesto varios historiadores, hay que repensar mejor la Corte de Carlos IV y el papel del monarca como mecenas del arte. Heredó un país con graves problemas presupuestarios y quiso salvarlo, pero tuvo que luchar contra crisis agrícolas, peste y fiebres amarillas. Fue una época difícil, y en ella vivió Goya, aunque lo hizo en un universo pequeño y de gente muy afortunada.

¿Cuándo sufrió el 'flechazo' por Goya?

Yo estudié en Barcelona, por el trabajo de mi padre, que dirigía un programa de estudiantes americanos en la ciudad condal, un programa que ahora está también en Zaragoza, el School Year Abroad. Y, como estudiante, un día visitamos el Museo del Prado y allí vi a Goya. Algo debí comentar sobre que su pintura me había gustado porque faltaba un mes para cumplir 17 años y mi mejor amiga me regaló ese año un libro sobre Goya que aún conservo. Luego volví a América, para hacer mis estudios universitarios, e hice Historia del Arte en la Universidad McGill de Montreal. Allí la mayoría de los alumnos hablaba francés o inglés y a mi interesaba lo español, la literatura del 98... El otro día revisaba unas cartas que envié en aquella época a mis padres y vi que una de ellas les comentaba que estaba haciendo un estudio comparando lo grotesco en Valle-Inclán y la obra de Goya. Así que la figura del pintor ya estaba allí, aunque en aquella época no esperaba ni mucho menos que iba a convertirse en el trabajo de toda mi vida. Luego estuve un año en la Universidad Autónoma de Barcelona, donde descubrí el arte románico catalán, que me atrajo poderosamente y llegué a pensar que le dedicaría mi tesis doctoral. Pero empecé a hacer másters y cursos y al final Goya se impuso.

Empezó estudiando los tapices.

Sí. Y mientras los estudiaba iba descubriendo cosas que me interesaban pero que no entraban dentro de ese tema y dejaba para más adelante, iba leyendo lo que escribían los demás... Con Goya ha ocurrido que en los últimos treinta años han aparecido numerosos estudios sobre su vida y sus coetáneos, gracias en gran parte a los especialistas aragoneses como Arturo Ansón, Ignacio Calvo Ruata o José Luis Ona. Hay mucha información nueva, se va aprendiendo y todavía estamos aprendiendo cosas, hay documentos que se han descubierto hace relativamente poco tiempo, como el expediente matrimonial del pintor, y que nos han dado mucha información. Y en los próximos años seguramente se descubran algunos más. Es interesante estudiar a un artista del que existe tanta documentación. Se ha aprendido mucho del 'Cuaderno italiano', que se publicó en el 93, de las cartas que escribió a Zapater, que se publicaron a principios de los años 80...

¿Qué periodo le resulta más atractivo en la vida de Goya?

Para mí, el que va de 1789, cuando le nombran pintor de la Corte, hasta 1799, cuando es ya primer pintor de cámara. Es un periodo en el que poco a poco se va rebelando contra la que tenía que hacer en Madrid, contra el academicismo... hasta llegar a ‘Los Caprichos’.

Pero él quería triunfar en Madrid.

Sí, quería ser retratista de la Corte, no le satisfacía hacer cartones para tapices. Logra lo que quería en 1789, como pintor de cámara, y en la década 1789-99 llega a ser el retratista preferido de la corte, y también pinta escenas religiosas, como en San Antonio de la Florida. Después de terminar 'La familia de Carlos IV' está trabajando para Godoy, parece que los reyes no le han pedido nada y está haciendo otras cosas. Tiene mucho trabajo en Madrid como retratista de los intelectuales y de la alta sociedad pero también creo que su propio foco cambia. Y ese interés por prosperar en la Corte va convirtiéndose en el deseo de tener una vida más privada. Se muestra más interesado por su familia en 1803, da las láminas de los 'Caprichos' a la Calcografía a cambio de un pago anual a su hijo para que pudiera viajar. Su hijo se casa, pinta retratos de la familia de su nuera, algunos de ellos aún sin identificar, aunque parece ser que la 'Mujer con abanico' del Museo del Louvre es su nuera. Parece muy concentrado en su familia.

¿Cuál cree que fue el rasgo fundamental de su carácter?

Era un hombre con una gran determinación, que sabía desde muy temprano que tenía vocación de pintor y que iba a serlo. Por eso cuando sufrió algún revés buscó nuevos caminos, como cuando no tuvo éxito en dos competiciones de la Academia, que decidió irse a Italia a estudiar pintura. El sabía que nada le iba a quitar de la cabeza el ser pintor: tenía el poder de la invención, y para él la invención era lo más importante, la idea precedía a la pintura. Era un hombre que no tenía mucho tiempo, pero que a la vez era muy sociable, que los nobles le invitaban a cazar y él aceptaba. A la gente le gustaba estar un rato con Goya y eso lo ayudó.

¿Hasta qué punto le afectó la sordera?

Hay especialistas que creen que entró en crisis, pero yo no lo veo así. Está documentado que buscó tratamiento pero no lo encontró. Tuvo que aceptar su sordera y siguió adelante, trabajando, haciendo dibujos privados, experimentando con obras más pequeñas, de gabinete, y un año más tarde ya había vuelto a hacer retratos de encargo. Creo que para él fue una mayor crisis vital la muerte de Martín Zapater en 1803. Se tuvo que sentir muy solo porque eran como hermanos. Aunque no tengamos correspondencia posterior a 1790, sabemos que sin duda seguían en contacto. La muerte de Zapater hizo que Goya se reconcentrara en su vida privada, en su familia. Creo que le hizo reflexionar en lo que estaba haciendo con su vida. Además, la soledad puede dar mayor capacidad para crear. Después de la sordera, le fue difícil hacer nuevos amigos. Los retratos que pinta, de Zapater, Iriarte, Cean Bermúdez, son de personas que ya eran sus amigos antes. Su vida se hizo más privada. Se intentó comunicar pero conocer gente nueva le tuvo que resultar más difícil. Se hizo más ensimismado, pero sin el sentido peyorativo que hoy damos a la palabra.

¿Qué tal se llevaba con el resto de los pintores de su época? Parece que no tuvo amigos entre ellos.

Goya veía a muchos pintores como sus rivales en la corte. Tuvo más amistad con arquitectos, como Juan de Villanueva o Juan Antonio Cuervo, a los que hizo retratos excelentes. Los artistas le respetaban, sobre todo porque sabían que Goya era alguien distinto. Iba en contra de lo que se enseñaba en la Academia, a la que mandó sus obras para mostrar a sus compañeros qué era lo que estaba haciendo, pero también cómo se debía de pintar. Era una manera de decirles: "Así es como se hace algo nuevo. Esto es lo que harían los pintores si se enseñara como decía yo en mi informe de 1792, sin reglas, sin premios, solamente empujar a los que de verdad tienen talento y no perder tiempo con teorías". Estaba en buenos términos con sus compañeros pero mantenía las distancias, tenía mucha cautela con los demás artistas en la Corte. No se fiaba mucho de ellos.

Si no hubiera crecido con Bayeu, ¿hubiera sido un artista distinto?

Completamente. La influencia de la familia Bayeu fue decisiva. Hay documentos que sugieren que estudiaba con Bayeu antes de que éste se fuera a Madrid en 1763. Y luego se supone que pasó temporadas en Madrid ayudándole, como cuando Bayeu se cayó del andamio pintando en el Palacio Real y se lastimó. Cuando Goya se presentó al concurso de pintura de la Academia de Parma lo hizo como alumno de Bayeu, luego volvió a Zaragoza y pintó el Coreto, y más adelante la 'Regina Martyrum', se prometió con la hermana, Josefa... Yo creo que Bayeu pudo influir hasta en que le hicieran el encargo de Aula Dei. En un documento después de la muerte de Mengs, Goya dice que Mengs le llamó a la Corte. Me parece más probable que fuera Bayeu el que le consiguiera un trabajo pintando cartones para tapiz porque lo primero que hizo fue completar una serie que había comenzado Ramón Bayeu.

Hay quien lo ha pintado como un genio solitario.

No lo fue. Estuvo rodeado de amigos y de familia a lo largo de toda su vida. Incluso en algunos episodios en los que se le ha querido ver solo, como cuando desde Burdeos se fue a París, tampoco lo estuvo, porque en la capital de Francia estaba su consuegro y la cuñada de su hijo y luego volvieron todos juntos a Burdeos.

¿Vio arte en París?

Podemos suponer que sí, aunque la policía parisiense le estuvo vigilando durante un par de semanas, como miembro destacado de la Corte española que era, y dijeron que solo salía de casa para pasear. Está la duda de si visitó o no el salón de pintura que se inauguró a finales de agosto. No lo sé, en cualquier caso podemos imaginar qué pensaría Goya de lo que se exponía allí: que era en su mayor parte arte académico. Y sabemos también la pobre opinión que tenía del arte académico. Sería interesante saber si coincidió en algún momento con Delacroix, que en aquel momento era un joven que buscaba abrirse paso en París y que se confesaba admirador de los grabados de Goya. Pero no sabemos si ese encuentro se produjo.

Usted no cree en el Goya 'político'.

No. Es cierto que estuvo rodeado de intelectuales reformistas e ilustrados. Y sin duda esas ideas le influyeron. Pero no creo que se le pudiera aplicar la etiqueta de 'liberal' o 'reformista'. Esas categorías no estaban tan difundidas en la época, se han difundido después, por los historiadores que a partir de mediados del siglo XX se han ocupado del siglo XIX. No está probado con cartas o documentos que fuera una cosa o la otra.

Goya en la Guerra de la Independencia. Algunos de sus cuadros son iconos, símbolos de la lucha contra las tropas francesas. Sin embargo él siguió siendo pintor de la Corte de José Bonaparte.

En este punto fue muy esclarecedora la exposición 'Goya en tiempos de guerra', que se celebró en el Museo del Prado en 2008. Pero aún así el tema es muy complicado. Sabemos que en otoño de 1808 fue a Zaragoza a ver las ruinas de la ciudad, invitado por Palafox. Pero en diciembre de ese año ya estaba de vuelta en Madrid. Es el momento en que 23.000 cabezas de familia fueron a sus respectivas iglesias parroquiales a jurar su apoyo a José Bonaparte. Hay un documento de febrero de 1809 que dice que Goya estába en ese momento ausente de la corte. Creo que intentaba salir de allí, algo que se menciona en un documento de 1814, cuando están intentando probar que era fiel a la monarquía española durante la ocupación francesa. El caso es que volvió y empezó a hacer cosas, a ayudar haciendo inventarios, retratando a miembros de la nueva Corte de José Bonaparte... No está tan claro como se cree que fuera muy antifrancés, aunque parece que nunca tuvo un puesto oficial y con sueldo bajo el mandato de José Bonaparte. No como Maella, que sí lo tuvo y lo sufrió posteriormente porque, al volver Fernando VII, perdió su lugar en la Corte. Goya no. También es posible que hiciera un retrato a caballo de José Bonaparte. Hubo muchos españoles que apoyaron al monarca francés, y algunos sufrieron por ello, como Moratín, que no regresó a Madrid. Supongo que habría gente que supiera que había hecho retratos de los afrancesados, pero cuando volvió Fernando VII nadie dijo nada. Creo que tenía amigos influyentes que le ayudaron, porque también al final de la guerra la Inquisición se interesó por quién había hecho la 'Maja desnuda', que estaba en la colección de Godoy. Pero en los archivos no hay documentos que nos hablen de que la Inquisición actuara contra Goya y sí contra otros artistas. Volvió a la Corte e hizo los retratos de Fernando VII y del duque de San Carlos, que es uno de los cuadros suyos que más admiro. El hecho de que pudiera haber pintado a Bonaparte y luego retratara a Fernando VII tampoco debe sorprendernos. Su coetáneo en Francia, Jacques-Louis David, pintó para los Reyes, luego para los líderes de la Revolución Francesa y finalmente para Napoleón. Eran artistas que trabajaban para la Corte, no para un monarca determinado.

¿Era iletrado?

Esa idea no tiene base. En su informe personal a la Academia de San Fernando emplea un lenguaje bastante sofisticado. En su día se inventó eso de que Moratín había puesto los títulos de 'Los Caprichos', pero por los títulos de sus dibujos vemos que eran de Goya. Tienen mucho humor, a veces sirven de contrapunto a la imagen.

¿Cuánto vio de la guerra?

No lo sabemos. El estaba en Madrid cuando llegaron los franceses en marzo de 1808, eso sí. Pero algunas cosas que plasmó en los 'Desastres de la guerra' son inventadas. No hay que olvidar que a lo largo de toda su vida había mostrado interés por las tragedias y los hechos violentos, por los crímenes, las violaciones. Imaginaba temas relacionados con la miseria humana que no tenían cabida en ningún encargo. Después de la guerra y de ser testigo del hambre en Madrid, Goya investiga aún más el lado oscuro del ser humano, la crueldad, y lo vemos ya perfectamente en los 'Disparates', en cuanto investiga en ellos el abandono de la razón. Esta serie no la hubiera hecho sin la guerra. Goya sufrió todo lo que había sufrido su país, lo interiorizó y lo exprimió en los 'Disparates'. Hablamos mucho de las 'Pinturas Negras' y tendríamos que hablar más de esta serie de estampas porque en ella se muestra el Goya más fantástico, más visionario, sin ningún freno. En estos grabados se siente la pasión, la inhumanidad de la gente. En las 'Pinturas negras' hay cierta narrativa y por eso podemos poner nombre a las escenas. Pero lo que ocurre en los 'Disparates' no se puede explicar en una línea de texto. No se pueden reducir a un título. Se siente la pasión, la miseria, la inhumanidad de la gente. En uno de ellos se ve a un hombre pobre, sentado, cuyo rostro es la viva imagen de la miseria. Está rodeado por otros hombres que parece que se disponen a atacarle (Tomlinson se refiere al 'disparate' 17, 'La lealtad'). El último rasgo de esperanza en toda la escena lo aporta un perrito a los pies de este hombre, que está ladrando y parece querer protegerlo. El perro es el único que muestra algo de humanidad en la escena. ¡Hay tanta crítica social en los grabados de Goya!

¿Tuvo taller?

No creo. Sabemos que tenía asistentes, alguno pagado por la Corte, como también los tuvo Maella, y aprendices que le ayudaban, como Felipe Abás, que era de Zaragoza. Tenemos algunos nombres de sus asistentes, pero un taller es otra cosa. Yo me pregunto, ¿siendo artista de la Corte, necesitaba taller? Ya tenía todo el apoyo que pudiera necesitar. Es difícil probar que tuviera un taller, no hay documentos.

¿Cómo habría que encarar el catálogo razonado de Goya?

Es un proyecto que tenemos que abordar en la Fundación Goya en Aragón. Será una tarea difícil. Hay quien sugiere que habría que hacer una especie de 'comité Rembrandt'. No tengo detalles de cómo se gestó ese comité. Pero muchas veces resulta difícil que los expertos de Goya hablen entre ellos. Hay que estar abierto a dialogar con especialistas que tengan una opinión diferente a la tuya. Y es complicado, porque antes de sentarse a hablar hay que dejar los egos en la puerta. Y eso es difícil para todos, incluido para mí. Será un trabajo largo pero en algún momento habrá que abordarlo.

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