Diego Peña: "En la comedia hay que tener cuidado, pero no hay que autocensurarse"

El humorista zaragozano estrena hoy en el Teatro Principal de Zaragoza su nuevo espectáculo ‘¿Qué narices pinto aquí?’ (18.00) dentro del festival Zaragoza Comedy

El cómico zaragozano Diego Peña
El cómico zaragozano Diego Peña
Javier Belver

Perdone que sea tan brusco, pero ¿qué narices hace en ‘¿Qué narices pinto aquí?’

No lo sé muy bien. ¿Qué fue primero el huevo o la gallina? Es un ‘show’ que surge por una necesidad de hacer reír y de crear comedia en estos momentos tan oscuros. Lo primero que vino fue la oportunidad por parte de Zaragoza Comedy de tener una fecha en el Teatro Principal. Y tras ese reto me pregunté: «¿Qué narices pinto aquí?». No podía hacer un espectáculo ya mostrado, tenía que estrenar algo nuevo.

Un espectáculo dirigido de nuevo por el actor Rafa Blanca...

Es el tercero que me dirige y tiene mucho en común con los dos anteriores. A veces hablamos de que estamos cerrando una trilogía. Somos muy de los 80 y de aquellas trilogías míticas del cine.

¿Impone actuar con todo el aforo vendido en el Teatro Principal de Zaragoza, aunque ahora esté reducido a la mitad?

Es un lujo. Para mí directamente es un sueño hecho realidad desde que vi allí a Tricicle con 12 años y soñé que algún día podía ser cómico.

Paco Mir, Joan Gràcia y Carles Sans siempre salían a la puerta del teatro a despedir al público...

Fue extraordinario. Era una de las primera veces que iba al teatro, siendo un zagalín. Los había visto antes en la tele, pero aquella experiencia resultó increíble: la energía y las risas que generaban con cada gesto... espectacular. Aquel día recuerdo que dije: «Ojalá fuera cómico. Me gustaría ser cómico».

Parece que empezó ayer y ya va camino de cumplir 20 años sobre el escenario. ¿Ha cambiado su manera de trabajar, de hacer humor?

Creo que sí. Cuando empecé, hace 18 años, no había escuelas de monólogos, ni cursos. Prácticamente, estábamos creando de la nada en aquel bum de los monólogos a base de ensayo-error. Teníamos muchos ídolos de Estados Unidos, de Inglaterra, habíamos visto mucha comedia y aquí en España había comenzado ‘El club de la comedia’ y los monólogos de Paramount Comedy.

Fue perseverante.

He podido formarme con profesores, con cómicos de otras ciudades haciendo cursos de guión, investigando… y creo que es la forma en la que más ha cambiado mi manera de hacer humor, aparte de incluir el mimo, la música y otras disciplinas que antes no tenía y que voy adquiriendo con los años. Todo ayuda para generar la comedia.

En esa formación también se inició en el claqué…

Sí, pero lo tuve que dejar por falta de tiempo, con la espinita de que todavía no lo he podido incluir en un ‘show’, pero aparecerá. Guardo mucho cariño, muchos amigos del claqué y en algún momento lo pondré en práctica.

La cosa está para pocas bromas, pero ¿necesitamos reírnos ahora más que nunca?

El público lo ha demostrado. Es un factor clave también para mi espectáculo y para todos los del festival Zaragoza Comedy, que este año tiene un cartel increíble –Juan Carlos Ortega y Arturo González Campos, Ángel Martín, Virginia Riezu, Carles Sans, Joaquín Reyes...–. Es una oportunidad necesaria para divertirse y disfrutar.

¿Hace alguna referencia a la pandemia en su nuevo ‘show’?

‘¿Qué narices pinto aquí?’ tiene una característica: está escrito en 2020, pero no tiene nada de 2020, ni una frase. Creo que todos tenemos ganas de borrarlo un poco, de olvidarnos y reírnos.

¿Cree que existen limitaciones a la hora de hacer humor? ¿Se puede hablar libremente de cualquier cosa?

Últimamente, es verdad que el nivel de ofensión está muy bajito. Hay que tener cuidado. Ahí es donde está el trabajo, si no sería muy fácil esto de la comedia. Para mí, nuestro cometido es ese, poder hablar de algún tema que pueda resultar incómodo, pero saber dar con la clave de lo gracioso sin llegar a lo ofensivo. Ese es nuestro trabajo.

Es una labor arriesgada.

A veces lo conseguimos y a veces no. Somos los primeros que cuando no lo conseguimos nos damos cuenta y lo pasamos mal. Yo soy el primero que muchas veces me he pasado de frenada. Te das cuenta enseguida y te arrepientes al momento, pero es parte de la magia que tiene la comedia, que cuando sale bien es un equilibrio fantástico, aunque a veces sale mal y patinas. Hay que tener cuidado, pero tampoco hay que autocensurarse. A veces caemos en el error de autocensurarnos y creo que la comedia no está para eso, sino para romper moldes, para incomodar y para intentar con eso llegar a la risa.

El pasado año cerró el Juan Sebastián Bar. ¿Nos estamos quedando sin espacios para la comedia?

Hay espacios, aunque siempre hacen falta más. Por ejemplo, ahora Zaragoza se ha quedado huérfana de una sala que esperamos que vuelva. En el espectáculo hago un homenaje al Juan Sebastián Bar porque ha sido parte de mi vida. Pero sí que hacen falta más espacios que apuesten por la comedia. Se echa de menos, aunque los cómicos, afortunadamente, ya estamos llegando o ya hemos llegado a los teatros. Hay salas, como la Corleone, de Sabiñánigo, que para hacer comedia es maravillosa, pero en Aragón, en general, hacen falta más escenarios como este.

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