Tercer Milenio

En colaboración con ITA

fábulas con libro. 'Artes & letras'

Un recuerdo para el científico Julio Palacios

Además de sus libros de ciencia, este físico de Paniza que rebatió a Einstein, escribió ‘Filipinas, orgullo de España'

Fábiulas con Libro. Julio Palacios.
Retrato de un joven Julio Palacios.
Archivo HA.

Para que luego no digan que los de letras sólo nos preocupamos de las humanidades y no de los avances de la ciencia ni de los científicos, hoy vamos a recordar aquí a Julio Palacios, el físico ilustre que vio la luz en Paniza en 1891 y murió en Madrid en 1970. Se cumplen pues 50 años de su muerte, y no sé si lo hemos recordado lo suficiente en Aragón. 

Nació en Pa#niza (como María Moliner e Ildefonso Manuel Gil) porque su padre era el médico del pueblo. Su madre, Eusebia Martínez Lostalé, era de Tauste y sobrina de Mariano Supervía, obispo auxiliar de Zaragoza y luego obispo de Huesca y uno de los prelados de la época con mayor vocación intelectual y preocupación por los más desfavorecidos, hasta el punto de que muchos creen que fue él quien puso las bases del catolicismo social en Aragón.

La familia de Julio Palacios se trasladó a Deza, en la provincia de Soria y luego a Tamarite de Litera, donde sus compañeros en la escuela le llamaban ‘lo dotoret’ por ser el hijo del médico. Estudió en el Instituto de Huesca y en las Universidades de Zaragoza y Barcelona, donde se licenció con premio extraordinario. Le dirigió la tesis doctoral el futuro rector Blas Cabrera y fue uno de los discípulos más queridos del catedrático Esteban Terradas, que lo fue por un tiempo en Zaragoza y a quien Albert Einstein valoraba y admiraba.

A los 25 años ganó la cátedra de Termología de Madrid (fue el más joven en lograr una cátedra en la Universidad Central), trabajó con los mejores físicos de Europa y tuvo el valor y la audacia, corriendo el riesgo de perder su mucho prestigio (algo que nunca ocurrió), de criticar la teoría de la relatividad, lo que le creó grandes tensiones intelectuales, le valió algunas descalificaciones (también algunas adhesiones, entre ellas la de Salvador de Madariaga) e impidió que pudiera publicar su último libro: ‘Relatividad y Antirrelatividad’.

Fue miembro de tres Reales Academias (la de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, la de Medicina y la Real Academia Española), su talla intelectual fue enorme y –como curiosidad– fue el autor de la mayoría de las voces de Física recogidas en el Espasa. En lo político fue monárquico, seguidor de don Juan de Borbón y miembro de su Consejo Privado; y por apoyar el Manifiesto de Lausana fue confinado en Almansa, lo que supuso su definitiva ruptura con el Régimen.

Publicó muchos libros científicos que no he leído, pero sí leí su único libro no especializado: ‘Filipinas, orgullo de España. Un viaje por las islas de Malasia’, un olvidado libro de viajes que publicó en 1935 como consecuencia de una misión cultural a la que fue enviado, junto con el poeta Gerardo Diego, por el Gobierno de la República, y en la que el santanderino habló de poesía, pintura y música españolas, y Palacios de «cómo la semilla depositada por Ramón y Cajal había germinado y cómo, en su virtud, España seguía de cerca el portentoso movimiento científico contemporáneo». La crónica de aquel viaje les hará pasar muy buenos ratos.

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