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José Sacristán o la pasión por el cine

El actor y director, que acaba de representar en Zaragoza la obra 'Señora de rojo sobre fondo gris', es unenamorado de las películas y sus historias 

Fábulas con libro. José Sacristán.
José Sacristán, en el Principal, ante el cartel de 'Señora de rojo sobre fondo gris'.
Javier Cebollada / Efe.

José Sacristán conserva los álbumes de cromos de cuando era niño. Álbumes de cromos de cine, desde luego, porque todo en la vida de Sacristán gira en torno al cine y al teatro. Hace poco invitó a unos vecinos a casa y les enseñó esos álbumes. En uno de ellos, de mediados de los años 40, ‘Astros y estrellas de la pantalla’, faltaban cuatro cromos que nunca pudo conseguir: los de Ginger Rogers, Joan Fontaine, María Montez y Brian Donlevy. El hijo de sus vecinos, un muchacho de veintipocos años, los miraba con arrobo y expectación y les hizo unas fotografías. A los pocos días, ese muchacho le llevaba a casa esos cuatro cromos (conseguidos vaya usted a saber cómo) con los que completar, unos 75 años después, aquel álbum de la infancia.

Sacristán, claro, se emocionó y organizó una fiesta –‘la pega del cromo’, la llamó– para celebrar el momento en que iba a pegar aquellos cromos y cerrar, a sus 83 años, una parte de su infancia. Con los años, aquel muchacho que iba al cine de Chinchón, siempre a delantera de gallinero, soñando con llegar a ser una estrella, acabó convirtiéndose también en cromo -«un día fui cromo», nos dijo a su gran amigo Luis Alegre y a mí- y salió en un álbum compartiendo página con Steve Mc-Queen y María José Cantudo.

No hay entre sus compañeros de profesión nadie que sepa más de cine que él (casi ni José Luis Garci, afirman quienes lo conocen bien) y es generoso en los elogios a sus colegas y agradecido a todos los que le ayudaron en sus comienzos y le dieron trabajo en momentos muy difíciles. Un día, en la entrega de unos premios, estaban él y Max von Sydow (el legendario actor escandinavo de ‘El séptimo sello’, ‘Fresas salvajes’ o ‘El manantial de la doncella’) para recogerlos. Von Sydow salió y agradeció a Ingmar Bergman la confianza que había depositado en él, y a continuación Sacristán, sin despeinarse ni temblarle la voz, hizo lo propio con Mariano Ozores, que tal vez fuera un señor de derechas pero que le dio trabajo cuando Carlos Saura o Basilio Martín Patino no se lo daban.

No ha perdido la capacidad de ilusionarse por cada nuevo papel, sigue viendo películas todos los días y da gracias a la vida por lo feliz que le siguen haciendo el cine y el teatro

Sacristán recuerda con afecto y emoción a los grandes secundarios del cine español (Juan Espantaleón, Alberto Romea, José Orjas…) y a las primeras figuras de las que tanto aprendió (don Carlos Lemos, don Ismael Merlo, doña Mary Carrillo… los llama con respeto). Pero por encima de todos, a Fernando Fernán Gómez, su gran maestro, el hombre al que más ha admirado y el espejo en el que siempre se miró.

Muchos pensamos que, desaparecido Fernán Gómez, Pepe Sacristán está ahora a la cabeza de los actores españoles. No ha perdido la capacidad de ilusionarse por cada nuevo papel, sigue viendo películas todos los días y da gracias a la vida por lo feliz que le siguen haciendo el cine y el teatro. Estos días, con las localidades agotadas, ha estado en Zaragoza representando ‘Señora de rojo sobre fondo gris’ y el Principal ha sido una fiesta.

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