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Cierra el Bacharach: "Siempre entendimos que transmitir alegría era una forma de inteligencia"

El bar de la calle Espoz y Mina, que abrió Sergio Algora hace 16 años, echa la persiana definitivamente.

El dueño del Bacharach, Enrique Moreno (derecha), con dos de sus compañeros en La Costa Brava en local de Espoz y Mina en 2014
El dueño del Bacharach, Enrique Moreno (derecha), con dos de sus compañeros en La Costa Brava en local de Espoz y Mina en 2014
Heraldo.es

No habrá fase en la que reabra el Bacharach. El bar musical de la zaragozana calle Espoz y Mina no será una opción cuando vuelvan (que volverán) los bailes apretados y las copas a la noche zaragozana. Sus dueños (y alma del local), Enrique Moreno y Lucía Grafal, han anunciado este martes, a través de las redes sociales, el fin de una trayectoria de 16 años que inició el prolífico y recordado Sergio Algora.

Él, voz y talento de El Niño Gusano, Muy Poca Gente o La Costa Brava, poeta y personaje imprescindible de la escena cultural zaragozana, dio forma de bar a parte de su universo. El local era pequeño, pero siempre cupieron muchas cosas. Para empezar, la pasión de su dueño por el cantante Burt Bacharach a quien, con evidente juego de palabras, homenajea el bar y la decoración, de aires setenteros.

En los primeros compases de su andadura, Sergio intentó hasta convertirlo en un pequeño restaurante, pero el turno de noche se acabó imponiendo.

Poco antes de su repentino fallecimiento, en el verano de 2008, Enrique Moreno pasó a ser socio del bar. Y hasta hoy ha mantenido su aura musical, gancho ecuménico que lo ha sostenido como referente inexcusable de la ruta de marcha zaragozana. También, ahora se hace factible, de la sentimental.

Lucía Grafal lo pone en palabras: "En el Bacharach todo el mundo se sentía a gusto: gafapastas, pijos, gente muy diferente... Creo que era un sitio donde nadie se sentía fuera de lugar, en el que la gente sacaba lo mejor de sí misma".

Este martes, Lucía y Enrique han anunciado a través de las redes sociales el persianazo definitivo de este proyecto de 16 años al que da la puntilla, según explican, la imposibilidad de renegociar el alquiler dadas las actuales circunstancias.

"Tenemos que cerrar el bar y lo hacemos en plena adolescencia, porque este mes de junio hubiésemos cumplido los 16. Siempre hemos tenido un alquiler caro pero ahí íbamos, bandeándolo, con cariño, con imaginación y con trabajo, siempre con trabajo", escriben en su cuenta de Facebook.

Explican que, tras varios intentos de renegociar el alquiler, ha sido imposible: "Lo hemos peleado hasta el final, porque en el Bacharach siempre hemos hecho las cosas que nos han gustado y hemos puesto nuestras canciones favoritas, porque hemos dado cariño y mimo a cada cosa y hemos intentado que todo el mundo se sintiese a gusto y que se lo pasase bien, porque el local no es nuestro y se quedará vacío y hueco, y un día será otra cosa, pero el Bacharach sí es nuestro...".

Con el Bacharach cierra algo más que un bar. Cierra un trocito de vida de muchos zaragozanos y también de visitantes, que acudían al relumbrón de un local con historia y con historias. Epítome de una época en la que la música era la mejor tarjeta de presentación de cualquiera garito. "La música era nuestro brazo ejecutor", resume Lucía.

Pinchando estos años han estado desde Simonzico a Mariángeles Cuartero pasando por Francho Pastor Algora. Muchos, incluyendo al propio Enrique, el que más se ha puesto a los platos. Se han celebrado centenares de fiestas, cada vez menos noctámbulas, hasta llegar a las últimas modas del tardeo. Sin perder nunca su santo y seña: "Siempre entendimos que transmitir alegría era una forma de inteligencia". 

"En el Bacharach creíamos que un buen DJ es el que sabe escuchar al público". Lucía Grafal

Para Lucía, el 'secreto' del Bacharach era una suerte de 'empatía musical': "En el Bacharach la gente que pinchaba sabía tomarle el pulso a la clientela, éramos desprejuiciados, creíamos que el buen DJ es el que sabe escuchar al público, acompañarle en cada momento, nunca quisimos que la música se impusiera a cada momento, nos sentíamos muy libres, nunca nos censuramos a la hora de elegir la música". 

Lucía no cree que el Bacharach fuera un bar completamente generacional. Si bien mucha de su clientela sobrepasaba de largo los 40, la música también atraía, cuenta su dueña, a muchos jóvenes. No obstante, el cierre deja huérfanos a muchos. Hay sensación de fin de una era.

Esta baja deja, de paso, la zona de Espoz y Mina sin uno de los vértices de un triángulo de referencia en la noche zaragozana que forman otros dos bares donde la buena música es uno de los puntales: la Lata de Bombillas y La Casa Magnética.

Y, más aún, el Bar Bacharach pasa ya a formar parte del cada vez más nutrido en Zaragoza 'Museo de bares para el recuerdo'. Y muy tocada una escena de locales musicales y de zonas de ocio que hacían de la capital aragonesa una de las mejores ciudades de España a la hora de salir.

Esto escribía del Bacharch en 2004 en HERALDO Andrés Perruca, amigo y compañero de Sergio Algora en El Niño Gusano: "Fue una noche normal: unos amigos pasándolo bien. Cualquiera que venga lo comprobará, somos gente sencilla, nos gusta cocinar, la buena música y divertirnos. Lo mejor es no hacer caso a la prensa y venir por aquí. En lo único que han atinado es en que si te lo cuentan no es lo mismo".

Lucía y Enrique se van a tomar un respiro, pero a la vez no renuncian a encontrar otro local en el que "compartir" su manera de pasarlo bien. "No será el Bacharach, será otra cosa, porque somos darwinianos, tenemos que adaptarnos al medio". Pero prometen conservar el espíritu. Esa forma de pasarlo bien. Será la fase del desfase.

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