ocio y cultura

Tesoros del Museo de Huesca

Fábulas con libro. Un viaje por su historia, el edificio y sus fondos, entre ellos Ramón Acín. Valentín Carderera, Félix Lafuente o el propio Francisco de Goya

Museo de Huesca.
Ramón Acín y su obra 'La feria'.
Archivo Museo de Huesca.

El Museo de Huesca es una pequeña joya. Sus salas, dedicadas a la arqueología y las bellas artes, acogen centenares de piezas que reflejan muy bien la historia del Alto Aragón, desde la prehistoria hasta nuestros días. Su emplazamiento es, además, privilegiado: en la plaza de la Universidad, en el viejo edificio que ocupó la Universidad Sertoriana y que construyó a finales del siglo XVII el arquitecto, matemático y escritor oscense Francisco Antonio de Artiga, a quien Latassa dedica algunas páginas en su tomo IV de la ‘Biblioteca Nueva de los Escritores Aragoneses’.

Aquellos grandes hombres del XVII eran increíbles, y Artiga levantó la Universidad y construyó el primitivo pantano de Arguis al mismo tiempo que era catedrático de matemáticas en esa universidad y escribía versos y libros sobre astrología, geometría y elocuencia. Artiga proyectó el edificio de planta octogonal que hoy alberga el Museo con una inconfundible portada barroca y un maravilloso patio interior porticado, también octogonal y con vegetación, en el que yo he asistido al menos a dos actos solemnes: una recepción con el entonces príncipe Felipe y la entrega del Premio de las Letras Aragonesas a mi querido Rosendo Tello, a quien Víctor Juan y yo llevamos en coche hasta allí.

Museo de Huesca.
Detalle del retrato de Valentín Carderera, artista, coleccionista y mecenas, de Federico de Madrazo.
Museo de Historia de Huesca.

Me gusta mucho visitar en el Museo el arte gótico aragonés de la 2ª mitad del XV, sus fondos del XVIII con el retrato de Goya de Antonio Veián y Monteagudo, la obra de los pintores de Huesca (Félix Lafuente, León Abadías o Martín Coronas), que solo se puede ver allí, y, desde luego, la sala dedicada a Ramón Acín, mi preferida entre todas y con la que siempre comienzo mis visitas.

Me he acordado de todo esto, porque rebuscando cosas en casa me he encontrado con los dos primeros catálogos que se publicaron del Museo, que se había fundado en 1873 gracias a los desvelos de Valentín Carderera.

El primero de ellos se publicó en 1882 y fue su redactor José de Nasarre y Larruga, correspondiente de la Academia de Bellas Artes. Contaba entonces el Museo sólo con 138 cuadros, de los cuales 72 fueron donados por Carderera y 13 los dejó en depósito el Ministerio de Fomento.

El segundo de esos catálogos vio la luz en 1905 y, a la sección de Pintura, se añadió la de Arqueología y Escultura (con 29 entradas) y una pequeña de Dibujos y Grabados, cerrándose el catálogo con una biografía de Carderera obra de Gabriel Llabrés, el conocido director de la ‘Revista de Huesca’. El Museo solo se abría para el público los días de fiesta de 11 a 13, pero para los viajeros todos los días, sin hora fija. Y es que siempre hemos tratado mejor a los de fuera.

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