jarque de moncayo

Una restauración a punto seguido

El Ministerio de Cultura ensaya en Jarque de Moncayo un nuevo modelo de recuperación de patrimonio: tras rehabilitar el monumento, colabora en su gestión.

El castillo de Jarque de Moncayo (Zaragoza) se ha salvado de la desaparición ‘in extremis’. Y nunca mejor dicho. Estaba en una situación tan delicada que un vendaval inoportuno, que llegó entre la licitación de las obras para restaurarlo y su adjudicación, se llevó por delante parte de un muro. Hoy está consolidado y mira con optimismo el futuro. Y es que la fortaleza es el mascarón de proa de una idea del Ministerio de Cultura, su propietario, que busca no solo restaurar el patrimonio, sino impulsar su puesta en valor, sobre todo cuando se encuentra en esos municipios de la España vacía, o vaciada.

Si hasta el momento el Ministerio, cuando aprobaba acometer una restauración, desaparecía de escena al acabarse las obras, ahora busca implicarse junto a cada ayuntamiento en su futuro. Lo que antes era un punto final, ahora es un punto seguido. Hace tan solo unos días, Cultura y Ayuntamiento de Jarque de Moncayo firmaban un convenio por el que se le encomendaba a este último la gestión de actividades relacionadas con el acceso al público, vigilancia, control, mantenimiento básico y promoción del castillo, entre otras actuaciones. Se busca generar un polo de atracción turística cultural, siempre que la administración local asuma su parte de compromiso. Como el Castillo del Jarque es un Bien de Interés Cultural estatal, si se produjera algún tipo de deterioro por el uso, el ministerio acometería su restauración.

"El patrimonio es hoy un importante valor social –señala Román Fernández-Baca, director general de Bellas Artes del Ministerio de Cultura-. Y las peculiaridades del castillo de Jarque de Moncayo nos permiten, a través de un convenio, darle un acceso, seguridad, mantenimiento... Se va a ver muy beneficiado con las visitas".

Restaurar no es suficiente

Porque el monumento que no se conoce acaba sufriendo. Fernández-Baca lo sabe bien: es arquitecto, especializado en restauración, y durante décadas ha dirigido el Instituto del Patrimonio Histórico Andaluz. Conoce los problemas que padecen las localidades pequeñas y de escasos recursos para gestionar la herencia del pasado. "Hoy la restauración de un monumento ya no es suficiente –subraya–, hay que combinarla con su uso sostenible, sobre todo cuando hablamos de la España en proceso de despoblación. Jarque debe sentirse muy orgulloso de su pasado y de su castillo, y tiene que poner algo de su parte para que pueda visitarse y contar en él su propia historia".

Jarque de Moncayo es el lugar donde se ha puesto en marcha esta nueva idea, pero el pasado jueves el ministerio entregó las llaves de otro castillo, ya restaurado, al Ayuntamiento de Morella (Castellón), en lo que supone la segunda experiencia de este programa piloto. Jarque de Moncayo va a empezar ya a poner en valor el pasado y presente de su fortaleza.

"Pensamos que puede ser un incentivo turístico grande –apunta la alcaldesa, María del Carmen Serrano–, y agradecemos que el ministerio nos esté guiando y ayudando. Hemos organizado unas jornadas de puertas abiertas los días 29, 30 y 31 de julio para grupos de no más de 25 personas, por razones de seguridad". A lo largo de agosto se pondrá en marcha también un programa de visitas guiadas en colaboración con la Comarca del Aranda.

"El ministerio nos ha dado pautas para el mantenimiento, las visitas y la puesta en valor –añade Serrano–. Incluso, previa autorización, nos permite celebrar bodas y cobrar por ello. No solo ha restaurado el castillo sino que se implica en su uso posterior. Y, aunque vamos a pedir ayuda económica a otras instituciones, esperamos seguir contando con él para lo que queda por hacer".

El castillo de Jarque se construyó a mediados del siglo XIV y es de planta cuadrada con cuatro torreones en las esquinas. La restauración, según proyecto de los arquitectos Sergio Izquierdo y José María Sanz, ha costado 860.000 euros. En las obras se ha trabajado durante 14 meses.

Para quienes busquen matacanes de película, saeteras y almenas perfectas, no es la visita adecuada. Porque se ha optado por la restauración más respetuosa posible, sin reconstrucciones ni fantasías. "El castillo era una ruina, y ahora es una ruina consolidada –subraya Sergio Izquierdo–. La restauración ha sido una experiencia única para nosotros, pionera en muchas cosas, como en la excavación arqueológica. Se han vaciado más de 3.000 metros cúbicos de tierra, lo que nos ha permitido sacar a la luz las estructuras interiores del castillo, cuando fue palacio".

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