“El 'Monumento a la Constitución' está donde tenía que estar y ya pertenece Zaragoza”

El escultor turolense Florencio de Pedro recuerda cómo se hizo y qué significa su pieza de escultura urbana, inaugurada en 1989.

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El 11 de diciembre de 2018 se cumplen los 40 años de la Constitución Española. El 6 de diciembre de 1989, por esas fechas, Florencio de Pedro Herrera (Hinojosa de Jarque, Teruel, 1955) inauguraba su ‘Monumento a la Constitución’, en una calle que pasaba de ser Marina Moreno a denominarse Paseo de la Constitución.

Qué piensa cuando ve ahí su ‘Monumento a la Constitución’?

La escultura ordena un espacio en la ciudad que me trae muchos recuerdos del proceso, traspasando la imagen que veo desde fuera. Hay un vínculo de raíz de afecto que no se despega nunca aunque se adelgaza con el tiempo, se debilita, pero vuelve en cuanto afrontas y recuerdas los trabajos que me llevaron a poner todos elementos en su sitio. Es evidente, para un escultor, ver de inmediato el proceso que conlleva cada pieza, cada material, cómo se comporta y la degradación en el tiempo. Lo veo desde hace tiempo…

Lo ve desde hace casi 30 años… ¿Qué piensa?

Lo veo y no lo quiero ver. Una vez que está plantado y ordena ese espacio en la calle ya pertenece a la ciudad, a Zaragoza, y eso se termina, ya no se toca, está acabado y a disposición del público, del paseante, mire observe o no, comprenda su significado o pase ignorando esa intervención en la ciudad. Lo sigo viendo en su sitio. El ‘Monumento a la Constitución’ está donde tenía que estar. Encaja con la simbología y la estética de su entorno. Intento verlo con ojos nuevos y no pensar, como si lo vieras por primera vez, y afrontas unos volúmenes que irrumpen en ese paseo, y percibes ese misterio de intencionalidad que te lleva a reflexionar y arriesgar en la finalidad de esa obra.

“El Monumento a la Constitución está donde tenía que estar y ya pertenece Zaragoza”

Florencio de Pedro es escultor y grabador, y ha sido el coordinador del Simposio de Escultura de Hinojosa de Jarque. Archivo De Pedro.

¿Resiste el paso del tiempo? ¿Se siente orgulloso, decepcionado, feliz?

Resistir el paso del tiempo es difícil. No es fácil que los materiales aguanten, no es que se maltraten, hay que revisar siempre y ver lo se puede mejorar por el desgaste y la degradación. El mantenimiento normal del mobiliario publico no es fácil. Siempre debería estar en orden y limpio, reflejando esa metáfora de la vida. Se hizo con un presupuesto mínimo, llegando a representar lo que estaba planteado sin bajar la escala de los planteamientos iniciales.

¿Que le llamó la atención del concurso?

El concurso fue normal, valiente y arriesgado en ese momento. Tuvimos un par de meses para prepararlo. En aquel momento estaba con el grupo de escultores en el Matadero antiguo, animaba a que presentara cada uno su proyecto: Manuel Arcón, Gregorio Millas, Jacinto Ramos, Luis Hinojosa, Arturo Gómez…. Significaba un gran esfuerzo pasar a otros planteamientos, que no se adaptaban a la piedra directamente, y cada cual resolvió su planteamiento de diferente forma y concepto a la espera de dar una clave con acierto.

¿Vivíamos otra época?

Era una época con aires de renovación, nueva, cuando se esperaba trasformar un punto significativo de la ciudad, dando una visión de modernidad al centro. Había actitud política en ese momento y se lanzó el concurso más importante que había existido en Zaragoza, por lo que se esperaba una respuesta contundente y capaz de representar la Constitución. Había una buena confianza política de que algo nuevo se ponía en el paseo que se cambiaba de nombre, y eso que había ya equipos trabajando hacía tiempo en el proyecto que parecían los dueños ya de ese espacio.

“El Monumento a la Constitución está donde tenía que estar y ya pertenece Zaragoza”

Visión de la esfera del Poder en el 'Monumento a la Constitución'. Archivo Heraldo.

Ganó. ¿Qué supuso para Florencio de Pedro, que algunos años después crearía el Simposio de Escultura de Hinojosa de Jarque?

Una sorpresa inaudita, inesperada, un agobio ante todo lo que debía plantearme para resolver ese trabajo con esos materiales que, por aquí, no existían en esa calidad y a esas dimensiones. Fue todo un atrevimiento, y una odisea para pedir presupuestos a talleres especialistas del ramo que tuviesen capacidad de afrontar y ejecutar tales trabajos que no son habituales y con un presupuesto tan escaso para la escala que se concibió …

Explíquenos la simbología.

No son tres pirámides, sino una. Una pirámide de base triangular, que representa el Poder infinito. Del Poder se hace la separación de poderes, desde Montesquieu, representando el legislativo, el ejecutivo, y el judicial. Al separarlos, aparece en el centro una esfera como elemento mas común en el universo. La Esfera es el símbolo de la totalidad de normas de convivencia entre los pueblos y ese símbolo está sustentado por una roca que representa las bases humanas que soportamos y sufrimos todo. Aparece un hexágono regular entre pirámide y espacio, regularmente, que simboliza donde cristalizan la mayor parte de elementos. Las pirámides apuntan al infinito. Por último, el círculo de base no es gratuito ni esta ahí por azar: pone cósmicamente todo el interior en armonía.

¿Todo geometría?

Sí, pero con carga simbólica, haciendo que los cuerpos geométricos que, siempre hemos visto al agruparlos en estas condiciones, tengan una representación especial y particular. En definitiva yo quería dejar una impronta, como un espejismo de la vida real. El circulo está abierto. Vemos unos cuerpos metálicos de lejos, te acercas y ya no lo ves, te ves reflejado como en un espejo, te identifiques o no. Puedes tocar los poderes, entras al círculo, te defiendes con la Constitución. Es único, y debe estar abierto, como las instituciones que representan la esencia de los valores por los que nos entendemos en este sistema democrático.

“El Monumento a la Constitución está donde tenía que estar y ya pertenece Zaragoza”

Siempre fue una obra problemática, conflictiva… ¿Por qué?

El concurso lo ganó el escultor más joven por goleada, 10 a 1. Fue problemático porque, controlando todo el proceso, en el ultimo momento se jorobó y ya no daba la terminación como se había preparado, se calentó el acero en el pulido y no se conseguía la plenitud que se concibió. Otra dificultad fue la política, pues el presupuesto a esa escala era ridículamente escaso. Era presupuesto para escultor, no para arquitecto; además que hubo que hacer un proyecto de cimentación y todo, pues debajo pasa el Huerva y estamos encima del cubrimiento del río. Pero de ninguna forma se permitió una ampliación del presupuesto, como ocurre en todas las obras institucionales en la ciudad. Así que se invirtió todo, lo presupuestado, el premio, y nos quedamos en paz…

Alguien dijo que eran tres tenedores a punto de comer una albóndiga. ¿Se ríe ahora?

Esa no la había escuchado nunca. ¿Fue una maldad de los periodistas? Se dijeron muchas cosas sí, otras muchas sí, y me hacen reír. La gente siempre quiere hacerse graciosa, y dice cualquier majadería que se le ocurre. También la crítica; algunos se hacen los interesantes y se atreven a interpretar, aventurándose en la primera ocurrencia que les viene. Me reía a carcajadas, no podía entender que fuesen tan soberbios y engreídos sin atreverse a preguntar en una ocasión así, metiendo la pata hasta dentro. Pocas personas creen en la trascendencia de la simbología y que se haya pensado hasta el último detalle para encajar todas las piezas. No suele abundar en arte contemporáneo que nos encontremos una obra donde cada elemento tiene su simbología y cumple su cometido...

¿Cómo nos llevamos en Zaragoza con la escultura pública?

No suele abundar mucho la escultura pública en la ciudad anterior a la Exposición Internacional- 2008, y con la expo los integrantes del comité de experto impusieron cada uno a sus artistas y tenemos un ramillete de obras aparcadas en la ribera, sin que trascienda ni diga mucho del legado expo, pagándose a precio de oro, sin que nos enteremos los ciudadanos. Pero los escultores ya sabíamos que pasaríamos penalidades durante muchos años. Siempre esperamos que el arte en la ciudad sea relevante y una puerta a la imaginación, proyectando la urbe con su filosofía futurista hacia espacios y valores contemporáneos. Son retos que llevamos puestos y proyectamos los sueños cada día.

“El Monumento a la Constitución está donde tenía que estar y ya pertenece Zaragoza”

¿Podríamos hacer algo más, de veras, por el arte en la ciudad y por la consideración de los artistas?

Hay muchísimas cosas pendientes y ya durmiendo en el sueño de los justos. La escultura pública debe andar de la mano del urbanista y del urbanismo. Por supuesto que hay un gran potencial a explotar dando cancha a todo tipo de iniciativas. Hoy en día la evolución es muy rápida y trepidante, con nuevos materiales que nos encontramos en la industria. Son apasionantes los avances que salen a la luz y lo perdidos que estamos a veces en esta ciudad. Aún pienso que está todo por hacer, o que debe rehacerse, y a veces tienes la sensación de que en Zaragoza aún no has empezado a trabajar. Pero, vamos, yo aún tengo la vocación intacta.

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