Sánchez y Díaz escenifican su acuerdo de Gobierno sin tener nada atado con sus socios

ERC avisa de que la investidura está "lejos", el PNV exige que no le "impongan" agendas de otros y los empresarios muestran sus recelos.

Pedro Sánchez y Yolanda Díaz, tras firmar un acuerdo para un Gobierno de coalición progresista.
Pedro Sánchez y Yolanda Díaz, tras firmar un acuerdo para un Gobierno de coalición progresista.
SUSANA VERA

Lo que los propios socialistas definían hasta hace poco como "la parte sencilla" de las negociaciones para la investidura de Pedro Sánchez -el pacto programático para el Gobierno de coalición con Sumar- ya está. El presidente del Gobierno en funciones y la vicepresidenta segunda lo hicieron público este martes en un acto con todo el boato en el Museo Reina Sofía, como si el complejo puzle del que depende su alianza ya estuviera resuelto. Como si su entendimiento fuera suficiente para que la legislatura eche a andar. "¡Querido presidente, vamos a por más!", proclamó Yolanda Díaz. "Hemos estado cinco años y vamos a estar cuatro más", se vanaglorió el aludido.

Tanto en el PSOE como en Sumar sostienen que la firma del documento que ambos se habían comprometido ya en su momento a presentar a finales de octubre ayudará a acelerar las conversaciones con el resto de fuerzas de las que dependen - Junts, ERC, EH Bildu, PNV y BNG- y que los acuerdos se irán produciendo ahora "en cascada". Los más optimistas apuntan a la primera semana de noviembre, antes de la reunión que los socialdemócratas europeos celebran el 10 y 11 en Málaga, como fecha posible para la investidura, aunque en el núcleo duro del ala socialista rechazan hablar de fechas que puedan ser interpretadas como un intento de presión por los independentistas.

La exhibición de optimismo desbordante ya ha generado, de hecho, algunas reticencias entre los potenciales socios. Esquerra y el PNV reclamaron algo más de prudencia. Los primeros, porque, según la portavoz de la Generalitat, Patricia Platja, todavía hay camino por recorrer en una negociación que, en su caso, se centra en la aministía para los encausados del 'procés', "las condiciones para ejercer el derecho de autodeterminación", el traspaso integral de Rodalies (Cercanías) y el "déficit fiscal" de Cataluña. "Sánchez está lejos de poder ser investido", avisó. Los segundos, porque algunas de las cuestiones pactadas por Sánchez y Díaz chocan con su ideario, aunque este martes revistieran sus recelos de temor a una invasión de competencias.

El texto dado a conocer por el PSOE y Sumar -que, según aseguran, no han entrado aún en el reparto de carteras ministeriales- consta de 230 medidas entre las que incluyen la reducción progresiva de la semana laboral hasta las 37, 5 horas, sin llegar a asegurar que más adelante pueda llegarse a las 35 horas defendidas por la vicepresidenta; el blindaje de un Salario Mínimo Interprofesional equivalente al 60% del salario medio (tampoco aquí Sumar logra su aspiración de subirlo conforme al IPC), y la prórroga de los impuestos extraordinarios a la banca y las energéticas, que no se harán permanentes como ambicionaba el socio minoritario del hipotético futuro Gobierno.

"Debemos ser muy cuidadosos en los acuerdos y no imponer agendas propias que pueden chocar con las de otros", advirtió en un comunicado el PNV. En su día, el partido que lidera Andoni Ortuzar se abstuvo en la votación del Congreso de los gravámenes sobre los beneficios de bancos y empresas energéticas y ahora advierte de que "deben respetar el sistema de Concierto y Convenio económicos" del

Las reticencias de Podemos

Hasta Podemos hizo su parte para pinchar el globo de Sánchez y Díaz. En Moncloa dan por hecho que la formación de Ione Belarra -la única ministra ausente, junto a Irene Montero, en el acto del Reina Sofía- "no pondrá en riesgo" la investidura con un voto diferenciado de sus cinco diputados insertos en el grupo de Sumar. Pero con una cierta actitud de despecho por el nulo papel que se les ha concedido en las conversaciones, los morados, que ya advirtieron la víspera de que el acuerdo les parecía "insuficiente", no dan nada por hecho.

De todos los partidos necesarios para superar la investidura, EH Bildu es en realidad el único que ya ha garantizado su sí pase lo que pase. No lo ha hecho tampoco el BNG y, sobre todo, no lo ha hecho Junts. Las conversaciones con Carles Puigdemont, las más delicadas, siguen blindadas por el más férreo de los secretismos. En lo ideológico, el pacto anunciado este martes también chirría con muchos de sus postulados, más cercanos a los de una patronal que ya ha dejado claro su rechazo a los acuerdos en materia laboral. Pero la partida con el expresident se juega en otro tablero, el que tiene entre sus casillas la amnistía, el reconocimiento de la identidad nacional de Cataluña y un "acuerdo histórico" que abra las puertas a votar la independencia.

Nada de eso, crucial para el devenir de una eventual legislatura, se incluye siquiera a modo de esbozo en el documento presentado este martes. Según fuentes de la negociación, porque habría resultado "contraproducente" para las negociaciones con el independentismo. Pero esa ausencia tiene otra derivada. Este sábado, el comité federal del PSOE convocará la consulta a la militancia sobre el acuerdo de Gobierno con Sumar y las bases se pronunciarán al respecto antes de saber hasta dónde está dispuesto a llegar Sánchez para atar el apoyo del exjefe de la Generalitat catalana, prófugo de la justicia desde hace seis años .

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