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Feijóo se juega su proyecto tras un año al frente del PP con paz interna y lejos de Vox

El líder de los populares, entronizado en Sevilla hace doce meses, encara el ciclo electoral sin una distancia incontestable aún sobre Sánchez que le libere de la ultraderecha.

Acto de Feijóo en Zaragoza.
Acto de Feijóo en Zaragoza.
Francisco Jiménez

Un año después de su llegada a la séptima planta de Génova, Alberto Núñez Feijóo ha conseguido pacificar al PP después del cisma que sepultó a Pablo Casado, coser sus costuras y renovar las estructuras territoriales pendientes. Cumplido ese primer objetivo, el siguiente y capital, ahora, es que las elecciones municipales y autonómicas del 28 de mayo le sirvan de impulso para el verdadero examen al que se tendrá que someter en diciembre y que el líder de los populares se juega a una única bala. Si gana las generales puede convertirse en el próximo presidente del Gobierno. Si no, ya ha anunciado que renunciará a su cargo. O todo o nada.

Ni en su equipo ni en el partido contemplan que pueda llegar a consumarse el fracaso. "Ha ganado cuatro elecciones seguidas (en Galicia) y va a por la quinta. Y lo va a hacer en tan solo 18 meses y con un país que asume que lo puede hacer", apuntan desde su entorno. La última encuesta interna, a la que ha tenido acceso este periódico, otorga 143 escaños al PP, con el 34% de los votos, un crecimiento del 13% con respecto a las últimas generales. Unas cifras que, dicen en Génova, habrían firmado en el congreso extraordinario de Sevilla que entronizó a Feijóo.

La guerra entonces entre la anterior dirección e Isabel Díaz Ayuso había dejado a la formación hundida ante la opinión pública. El PP sufría una fuga enorme de votantes y Vox se disparaba, pisándole los talones y disputándole por primera vez el liderazgo de la derecha y de la oposición al Gobierno de Pedro Sánchez. Doce meses después, los conservadores han recuperado la 'pole position' y, según esas estimaciones, sacan 37 diputados al PSOE, que obtiene un 27% en intención de voto; triplican en escaños a los de Santiago Abascal, que se mantienen como tercera fuerza con 45 y un 14% del voto; y con Ciudadanos apuntillado. "Estamos ensanchando por las dos vías", presume el equipo de Feijóo. En este tiempo, el partido ha sumado 11.600 afiliados más.

Las perspectivas sonríen. Pero en Génova no se confían porque la distancia con los socialistas no es incontestable y, como señala un miembro de la cúpula, y aspiran a coger viento de cola tras el 28-M para desprenderse de Vox. Feijóo quiere caminar con las manos libres hacia las generales y tratará de afianzar durante la campaña el objetivo de gobernar en solitario y levantar un muro entre sus planteamientos y la formación ubicada a su derecha. Los populares quieren jugar también con la baza de poner a los de Abascal contra las cuerdas para minimizar sus exigencias, ya que el sentido de su voto podría inclinar la balanza a izquierda o a derecha en algunas plazas llegado el caso.

En la dirección de Vox, por el contrario, suben la apuesta y advierten de que están en condiciones de repetir el esquema de la coalición en Castilla y León en otros territorios. "O pactan o no gobiernan", señalan, bajo la tesis de que no regalarán un solo voto a los populares. "Si pecan de soberbia sus votantes no se lo perdonarían", avisan, en sentido contrario, en el PP.

A 57 días de la primera cita del año con las urnas, Feijóo mantiene, sin éxito, su propuesta al PSOE de que gobierne la lista más votada en ayuntamientos, autonomías y de cara a las generales. Los socialistas piden coherencia al político gallego y recuerdan que en 2018 y 2019 el PP no cumplió con el principio que ahora defiende. Aunque el PSOE ganó las autonómicas en Andalucía, Madrid, Castilla y León y Murcia, los conservadores pactaron gobiernos de coalición con Ciudadanos que en la mayoría de los casos contaron con el apoyo externo de Vox.

Sin pactos de Estado

No es el único ofrecimiento de Feijóo que ha caído en saco roto. En este 'año I' del político de Os Peares a los mandos de la oposición, los populares han trasladado hasta cuatro propuestas que el Gobierno ha rechazado en materia económica, energética, de reforma de la justicia, así como de seguridad exterior y la OTAN. "De ninguna el PP ha obtenido respuesta y ninguna ha atendido este Ejecutivo, en constantes enfrentamientos y posturas divergentes, para salir del atolladero en el que está dejando a nuestro país", critican en el partido conservador.

En Sevilla, Feijóo ofreció un diálogo institucional "permanente" a Sánchez y "estabilizar la legislatura" con eventuales pactos de Estado. Pero el entendimiento entre ambos ha sido nulo. Ni se han aproximado en una gestión concertada ante el impacto de la guerra de Ucrania ni en otras cuestiones de país. A punto estuvieron de cerrar un acuerdo sobre el CGPJ, pero la derogación penal del delito de sedición fue una "diferencia insalvable". Tampoco ha habido una tregua en las formas. "Con Rubalcaba y Rajoy -apuntan en Génova- había una confrontación ideológica muy fuerte, pero no se insultaban". De lo que sí puede jactarse Feijóo en este año, y que resume a la perfección su gestión, es haber conseguido reunir a los expresidentes Aznar y Rajoy, las dos almas del partido, bajo su proyecto después de once años de divergencias. "Somos el partido con la unidad interna que todos querrían tener".

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