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Frío y calor, las dos caras de la misma moneda

Las temperaturas gélidas, las grandes nevadas y los huracanes son también manifestaciones del cambio climático. Vivimos un periodo de desestabilización térmica.

Bicicletas cubiertas de nieve tras la borrasca Filomena, en Madrid.
Bicicletas cubiertas de nieve tras la borrasca Filomena, en Madrid.
EP

Tendemos a identificar el cambio climático con las olas de calor, pero el temporal Filomena ha demostrado que los cambios estructurales en el clima tienen más de una cara. No es erróneo referirse a la crisis climática como calentamiento global, pero hay que tener en cuenta que las olas de frío, las grandes nevadas y los huracanes son manifestaciones del mismo fenómeno o, por decirlo de otro modo, el reverso de la misma moneda.

Las temperaturas gélidas de los pasados días ha hecho que los termómetros marquen 35,4 grados bajo cero en la estación de la Vega de Liordes (León). La copiosa nevada caída en Madrid, con 50 litros por metro cuadrado, ha dado lugar a que se registren 40 centímetros de nieve, algo nunca visto desde 1971. ¿Cambia todo esto en algo la percepción que teníamos del cambio climático? La respuesta es no. El clima siempre ha experimentado variaciones, lo que a veces hace difícil establecer una conexión directa entre estos extremos y el cambio climático.

Fenómenos extremos

Hug March, ambientólogo e investigador del grupo Turba de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), considera que una de las manifestaciones del cambio climático es "la aceleración y mayor recurrencia de fenómenos meteorológicos extremos, ya sea grandes precipitaciones (en forma de agua o nieve), sequías, olas de calor o tormentas tropicales entre otros". Para el científico, estamos acostumbrados a ver el cambio climático como un proceso lineal de incremento de la temperatura media del planeta. "Sin embargo, se trata más bien de un proceso de desestabilización climática y sus efectos son mucho más complejos, pudiendo dar lugar también de manera paradójica a episodios de enfriamiento".

Desde hace tiempo los científicos vienen advirtiendo de que el calentamiento global puede afectar también a las condiciones de circulación general atmosférica. Tal circunstancia explica el desplazamiento anormal de unos vientos gélidos que antes solían quedarse en el Ártico. Los investigadores tratan de predecir los efectos del cambio climático en virtud de modelos que toman en cuenta la atmósfera, los océanos, el hielo y la Tierra y sus influencias mutuas. Sin embargo, hay escenarios que aún resultan imprevisibles.

Desajuste

De ahí que algunos expertos apuesten por utilizar la expresión desajuste climático en lugar de cambio climático, porque ese desequilibrio de los sistemas del planeta es lo que puede producir situaciones climatológicas extremas, tanto de calor como de frío. Para Juan Ignacio López, del Instituto Pirenaico de Ecología, dependiente del CSIC, está por ver y demostrar que el temporal Filomena sea una consecuencia directa del cambio climático. "Ahora en los Pirineo estamos por debajo de lo que es la media de nieve de los últimos años. Según datos de la Confederación Hidrográfica del Ebro, la mayor parte del Pirineo central está por debajo de las cifras más frecuentes. Las nevadas han sido muy llamativas en cotas bajas, pero no así en la montaña", aduce López.

La razón que explica esta alternancia de frío y calor extremos obedece al debilitamiento de la corriente en chorro, el flujo de aire que se produce en la estratosfera y que permite separar las regiones polares de las templadas. Dicha fragilidad propicia la generación de vaguadas, áreas anticiclónicas que se forman debido al ascenso de aire cálido y húmedo. Así, las grandes masas de aire frío, provenientes del norte, entran en contacto con masas de aire caliente procedentes del sur. De este modo se producen récords de bajas temperaturas causados directamente por ese aire frío que cada vez llega a latitudes más sureñas. Y de la misma manera se registran precipitaciones históricas, en forma de lluvia o de nieve.

"Lo que carece de sentido es que cada día que haga frío cuestionemos el cambio climático y cuando haga calor lo ratifiquemos"

"La mayor parte de las proyecciones climáticas para el futuro también asumen la existencia de periodos fríos. Las variaciones en el clima responden a la acción humana y a causas naturales de circulación atmosférica. Los cambios responden, entre otras cosas, a la intensidad de la radiación solar, que no es contante, sino que sufre alteraciones", explica Juan Ignacio López, quien sostiene que también las erupciones volcánicas "alteran el régimen térmico del planeta". "Lo que carece de sentido es que cada día que haga frío cuestionemos el cambio climático y cuando haga calor lo ratifiquemos".

Los científicos aseguran que aún no hay evidencias estadísticas que demuestren que la frecuencia de las olas de frío ha aumentado. Es muy posible que a medida que se recopilen series temporales más prolongadas, se puedan comprobar estos cambios, como ha ocurrido con los huracanes.

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