El Instituto Pirenaico de Ecología despeja las dudas sobre Filomena y el cambio climático

El incremento de temperaturas es "perfectamente compatible" con nevadas tan extensas e intensas, que no se daban desde 1971. 

La nieve de Filomena tiñe de blanco la provincia de Teruel
La nieve de Filomena tiñó de blanco la provincia de Teruel
Jorge Escudero

El Instituto Pirenaico de Ecología (IPE) ha intentado despejar las dudas planteadas en los últimos días sobre las causas y consecuencias de la borrasca Filomena y su relación con el cambio climático. Este asunto le costó duras críticas al presidente aragonés, Javier Lambán, por recurrir a la nevada para cuestionar los efectos del calentamiento global en la montaña. 

Sin referirse a esta polémica ni a Lambán, quien dijo que "a la vista de las imágenes que nos deja la tormenta Filomena, no parece que el cambio climático vaya a suponer necesariamente la desaparición de la nieve", el principal centro de investigación del Pirineo, que lleva años trabajando sobre el fenómeno, ha explicado que las excepcionales nevadas que han afectado a la mayor parte de España en los últimos días son el resultado de una combinación de una masa de aire cálida y húmeda con una capa de aire muy frío proveniente del ártico y seguido de un nuevo frente polar. Por separado dichas masas de aire afectan a la península de forma regular, explica, pero su sincronización resulta muy poco frecuente, y "hay que remontarse a 1971, incluso antes, para encontrar nevadas tan extensas e intensas como las ocurridas".

Segun ha publicado el IPE en sus redes sociales, este episodio es "perfectamente compatible" con el incremento de temperaturas que está experimentando la península ibérica y la mayor parte del planeta debido a la emisión por parte del hombre de gases de efecto invernadero. "El efecto del cambio climático se observa a largo plazo y está sobreimpuesto a la variabilidad climática natural, por ello la ocurrencia de eventos fríos es normal dentro de un clima que es progresivamente más cálido. Tampoco creemos que haya evidencia de que este evento sea una consecuencia directa del cambio climático".

Las reservas de nieve de una cordillera, según ha publicado, resultan de la acumulación de eventos de precipitación y de las temperaturas observadas durante buena parte del otoño, invierno y primavera. Se remite al último dato de la Confederación Hidrográfica del Ebro sobre las mismas, "que a pesar del paso de Filomena están por debajo de las reservas medias de los últimos cinco años". 

El último informe de estimación de reservas nivales en las vertientes pirenaica y cantábrica de las cuencas del Ebro y el Garona, a fecha del 10 de enero, es decir, tras el temporal, las establecía en 1.077 hectómetros cúbicos de agua equivalentes, una cifra que está por debajo de la del año pasado (1.333). En el caso del río Cinca, son incluso inferiores a la medida del último lustro.

Otro dato aportado de los estudios desarrollados en el IPE-CSIC señala un descenso en la duración del manto de nieve en cotas medias y altas del Pirineo. "A 2.000 metros de altura un incremento de 1ºC de temperatura respecto a las condiciones actuales puede suponer un descenso de la acumulación de nieve de mas de un 20% y reducir su presencia sobre el suelo en mas de un mes, con importantes impactos en la respuesta hidrológica de las zonas de cabecera". Como ejemplo más visible, y muy evidente, menciona el retroceso de los glaciares del Pirineo, acelerado en los últimos años.  

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