temporal

Teruel, tras la Filomena del siglo XVI

Un documento de los señores de Escriche describe una nevada de 1588 similar a la que todavía cubre la ciudad seguida también de una ola de heladas extremas

Documento de 1588 en el que una dama acomodada de Teruel describe una nevada similar a la que ha dejado Filomena.
Documento de 1588 en el que una dama acomodada de Teruel describe una nevada similar a la que ha dejado Filomena.
Biblioteca de Cataluña

Las nevadas copiosas como la que ha dejado Filomena, que ronda el medio metro de espesor, han sido frecuentes en la historia de la ciudad de Teruel, situada a 915 metros de altitud y sometida a un duro clima invernal. El historiador Fernando López Rajadel ha transcrito un documento del siglo XVI guardado en la Biblioteca de Cataluña de Barcelona y procedente de la ilustre familia turolense de los Sánchez Muñoz, señores de Escriche, en el que se describe una de esas tempestades de nieve en las que, como ahora acaba de ocurrir, “la gente padecía mucho trabajo”.

El texto, redactado por María Flores Carrillo, viuda de Pedro Sánchez Muñoz, cuenta que la ciudad quedó cubierta entre la “vispra de Navidad del Señor” de 1588 y el día de Año Nuevo de 1589 por una capa de “un palmo” de nieve, que fuera de la población alcanzó un espesor de “dos y en parte tres” palmos, lo que supone en torno a 60 centímetros. “Yva cada día nevando más”, cuenta, impresionada, la cronista.

La situación que generó aquel temporal fue muy comprometida para la ciudad porque, como pasa con Filomena, tras la nevada “sobrevinieron grandíssimas elores”. El texto copiado por López Rajadel describe un panorama catastrófico en la ciudad. “Elose el pan que no se podía comer sino calentándole. El vino de toneles de tres años, sacado del tonel se vio elarse. El agua, en las fuentes, ríos, acequias, elada no se podía coger. Los huevos, camuesas -una variedad de manzana-, peras, naranjas y las demás frutas eladas no se podían comer sino cocidas y hasadas. Y las que se quedaron no aprovechaban. Y ansí mesmo los ganados menudos pasaron mucho trabajo y murieron muchos”, relata Flores Carrillo.

Buena parte de las calles de Teruel, cubiertas de nieve una semana después de que empezara a nevar.
Buena parte de las calles de Teruel, cubiertas de nieve una semana después de que empezara a nevar.
Heraldo.es

En una época en la que la caza consistía una parte fundamental de la alimentación de la población, este recurso se vio gravemente perjudicado también por la nevada y la ola de frío que la acompañó. “Las liebres, conejos y perdices se allavan elados por los montes”, cuenta la dama en su relato. Añade que una liebre entró en la calle de las Carnicerías Altas, la actual calle del Rincón, en busca de la comida que no encontraba en el campo y allí “la mataron” mientras se alimentaba de paja. En otros pajares, “tomaron vivas” perdices que también se colaron en busca de sustento.

La crónica de la calamitosa nevada cuenta con “extrañeza” como, al helarse el “armajal” de Cella -probablemente, se refiere al humedal del Cañizar-, las ánades que no encontraban ningún curso fluvial ni zona pantanosa en los que aposentarse “acudieron tantas que a cargas las entravan por la ciudad, y tenían las gentes con ello mucho pasamiento en sus trabajos”. De este modo, parece deducirse del relato que el temible manto blanco trajo una oleada de desgracias, pero también un pequeño remedio en forma de patos fáciles de cazar para alimento de los turolenses.

Las similitudes con Filomena se extienden a la dimensión de la borrasca registrada en las Navidades de 1588, porque también entonces la nevada “fue general” y se extendió desde Zaragoza hasta la serranía de Cuenca. Afortunadamente, también como ahora, el medio metro de nieve y las gélidas temperaturas que llegaron a continuación no causaron en aquel notable episodio meteorológico del siglo XVI desgracia a “gente ninguna”. Tras el temporal y las heladas, al fin “sobrevinieron vientos calientes y -según relata María Flores Carrillo- se quitó la nieve con mucha bonanza”. Está por ver cómo se cerrará el paso por Teruel de Filomena y su secuela heladora.

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