LO QUE LA CURVA NOS CUENTA

¿Qué pasa con la inmunidad?

Nacho de Blas, profesor titular de la Universidad de Zaragoza, reflexiona sobre la respuesta inmune de las personas frente a cada patógeno.

Los científicos dan grandes pasos en la lucha contra el coronavirus. Un equipo estadounidense ha ensayado una vacuna en ratones y ha obtenido resultados muy prometedores. Aún es pronto para determinar su eficacia y esperan poder probarla en humanos en los próximos meses.
Los científicos dan grandes pasos en la lucha contra el coronavirus. Un equipo estadounidense ha ensayado una vacuna en ratones y ha obtenido resultados muy prometedores. Aún es pronto para determinar su eficacia y esperan poder probarla en humanos en los próximos meses.

Ayer hablaba de las vacunas como herramienta clave para combatir las enfermedades infecciosas, en especial las víricas. Si son un “invento” relativamente reciente, ¿cómo han sobrevivido personas, animales y plantas en el pasado a virus, bacterias y parásitos? Gracias a un sistema inmune muy complejo que intenta responder a los ataques que recibe.

La inmunología es una de las disciplinas científicas donde más nos queda por aprender. Si quieren ganar el premio Nobel en Medicina les sugiero que trabajen en este campo, y si no me creen miren la lista de premiados.

La respuesta inmune frente a cada patógeno es un mundo, y conocerla es vital. Ahora tenemos prisa por contestar dos preguntas: ¿podemos estimular artificialmente la inmunidad? y ¿cuánto dura la inmunidad? Las vacunas son la respuesta a la primera pregunta. En cuanto a la segunda no estamos seguros todavía.

No solo importa la inmunidad desarrollada por cada individuo, sino la proporción de individuos en cada momento que son resistentes de forma natural (por superar la infección) o artificial (por vacunación). Es lo que en epidemiología denominamos inmunidad de rebaño, que determina la aparición y desaparición de epidemias en una población.

Si la inmunidad no es duradera, la inmunidad de rebaño bajará cada cierto tiempo y se producirán nuevas ondas epidémicas, que se sucederán mientras no consigamos una vacuna (como en la bronquitis infecciosa aviar) o logremos la erradicación del patógeno. Si la inmunidad es duradera, probablemente la vacuna no será necesaria y conviviremos con SARS-CoV-2 como lo hacemos con otros coronavirus respiratorios cuyo nombre ni les suene (229E, OC43, NL63 y HKU1).

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