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Sánchez respalda la gestión de Ábalos con la número 'dos' de Maduro

El presidente intenta zanjar la crisis que ha opacado su última semana en el Gobierno, sostiene que el ministro evitó una "crisis diplomática" y aboga por el diálogo en Venezuela.

José Luis Ábalos ha tenido que responder a los medios por el revuelo político que ha provocado su supuesta reunión secreta
EFE/Cabalar

No eran estos los planes de Pedro Sánchez. El presidente del Gobierno contaba con que, una vez cerrados los acuerdos con Unidas Podemos y Esquerra, superada la investidura y puesta en marcha al maquinaria gubernamental todo iría casi rodado, o eso decían en su entorno. La idea era ir administrando la agenda social pactada con sus socios para recuperar la iniciativa política y mermar el espacio ocupado por la oposición, pero en sus primeras semanas al frente del nuevo Ejecutivo ha ido encadenando una polémica tras otra. Y ni la subida de las pensiones en un 0,9%; ni el aumento del sueldo de los funcionarios un 2%, ni el acuerdo con empresarios y sindicatos para elevar hasta los 950 euros el Salario Mínimo Profesional han servido para acallarlas. , tras dos días tratando de rehuir las preguntas incómodas de la prensa sobre su reunión con Torra, la reforma del Código Penal que beneficiará a Oriol Junqueras o su posición respecto a Venezuela, compareció para apuntalar a José Luis Ábalos e intentar sellar al menos el frente abierto a raíz del controvertido encuentro del ministro con la número dos de Nicolás Maduro, Delcy Rodríguez, en el aeropuerto de Barajas, en la madrugada del lunes.

El jefe del Ejecutivo aprovechó un encuentro con los medios, en el que tenía previsto hablar sobre su visita a las zonas afectadas por la borrasca 'Gloria', para dejar claro que el titular de Transportes y secretario de Organización del PSOE cuenta con su "respaldo" y su "afecto tanto político como personal" - es decir, que no contempla la dimisión que exigen PP y Vox-, acusó a la derecha de mantener una oposición desleal y adujo que lo único que hizo su hombre de confianza fue poner todo de su parte para "evitar una crisis diplomática". Algo que, además, añadió, logró.

El problema para el Ejecutivo es que, en los últimos días, ha habido muchas versiones sobre lo ocurrido. El jueves, cuando el digital 'Vozpópuli' dio la primera voz de alarma, el ministro negó que se hubiera reunido con Rodríguez. Explicó que él simplemente había acudido al aeropuerto a título personal para recibir a su amigo el ministro de Turismo del país caribeño, Félix Plasencia, que llegaba para asistir a Fitur, la feria internacional que estos días se celebra en Madrid. Veinticuatro horas después, matizó que en realidad sí había visto a la número dos de Maduro, que tiene prohibido pisar suelo comunitario como consecuencia de las sanciones impuestas por la UE al régimen 'chavista', pero aseguró que ella no llegó a bajar del avión, con el que tenía intención de dirigirse a Turquía, y que él se había limitado a saludarla porque así se lo había pedido Plasencia. También dijo que, de paso, le había recordado que "lamentablemente" no podía pisar territorio español.

Unas horas después, fuentes policiales dieron una vuelta de tuerca más al relato y adujeron que Ábalos había subido al avión acompañado de un comisario para evitar que Rodríguez cometiera una violación del mandato europeo, ya que se empeñaba en salir del avión. Y, ya este sábado, redondeando ese último testimonio, el propio ministro aportó datos nuevos en una entrevista en 'La Razón' y dijo que había sido el titular del Interior, Fernando Grande-Marlaska, el que le había llamado cuando iba camino de Barajas para advertirle de que en la aeronave de su amigo Plasencia también viajaba la vicepresidenta venezolana y pedirle que intentara evitar que descendiera.

El asunto en sí ya habría resultado polémico en cualquier caso, y más teniendo en cuenta lo polarizado del clima político actual, pero lo que terminó de alimentar las críticas de los partidos de la derecha fue el hecho de que Sánchez se negara a recibir hoy personalmente a Juan Guaidó, al que él mismo reconoció hace un año como presidente encargado de Venezuela, y delegara la tarea en su ministra de Exteriores, Arancha González Laya; algo que no han hecho otros mandatarios europeos como Angela Merkel, Emmanuel Macron o Boris Johnson.

El presidente del Gobierno recibió hoy de alguna manera, el espaldarazo del propio Guaidó, que evitó convertirlo en diana de la más mínima crítica. Pero la falta de claridad del líder del PSOE a la hora de explicar las razones últimas de su decisión, sirvieron al PP, Cs y Vox para alimentar la idea de que, la entrada de Podemos en el Gobierno, ha dado paso a un cambio de políticas y a una aproximación a Maduro. Un extremo que negó Sánchez.

Crisis compleja

El jefe del Ejecutivo argumentó que la crisis que vive Venezuela es tan compleja que ni siquiera "dos personas a las cuales no se les podrá reprochar su compromiso con la democracia ni su gran afecto por el pueblo venezolano", como los expresidentes Felipe González y José Luis Rodríguez Zapatero, coinciden en cómo afrontarla pero aseguró que su posición es la misma que hace un año y que su propósito es "liderar a través de las instituciones europeas una respuesta dialogada para una pronta celebración de elecciones".

Además, defendió que su Ejecutivo jamás ha desatendido las peticiones de asilo o "cobertura" de la oposición venezolana y recordó que, de hecho, Leopoldo López lleva nueve meses viviendo en la embajada española en Caracas.  "Lamentablemente -insistió- en España tenemos una oposición que utiliza el dolor del pueblo venezolano para intentar hacer y confrontar con el Gobierno".

Los socialistas admiten su preocupación ante las dificultades para lograr que sus principales iniciativas brillen por encima de la bronca. El viernes registraron una batería de proposiciones en la Cámara baja que incluyen la legalización de la eutanasia y la reforma de la ley de la memoria histórica y apenas lograron eco. Pero avisan de que no rehuirán la batalla.