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El rastro de Salas en Aragón

La científica, fallecida este jueves en Madrid a los 80 años, vino varias veces a la Comunidad con motivo de su trabajo, e incluso un colegio de Zaragoza lleva su nombre.

Carmen Serrano, Margarita Salas y Pilar Zaragoza conversaron en la Aljafería.
Luis Giménez

En diciembre hará un año que un colegio de Zaragoza cambió su nombre: del antiguo Eliseo Godoy, maestro y militar franquista se pasó a llamar Margarita Salas, la científica fallecida este jueves a los 80 años en Madrid. El consejo escolar del centro aprobó el cambio en junio y, seis meses después, a finales de 2018, el Departamento de Educación dio el visto bueno. El pasado abril, la científica visitó el centro, y sus estudiantes le rindieron homenaje e incluso los más pequeños le compusieron una poesía: “Piensa en ciencia / piensa en vida / su trabajo nos inspira”. La propia Salas descubrió una plaza conmemorativa en la entrada del colegio.

Este es un ejemplo de la vinculación de Margarita Salas a Aragón, comunidad que ha visitado en numerosas ocasiones para labores de divulgación científica, sobre todo. Además, es senadora honoraria de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Zaragoza, y uno de sus alumnos más destacados, entre otros muchos, es el también investigador aragonés Carlos López Otín, que en una entrevista hace unos años con Heraldo dijo de ella que era una mujer “absolutamente ejemplar, que sigue contribuyendo a la Ciencia con la misma dedicación, rigor e intensidad que aprecié por primera vez hace más de 30 años, cuando tuve la fortuna de asistir a sus clases de Genética Molecular en la Universidad Complutense de Madrid”. Ella, continuaba, “contribuyó decisivamente a dar forma a aquella incipiente pero todavía confusa atracción mía hacia las Ciencias de la Vida”.

Ya en 2007, Margarita Salas fue reclamada para participar en el programa Invitación a la lectura, promovido por el Gobierno de Aragón y Caja Inmaculada, y en el ciclo de coloquios Real Academia Española del Centro Joaquín Roncal. Allí, Salas repasó los avances científicos más importantes en materia de biología molecular habidos en la segunda mitad del siglo pasado (“descubrimiento del ADN y de su forma de doble hélice, desciframiento del código genético...”) y explicó que el reto, en esos momentos, era “saber, de los 25.000 genes que tiene el hombre, qué proteínas tiene cada uno y cuáles son sus funciones”.

Cualidades de un investigador

Años después, en 2015, la científica participó, junto a la catedrática de Genética y entonces vicerrectora de Transferencia e Innovación Tecnológica de la Universidad de Zaragoza Pilar Zaragoza y la periodista Carmen Serrano, en las Conversaciones en la Aljafería, en su enfoque más científico, coordinado por Miguel Carreras, de la Asociación Ciencia Viva. Allí destacó, entre las cualidades que debe tener un investigador, la dedicación y el entusiasmo. “Otras cosas, como el rigor experimental, se van aprendiendo”, dijo, antes de añadir que “también hace falta tener cierto grado de imaginación para planear los experimentos y poner tesón, no desanimarse, porque en investigación hay fracasos y hay que seguir adelante, a veces cambiando el rumbo”.

Carmen Serrano apuntó que muchas cosas han cambiado en los últimos años, pero otras no. «Hoy, la mujer está valorada en la ciencia, pero no llega a puestos altos -señaló Salas-. En los laboratorios, hay más mujeres que hombres haciendo el doctorado y, en todas las profesiones, la mujer está mentalizada de que tiene que hacer una carrera; yo, que tuve a mi hija con 37 años, era un bicho raro».

En este sentido, con motivo de ser nombrada senadora honoraria de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Zaragoza, reveló a este periódico que en sus inicios en la ciencia se sintió muy discriminada como mujer, y también se sintió de la misma manera una vez jubilada. “El tratamiento que nos dan a los jubilados no es el mejor. Nos hacen sentirnos como que ya no somos nadie, y eso que yo tengo la suerte de haber sido nombrada profesora de honor del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y sigo trabajando en el Centro de Biología Molecular Severo Ochoa como antes de jubilarme, tengo mi mismo laboratorio, mi gente, mi proyecto... No he perdido nada. Pero en ciertas ocasiones parece que no cuentas, que ya no eres una persona como antes de jubilarte”, afirmó.