Marc Márquez busca 'pescar' el título en Motorland, que celebra 10 años de Mundial

El Gran Premio de Aragón, que arranca este viernes con las sesiones libres, cumple una década en el calendario. Márquez, que disfrutó con su hermano Álex de una jornada de pesca en Mequinenza, puede dejar el Mundial visto para sentencia.

Los hermanos Márquez disfrutaron de una jornada de pesca en el pantano de Mequinenza
Los hermanos Márquez disfrutaron de una jornada de pesca en el pantano de Mequinenza
MotoGP

En el corazón de Motorland, la vida prendió ayer con los preparativos previos al fin de semana del Gran Premio de Aragón de Motociclismo: los pilotos se asomaban por el paddock, los ingenieros ajustaban las mecánicas, los primeros aficionados buscaban su foto y su firma, se iniciaban las primeras vueltas de reconocimiento, los equipos levantaban sus cuarteles generales, los patrocinadores tomaban posiciones… Diez años cumple el Gran Premio de Aragón, y ni una arruga puede observarse aún en su rostro juvenil y prestigioso, en su trazado sinuoso, único y halagado por ese universo de vida propia que compone el Mundial de MotoGP. Desde pilotos, a técnicos, fabricantes, dirigentes, aficionados… El consenso a lo largo de esta década de motor, gasolina y pasión en tierras turolenses ha sido unánime: las carreras de Alcañiz se han abierto un hueco propio dentro del escenario internacional de esta disciplina como un evento de calidad, por la organización y por el atractivo deportivo del circuito alcañizano.

Este reconocimiento no ha sido gratuito, y, en estos diez años, el espectáculo se ha apoderado de este fin de semana de septiembre. Las primeras victorias con el mítico Casey Stoner, el patriarcado de Marc Márquez y sus cinco victorias, el extenuante pulso de Dani Pedrosa y Rossi en 2015, el accidentado gran premio de 2014 con Áleix Espargaro en el podio, el inagotable infortunio en Aragón del talento de Andrea Dovizioso, el triplete español en la categoría reina en 2017, la apoteósica victoria del piloto de raíces bajoaragonesas Álex Rins en Moto3 en la edición de 2013 o su celebrado segundo puesto en Moto2 en 2015, los sufrimientos y agonías de la leyenda Valentino Rossi en este trazado vertiginoso o el recordado carisma de su amigo, Marco Simoncelli, cuando esta carrera comenzaba a gatear.

Hoy, diez años después, las 15 curvas de Motorland se han instalado como un punto clave del calendario. En cierto modo, el panorama de competidores sigue intacto. La reciente retirada de Pedrosa ha alterado mínimamente la orla de figuras y estrellas de los últimos años. Ahí siguen Jorge Lorenzo, Rossi y sus 40 años de gloria y magia, Dovizioso, Andrea Ianonne, los Espargaró, Carl Crutchlow, Marc Márquez… Sin embargo, un relevo generacional asoma por la esquina, con la revelación del año, el francés Fabio Quartararo, el crecimiento de Maverick Viñales y la consolidación entre la nobleza del paddock de Álex Rins, el piloto de casa, originario de la vecina Valdealgorfa. Su Suzuki se ha establecido como una referencia del mundial. Este año, ha saboreado sus dos primeras victorias, en Austin y en Silverstone, y, de ese modo, Rins se ha ganado el derecho a sentarse ya en la mesa de la aspirantes. Ayer, lo hizo en la rueda de prensa oficial, al lado de Marc Márquez, junto a Dovizioso, Viñales o Quartararo. Allí estaba Rins, con su cabeza rizada, dispuesto a asaltar un gran premio que siente como suyo.

Es cuarto en el mundial, ha perdido una plaza tras su abandono el fin de semana pasado en San Marino, y busca meterse de nuevo en la lucha por la segunda plaza, pues el mundial vuelve a tener la sonrisa Marc Márquez, líder con 93 puntos de ventaja sobre Dovizioso. Una victoria en Aragón, donde ha ganado más que nadie (4 veces en MotoGP), donde una curva lleva su nombre, le despejaría el camino para levantar el título en Tailandia, el próximo gran premio. Junto a su hermano Álex, líder de Moto2, ha estado esta semana pescando cerca de Motorland, en el pantano de Mequinenza.

 Un respiro, paz, antes de una nueva batalla. Hoy, con los entrenamientos libres, el Gran Premio de Aragón pone a tope sus cilindros, mientras en los equipos se mira al cielo de Teruel: este sábado, se prevé diluvio en la calificación y, el domingo, riesgo de más agua. 

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