Palestina, la ficción de reconocer un Estado que no se ha creado

La población de este territorio árabe ve el posicionamiento de España, Irlanda y Noruega como un "acto de justicia" tras más de un siglo de lucha por su liberación frente a Israel.

Bandera de Palestina.
Bandera de Palestina.
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Noruega, Irlanda y España se suman a la lista de 146 países del mundo que reconocen el Estado de Palestina, un Estado que no existe. Primero se debería crearlo para luego poder reconocerlo, pero en Oriente Medio las cosas no siempre funcionan así. Los palestinos llevan más de un siglo luchando por la liberación nacional, primero contra los británicos y luego contra Israel, pero no han tenido éxito y ahora ven el movimiento de estos tres países europeos "como un acto de justicia y de oposición al proyecto colonial sionista. La histeria que vemos en la respuesta israelí se debe a que ellos no creen en los dos Estados porque ideológicamente no aceptan a otro pueblo que viva entre el río Jordán y el Mediterráneo", opina el politólogo palestino Xavier Abu Eid.

El Estado de Israel tampoco existía hasta que en 1947 Naciones Unidas aprobó la resolución 181, que establecía el Plan de partición de Palestina histórica en dos partes. Ese es el primer texto de la ONU que habla de los dos Estados, uno judío y otro palestino, con Jerusalén bajo un régimen internacional. Esa resolución es la base de la creación del Estado judío, que proclamó su independencia un año más tarde. La respuesta árabe llegó de la mano de Egipto, Jordania, Siria, el Líbano e Irak, que lanzaron una guerra contra el recién nacido Estado hebreo que no pudieron ganar. Los jordanos se quedaron con Cisjordania y Jerusalén Este y los egipcios con Gaza, y no hubo declaración alguna de independencia palestina.

La situación se complicó aún más en 1967 cuando Israel lanzó un ataque sorpresa contra Egipto, Siria y Jordania y en seis días se hizo con el control de Gaza, Cisjordania, Jerusalén Este, los Altos del Golán y una parte del Sinaí. La ONU nunca reconoció la soberanía israelí sobre estos territorios y se ciñó al plan de partición de 1947, pero la guerra impuso su ley y el derecho internacional desapareció de la escena.

En estas siete décadas los palestinos han perseguido el derecho de autodeterminación y el reconocimiento de su Estado por todas las formas imaginables, diplomáticas y militares, sin éxito. En un primer momento se negaron a aceptar el plan de partición de su tierra impuesto por la ONU hasta que en 1974 Yaser Arafat fue a Naciones Unidas como líder de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) y volvió a poner sobre la mesa la necesidad de reconocer el Estado palestino en un discurso histórico. En su intervención, Arafat abrió también las puertas a la existencia de un solo Estado para árabes y judíos.

Primera Intifada, primer reconocimiento

El primer movimiento internacional de reconocimiento llegó en plena Primera Intifada, catorce años después de la aparición de Arafat en Nueva York. Los palestinos de los territorios ocupados se levantaron contra las fuerzas israelíes por primera vez en un movimiento que estalló en Gaza y se extendió por Cisjordania. A finales de 1988, la OLP declaró la independencia del Estado palestino en las fronteras que había hasta la guerra de 1967, con un texto redactado por el poeta Mahmoud Darwish.

Esa declaración defendía que la partición de la tierra no había sido justa, pero se aceptaba por primera vez, y este movimiento hizo que los miembros de la Liga Árabe, de la Conferencia Islámica y los países del bloque del Este reconocieran el Estado. Fueron 78 países de golpe quienes dieron el paso. A partir de entonces la designación oficial en la ONU pasó a ser Palestina y no OLP. La gran estrategia diplomática puesta entonces en marcha fue trabajar para meter a Palestina en los tratados internacionales, una estrategia que ha resultado efectiva a largo plazo como se ha visto en la Corte Penal Internacional.

En 1993 llegaron los Acuerdos de Oslo, que prometían terminar el conflicto. Este pacto establecía cinco años para negociar un acuerdo de paz permanente, la creación de la Autoridad Nacional Palestina (ANP) como gobierno autónomo provisional y la retirada de las fuerzas israelíes de las zonas ocupadas... Pasaron los años y Oslo nunca se cumplió.

Proyecto colonial

Frente a la impotencia palestina, los israelíes han desarrollado un proyecto colonial basado en el derecho bíblico por el que han levantado más de 150 asentamientos, en los que viven más de 700.000 colonos, en Judea y Samaria (nombres bíblicos de Cisjordania) y Jerusalén oriental. Esta política de hechos consumados hace que pensar en un Estado palestino en las circunstancias actuales sea una ficción.

A esto hay que sumarle la profunda división política palestina entre Fatah, al frente de Cisjordania, y Hamás, grupo islamista que desde 2007 controla Gaza. "Reconocer el Estado palestino supone el reconocimiento del derecho del pueblo palestino a la autodeterminación y debería servir para que los dirigentes actuales se dieran cuenta que deben avanzar hacia la unidad nacional", opina Abu Eid.

El exportavoz israelí de Exteriores, Yigal Palmor, piensa que esta decisión "claramente no cambiará nada sobre el terreno y sólo tiene un valor simbólico. Si España profesa apoyar la solución de dos Estados, parece haber olvidado un lado de la ecuación: Israel. Al perder de vista el contexto crucial, el Gobierno español no sólo aliena a Israel, sino que desdibuja la diferencia entre la Autoridad Nacional Palestina y Hamás, otorgando legitimidad al grupo terrorista islamista en la causa palestina".

Los palestinos están divididos geográfica y políticamente. El ataque lanzado por Hamás el 7 de octubre contra las colonias vecinas a la Franja y la posterior operación lanzada por Israel marcan un punto de inflexión en el conflicto y desde el exterior países como España, Noruega e Irlanda perciben que es el momento de mover ficha con el objetivo de que las cosas cambien de una vez. Han tirado la piedra al lago y ahora hay que esperar a ver hasta dónde llegan las ondas.

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