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El capitán Barba, piloto del Ejército que participó en evacuar a afganos: "Lo volvería a hacer"

El primer vuelo en el que participó este militar del Ala 31 fue uno de los más críticos. Lograron traer a España a más de 2.000 personas, en su mayoría mujeres y niños.

El capitán Juan Alberto Barba, en la plataforma esperando al personal afgano.
El capitán Juan Alberto Barba, en la plataforma esperando al personal afgano.
J. A. B./Efe

Hace un año, el capitán del Ejército del Aire Juan Alberto Barba disfrutaba de unos días libres cuando recibió una llamada. Poco después pilotaba un avión con destino a Dubai. ¿La misión? Volar a Kabul para evacuar a ciudadanos afganos cuyas vidas corrían peligro tras la ocupación del país por parte de los talibanes.

¿Lo volvería a hacer? "Sin dudarlo. Y creo que podría hablar por el resto de mis compañeros", afirma rotundo en una entrevista con Efe este piloto del Ala 31 (en la base aérea de Zaragoza) que comandaba el primer vuelo de la operación puesta en marcha por el Gobierno español y que logró traer a España a más de 2.000 personas, en su mayoría mujeres y niños. Fue el 19 de agosto cuando llegó a la base aérea de Torrejón de Ardoz (Madrid) el primer avión con 53 españoles y 48 afganos evacuados.

Relata este piloto que cuando le avisaron no le ofrecieron mucha información. Tan solo que se iba a evacuar al personal español, entre ellos al embajador y a policías, y que el resto eran colaboradores afganos. Lo que iba a ser una pequeña operación para recoger a 400 personas se alargó a casi 14 días y a 2.000 personas evacuadas. El número "no paraba de crecer" y el capitán tuvo que participar en cinco rotaciones. Todos redoblaron esfuerzos. Afganistán estaba prácticamente ocupado por los talibanes y en el único sitio "libre", el aeropuerto de Kabul, se montó el corredor humanitario para la evacuación.

El primer vuelo en el que participó Barba fue uno de los más críticos. "Teníamos muy poca información. Nuestra mayor preocupación era en qué condiciones iba a estar el aeropuerto. Habíamos visto imágenes de la gente intentando encaramarse al tren de aterrizaje de los aviones". "Nuestros aviones eran de hélices y los motores exteriores quedaban a un metro y medio del suelo, con el consiguiente peligro para quien se acercara demasiado", destalla.

Barba y sus compañeros consiguieron aterrizar cuando la fuerza internacional había recuperado el control del aeropuerto. Pero el tiempo corría en contra porque la gente podía volver a invadir el aeropuerto "o los americanos decidir irse y no dar soporte". "Íbamos siempre un poco a contra reloj, dentro de la seguridad de las operaciones", recalca el piloto, que recuerda cómo en alguno de los vuelos recibió una llamada de la torre de control para avisar de que personal civil estaba invadiendo la pista. "Tuvimos que cerrar las compuertas pero en pocos minutos se tomó el control y pudimos seguir introduciendo gente en el avión", rememora.

El Ala 31 estaba constantemente entrando en Kabul: "Llegábamos, cogíamos a la gente y la llevábamos a Dubai. Aprovechábamos para descansar un ratito y volvíamos a volar", recalca Barba. La operación era "intensa" y "compleja" porque había que coordinar estos vuelos con los que iban a recoger al personal en Dubai para llevarlos a Torrejón. "Y no solo había que coordinar los tiempos sino también la capacidad de los aviones", un factor que limitaba las cifras de evacuación.

Aunque en la práctica "nunca fue así. Siempre sacamos a todo el personal que estaba preparado para salir". Para ello, incluso, se simultaneaban dos vuelos. Y como la mitad de los evacuados eran niños y la gran mayoría de los afganos viajaba sin equipaje, como mucho "una bolsa de basura con cuatro cosas", se pudo hacer un cálculo del peso más generoso y meter a más gente en los aviones, continúa el capitán. Así, habilitaron el suelo de los aviones con cintas para que los pasajeros se pudieran agarrar y llevar al mayor número de personas posible.

No sabían a dónde iban

Los pilotos se encontraron con otro problema añadido: no podían repostar en Kabul, por lo que los aviones tenían que salir de Dubai con el depósito cargado de combustible para llegar al aeropuerto afgano y volver a Dubai.

Una de las cosas que más impresionó al capitán Barba es la cantidad de niños que evacuaban en cada vuelo y, sobre todo, que la gente "no sabía a dónde iba exactamente". Cuando, una vez pasada la zona de amenaza, la tripulación aprovechaba para comprobar que el pasaje estaba bien, que nadie se había puesto nervioso, se daban cuenta de que muchos se habían subido a un avión con destino a España, pero no que antes iban a volar a Dubai, y de ahí a Torrejón, desde donde se les iba a reubicar y dar asilo.

No hubo ningún incidente en los vuelos del capitán. Los afganos eran "muy educados. Solo buscaban respuestas pero la mayoría no hablaba inglés, por lo que era difícil comunicarse aunque siempre había algún colaborador que hacía de intérprete", añade. Como anécdota recuerda que, aunque en principio colocaban a las mujeres y niños en los asientos laterales del avión y a los hombres en el suelo, a mitad de viaje se cambiaban. "Será algo cultural", reflexiona.

Barba no olvidará uno de los momentos más duros: la muerte de un bebé en brazos de su madre en la puerta antes de entrar al avión. "Te remueve bastante", al igual que ver a la gente subir dejando todo atrás para no volver.

Sensación "agridulce"

Hubo una parte muy bonita, saber que "estabas dando a muchas personas una oportunidad que en su país no iban a tener, una vida más próspera o educación". De todos modos, al capitán le queda una sensación "agridulce". "Cuando nos fuimos -relata- nos enteramos de gente que no pudo llegar porque moverse por Afganistán en vehículo era una tortura, por las condiciones de las carreteras y por los controles de los talibanes".

Barba considera que si la operación hubiera durado "un poco más" se podría haber evacuado a más gente, pero "hubo un momento en que se dijo que el aeropuerto iba a ser controlado por los talibanes". Aun así, "todo el personal que pasó el control se vino con nosotros. No dejamos a nadie atrás", asevera con orgullo.

Tras recalcar el "excelente" trabajo del Ala 31, cree que el esfuerzo realizado se recompensó con resultados. "Fuimos capaces de sacar de allí a 2.000 personas y darles una oportunidad. Para eso están las Fuerzas Armadas", concluye.

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