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Ucranianos en Aragón: con el corazón en un puño

En la Comunidad residen 2.300 ucranianos. Muchos son los que viven con preocupación y miedo la escalada de tensión entre Kiev y Moscú, y recuerdan que están en guerra desde 2014.

Arriba, Alina Klochko (izquierda) e Ivan Lekhman. Abajo, Oleksandr Chernyy y Halina Cherna.
Arriba, Alina Klochko (izquierda) e Ivan Lekhman. Abajo, Oleksandr Chernyy y Halina Cherna.
Heraldo.es

Desde hace unas semanas Alina Klochko, presidenta de la Asociación Ucraniana de residentes en Aragón, no ve la televisión. Las noticias que llegan desde Kiev de una posible invasión de Rusia, tras el despliegue de más de 100.000 soldados en la frontera con el país vecino, le preocupan y se pone "muy nerviosa".

Esta mujer, de 40 años, llegó en 2015 junto con su marido y su hija a Zaragoza, donde ya tenían familiares residiendo. Ellos proceden de la ciudad de Chernovtsi, muy cerca de Rumanía y alejada de la cuenca del Donestk (conocida también como Donbás), donde un año antes estalló una guerra entre el Ejército ucraniano y separatistas prorrusos apoyados por Moscú que ha dejado hasta el momento (según datos de la ONU) más de 14.000 muertos en ambos bandos -tanto militares como civiles-.

"Vinimos a Aragón por el pánico de nuestras mamás, que nos llamaban sin parar porque desde 2014 tenemos guerra; nunca paró. No queremos dejarles la parte Este de Ucrania tan fácil como Crimea (Moscú se anexionó esta península tras un referéndum independentista). En la parte Oeste estaba todo tranquilo, pero nuestros familiares nos alertaban de que iban a cerrar las fronteras y que a mi marido le iban a obligar a ir al frente. Me decían: 'Te matarán a tu esposo'", indica Alina para explicar la decisión tomada.

El caso de Ivan Lekhman, de 44 años, es parecido. Hace cuatro años dejó atrás su país natal para viajar directo a Zaragoza con su mujer. "Me obligaban a ir a la guerra y yo no quería matar a nadie ni que me mataran a mí. Ahora tengo mucho miedo; hay muchos ejercicios militares en la frontera y todo el mundo está preocupado. No quiero ir al frente, pero voy a ayudar el máximo posible a Ucrania. Mis padres y mis hermanos están ahí. Los rusos no son mala gente; todo es política del Kremlin", afirma.

Ivan Lekhman viven en Aragón desde hace cuatro años.
Ivan Lekhman viven en Aragón desde hace cuatro años.
Heraldo.es

Un total de 2.304 ucranianos (1.305 mujeres y 999 hombres) residen en nuestra Comunidad, según datos del Instituto Nacional de Estadística a 2021. Un número que ha ido creciendo poco a poco desde 2014, cuando alcanzaban los 2.059.

El hermano de Alina, Oleksandr Chernyy, recaló en Zaragoza hace ya 18 años para buscarse la vida y aquí vive "muy tranquilo" con su negocio de reparación de electrodomésticos multimarca. Para él, la escalada de la tensión entre Kiev y Moscú es "todo política" entre el presidente estadounidense, Joe Biden, y su homólogo ruso, Vladimir Putin. "Ucrania sirve de ‘buffer’, de amortiguador, ante cualquier ataque. Putin lo que quiere es arruinar a la UE y recuperar los países que conformaban la Unión Soviética como si fueran su casa. Es su sueño de jubilación: recuperar la URSS. Pero él no es toda Rusia, es una sola persona que no puede tener siempre razón. Con la que está montando, tiene a todos pendientes de su gas y petróleo; por eso hace esa manipulación", critica.

Oleksandr Chernyy, en su negocio de reparación de electrodomésticos en La Almozara.
Oleksandr Chernyy, en su negocio de reparación de electrodomésticos en La Almozara.
Francisco Jiménez

Desde las pasadas Navidades, su madre, Halina Cherna, está de visita y reconoce tener miedo de que a su vuelta la llamen a filas. "Ya estoy acostumbrada a que haya guerra en el Este, pero en las noticias han dicho que a las mujeres nos pueden obligar a ir al frente hasta los 60 años si eres militar o enfermera. Yo tengo el carné de enfermera", cuenta.

Halina Cherna, en la tienda que regenta su hija en Zaragoza.
Halina Cherna, en la tienda que regenta su hija en Zaragoza.
Francisco Jiménez

Mientras, Maria Dyachyshyn avanza que si hubiera una invasión de Rusia habría que ayudarles. "Son muy malas noticias las que llegan desde Ucrania y estoy preocupada. Putin está desesperado y no sabes qué esperar de él, no solo nuestro país sino todo el mundo", señala esta mujer, que vive en San Juan de Mozarrifar junto a su marido. "Procedemos de una región que está junto a Polonia y vinimos a Aragón en el año 2002 a buscar trabajo", detalla.

"En el siglo XXI no se  hace ninguna guerra"

Sin embargo, Alina no cree que tal actuación militar vaya a producirse. "Por dos razones: es un juego de los políticos rusos para asustarnos y que cambiemos de opinión y no entremos en la UE y la OTAN. Y nuestro presidente (Volodimir Zelenski) nos ha dicho que estemos tranquilos porque contamos con la ayuda de países amigos. Los políticos rusos están locos, en el siglo XXI no se hace ninguna guerra. Tenemos problemas más potentes como el cáncer, el coronavirus... En vez de armas y perder gente en esta locura de guerra, que inviertan en nuestras escuelas y centros de salud", reivindica esta traductora autónoma, que tras el parón de trabajo por la pandemia abrió el pasado verano una tienda de alimentación, menaje y ropa de productos y artículos nacionales e internacionales.

Alina Klochko, presidente de la Asociación Ucraniana de residentes en Aragón, en su tienda 'Algo Más' en Zaragoza.
Alina Klochko, presidente de la Asociación Ucraniana de residentes en Aragón, en su tienda 'Algo Más' en Zaragoza.
Francisco Jiménez

Asimismo, la presidenta de la Asociación Ucraniana de residentes en Aragón destaca que también le preocupa y duele la imagen que en España se tiene de su país. "A través de la asociación, me gustaría hacer exposiciones o montar un pequeño museo. Mucha gente piensa que Ucrania es lo mismo que Rusia y que existió desde 1991, tras la caída de la Unión Soviética. Eso es 100% mentira; es mucho más antigua que Rusia. Nuestra historia dice que somos distintos (costumbres, cantos... ) y también somos más abiertos", comenta Alina, que tiene familiares asentados desde hace años en tierras rusas y con los que no tienen contacto a raíz de la guerra de 2014 en Donbás.

Para el aragonés Ramón Jimeno, gran conocedor de la zona (vivió en primera persona la caída de la URSS y fue oficial de la Embajada de España en Moscú en Asuntos Políticos y Gestión Cultural de 1999 a 2006), es importante partir de la base de que Ucrania no es un país uniforme y que no habría que interpretar todo lo que sucede en las antiguas repúblicas de dominio soviético con juicios de valor occidentales. "Ucrania es un país dividido por el idioma, la religión, por un río y dos tendencias sociopolíticas: por un lado, hacia Europa y, por otro, hacia Rusia. Y hay algo que Occidente no ha aprendido a hacer muy bien, que es escuchar e intentar entender el relato ruso y el del espacio postsoviético", advierte.

Una "gran desconfianza" mutua

En este punto, Jimeno recuerda que la OTAN nació como contrapeso al poder militar de la Unión Soviética y señala que cuando esta se desmoronó (en 1991) a Mijail Gorbachov "le prometen" que la Alianza Atlántica no se expandiría hacia Rusia. "Sin embargo, aprovechando la debilidad geopolítica de Moscú lo está haciendo. Eso es lo que afirma Putin: "Nos han engañado repetidamente". No estoy diciendo que no tenga razón la OTAN, cada país es soberano para avenirse a una estructura de seguridad o a otra. Pero, ¿y si mañana Cuba cede terrenos para que haya misiles rusos? Estados Unidos se pondría muy nervioso; es un escenario muy similar. En el fondo del conflicto lo que existe es una gran desconfianza por ambas partes", sostiene.

Lo que no acaba de entender es el origen de la escalada de tensión de estas últimas semanas cuando "el status quo" no ha cambiado "desde 2014". "La región del Donbás, de población rusa, es una zona en guerra. Y Moscú desde hace años está moviendo tropas continuamente por las fronteras. Los rusos siguen estando en su propio territorio cuando los que están trasladando militares y armamento es la parte Occidental. A veces pienso que esta situación es gratuita y algunos consideran que Biden podría estar creando una tensión exterior para reforzar su figura interior. Es un argumento de laboratorio geopolítico, pero puede ser posible", apunta.

Durante los años que Jimeno residió en Moscú nunca coincidió personalmente con Putin, del que destaca que es "hijo" de los servicios secretos rusos y un gran defensor de los suyos. «En la zona de Donbás lo que hace es defender a la que considera su población rusa. Con la caída de la URSS y en la época de Boris Yeltsin, muchas veces los rusos iban con la cabeza baja a las reuniones internacionales. Habían perdido ese poderío y lo echaban de menos; recuperar ese orgullo en el escenario internacional es lo que Putin ha intentado ofrecer a su pueblo", añade.

¿El final de esta escalada que nos tiene en vilo? "Todo dependerá de que nadie cometa un error; es el problema de cuando existe una tensión", concluye.

Más de 600 niños afectados por el desastre nuclear de Chernóbil han pasado por Aragón 
Un grupo de niños ucranianos, en el aeropuerto de El Prat para regresar a su país tras pasar unas semanas en Aragón estas pasadas Navidades.
Un grupo de niños ucranianos, en el aeropuerto de El Prat para regresar a su país tras pasar unas semanas en Aragón estas pasadas Navidades.
Asociación Asistencia a la Infancia

Comenta Ana María Zapatero, coordinadora de Zaragoza de la Asociación Asistencia a la Infancia (dedicada a acogimientos temporales no preadoptivos de niños/as de orfanatos y familias muy necesitadas de Ucrania afectados por el desastre nuclear de Chernóbil), que cuando los menores ucranianos tienen que regresar a su país tras una estancia en Aragón ese es el día del llanto. "Muchos nos dicen que se quieren quedar, pero no son nuestros. Algunos ya de mayores vuelven aquí con sus familias a vivir por su cuenta y también a otros los han adoptado en España cuando tenían 24 o 25 años", explica.

En 1996, diez años después de la catástrofe nuclear, el Gobierno de Kiev pidió ayuda a Europa para atender a estos menores y once familias aragonesas respondieron al llamamiento. Ese fue el germen de la Asociación, que desde entonces ha traído a la Comunidad a más de 600 niños (con edades comprendidas entre los 8 y 18 años). "Buscamos una familia de referencia para un niño y siempre vienen a la misma. Hay varias familias que han traído a sus casas a seis o siete chavales (uno detrás de otro) y lo hacen de forma voluntaria. Les das un anclaje y ganan en salud. La inmensa mayoría viven en pueblos de la región de Kiev y tienen carencias de todo tipo. Aunque sean generaciones posteriores a la radiación, sí presentan afecciones. El 90% tienen la boca estropeada por los alimentos que comen, aún hay mucho uranio en el suelo y en los árboles", apunta.

El grueso de los acogimientos se hacen en verano (dos meses y medio) y también en diciembre. En 2020 y estío de 2021 no se pudo hacer por la covid, pero estas Navidades han venido a Zaragoza y Huesca 30 niños (del 15 de diciembre al 22 de enero) cumpliendo todas las pautas sanitarias. En cuanto a la guerra que se libra en el Este del país, ellos no la notan. "Viven en el centro y llevan una vida normal", explica Zapatero.

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