Javier Solana: "No se puede reconstruir un país desde fuera y con las armas"

El ex Alto Representante para la Política Exterior y de Seguridad Común y ex director general de la OTAN teme el rumbo que los talibanes le darán a Afganistán y defiende que China y Europa jueguen un papel relevante

Javier Solana ha sido elegido por unanimidad nuevo presidente del Real Patronato del Museo del Prado.
Javier Solana ha sido elegido por unanimidad nuevo presidente del Real Patronato del Museo del Prado.
Efe/J. J. Guillén

Poca gente tiene la experiencia y la legitimidad de Javier Solana para analizar la política internacional. Primero fue ministro de Asuntos Exteriores de España con Felipe González, luego dirigió la OTAN entre 1995 y 1999, y después la diplomacia de la Unión Europea como Alto Representante para la Política Exterior y de Seguridad Común, hasta 2009. Sin embargo, es muy cauto a la hora de valorar lo que está sucediendo en Afganistán y evita "meterse en charcos".

Por eso le sorprende la polémica que han provocado un par de tuits suyos: en uno escribió un inofensivo "Afganistán nos apela", suficiente para provocar la ira de quienes rechazan las intervenciones militares, y en otro consideraba que las conversaciones de China con los talibanes podían ser constructivas. Lo más suave que le llamaron, dice, fue traidor.

-El mundo está sorprendido por la velocidad de la victoria talibán. Biden afirma que los soldados afganos no han combatido. ¿Qué ha sucedido en realidad?

-Es obvio que no han combatido. O que no han combatido lo suficiente. Desde que los talibanes tomaron el control de la primera capital de provincia, el 6 de agosto, quedó en evidencia que habían llegado a acuerdos con algunos de los militares afganos tras el anuncio de la retirada de Estados Unidos. Comenzaron su ofensiva por la periferia, donde el Gobierno era más débil, y llegaron a Kabul rapidísimamente.

-O sea, que no se opuso resistencia.

-Afganistán es un país grande donde siempre ha habido líderes regionales muy fuertes que impedían establecer un gobierno central duradero y que mandara sobre todo el territorio. Vieron la que se venía encima y que no había otra forma de sobrevivir que llegar a acuerdos con los líderes talibanes correspondientes. Sin fuerzas extranjeras, el Gobierno no habría durado nada, y ya se ha visto que, incluso estando 20 años allí, tampoco ha durado nada. Esto quiere decir que, por mucho que quieras reconstruir un país, desde fuera y con las armas no se puede lograr.

-¿Conseguirán ahora los talibanes crear ese gobierno central fuerte?

-Dependerá de cómo se comporten los jefes locales que controlan algunas provincias. En cualquier caso, Afganistán es un país en el que resulta muy difícil mantener un gobierno central que mande sin violencia.

-No se fía entonces de sus buenas palabras.

-Estos talibanes pueden sonreír hasta un punto. Ya han dicho que a las mujeres las van a tratar según la ley islámica, que es la ley del maltrato a la mujer. Y, además, no pueden gestionar el país porque no controlan todo su territorio y no tienen un presupuesto para dirigirlo. Les va a costar gobernar sin el miedo y la fuerza.

-¿Supone Afganistán el fin del modelo de intervenciones militares para imponer la democracia?

-Este caso es muy especial, porque se trata de una intervención como respuesta a los atentados del 11-S que fue votada unánimemente en Naciones Unidas. Por eso, no se puede reducir todo a un modelo. Hay muchos. No es lo mismo Afganistán que los Balcanes o Irak, donde además se intervino una vez con la ONU y otra sin ella. La reflexión que puedo hacer es que, por la fuerza, con soldados en el terreno, hemos perdido en Afganistán. Pero mire a Etiopía, donde no hay un solo soldado extranjero y hemos invertido mucho dinero para la reconstrucción del país. Pues también está en crisis.

El gran juego

-China prefiere ese modelo económico y tiene mucho interés en la zona. Usted considera que es algo positivo.

-Lo que yo digo es que hay que hablar con los chinos para que sean responsables en la zona. Porque creo que pueden introducir sensatez. No les interesa un conflicto en Afganistán, ya que tienen a los uigures al otro lado y una alianza estrecha con Pakistán, que depende mucho de China y, a su vez, ejerce gran influencia sobre Afganistán. Los chinos podrían entrar con sus militares, pero ya se ha demostrado que no es la forma adecuada y, además, iría en contra de su filosofía de no injerencia.

-¿Llenará China el vacío que deja Estados Unidos?

-El mundo no es bipolar. La Unión Europea también puede participar y hacer algo sensato. No enviar fuerzas armadas, pero sí llegar a acuerdos regionales con otros países para ayudar a estabilizar la zona, aunque no va a ser fácil porque la imagen de los americanos marchándose y los talibanes llegando como lo han hecho va a pesar.

-Pero parece que la Unión Europea se limita a decir siempre que está «profundamente preocupada», y luego no hace nada.

-Es que, en estos casos, no hay que decir lo que vas a hacer. Se hace por debajo de la mesa, de forma discreta. Salvar Afganistán no se va a hacer por encima de la mesa si no hay unos acuerdos de algún tipo con los talibanes.

-¿Qué futuro le augura a Afganistán?

-A corto plazo, creo que se dará una sensación de calma que interesa a los talibanes, pero es difícil saber qué sucederá después. No sé si puede acabar transformándose en un país como Emiratos Árabes Unidos o Arabia Saudí. Lo que no va a ser nunca es un país democrático como España o Suiza.

"Hay que acordar corredores humanitarios con los talibanes"

-Josep Borrell cree que se debe dialogar con sus líderes. ¿Está de acuerdo?

-Lo que hay que hacer cuanto antes es llegar a un acuerdo con ellos para establecer corredores humanitarios, uno hacia el aeropuerto, y otros hacia otros países de Asia Central, para que la población en peligro pueda salir.

-¿Estamos a las puertas de una nueva ola migratoria como la provocada por Siria?

-No. Siria está destrozada, Afganistán no. Y no es fácil llegar hasta Europa desde allí.

-¿Qué responsabilidad cree que deben asumir países como España, que participaron en la invasión?

-Yo creo que todos los países que han estado presentes han hecho lo que han podido y lo han hecho bien. No se han cometido tropelías. Los europeos, por ejemplo, se volcaron en el entrenamiento de la Policía, que estaba funcionando muy bien, más pegada a las personas, hasta que dejó de funcionar.

-Sin duda, Afganistán se ha ganado a pulso el apodo de 'cementerio de imperios'.

-Es un país muy complejo que está en un lugar muy delicado. Además, no ha estado nunca unido por completo porque tiene muchas facciones y etnias, y eso complica todo. Rusia se dejó allí la vida. Solo poco más de un año después de salir de Afganistán, la Unión Soviética se rompió. Fue la catástrofe de las catástrofes.

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