El nuevo papa

El papa Francisco rompe esquemas en 24 horas

Bergoglio no subió al trono al ser elegido, rechazó el coche oficial, intentó evitar la escolta y pidió a los cardenales que sean "irreprochables" en sus vidas.

El papa Francisco ofrece la homilía en su primera misa como sumo pontífice
Francisco rompe esquemas en 24 horas
EFE

Nada de ir al sastre, primero la 'Madonna', la Virgen. Según ha trascendido, algo así dijo el papa Francisco a los oficiales de ceremonias pontificios a las cinco y media de la mañana cuando le presentaron el programa del primer día de su mandato. A las ocho ya estaba en la basílica de Santa María la Mayor, donde la gendarmería vaticana había ido a toda prisa a hacer unos acelerados controles de seguridad. Los franciscanos del templo se encontraron a los agentes con sorpresa al abrir las puertas, tampoco sabían nada. El nuevo papa llegó en un turismo normal, un Volkswagen negro de la Gendarmería, y no en el lujoso coche oficial del pontífice, con matrícula CV1. Esta era CV, a secas. También llegó sin escolta. Es más, casi le fastidió que cerraran la basílica para él solo: "Dejadla abierta, soy un peregrino, quiero ir entre los peregrinos, no estoy indefenso". Es de prever que estos prontos empiecen a volver locos a los servicios de seguridad del Vaticano, algo que recuerda los primeros tiempos de Wojtyla, cuando de repente cogía el helicóptero y se iba a esquiar. Así empezó el día, y ya fue todo por el estilo. El nuevo estilo rompedor de Francisco.


"Los responsables de la seguridad están al servicio del Papa y se adecuarán a su estilo pastoral, su modo de moverse es distinto del de sus predecesores", se limitó a explicar Federico Lombardi. El portavoz vaticano, también jesuita, estaba más contento que unas pascuas. Había cierto ambiente de euforia en la calle. A los romanos, que han visto todos los papas posibles y les calan enseguida, les gusta. Todo el mundo hablaba de él, en el bar, en el mercado, elogiando sus destellos de humildad en las primeras palabras del balcón de San Pedro. En esta ciudad que se llame como Totti y le guste el fútbol solo puede darle puntos. Ya se ven postales y calendarios del nuevo pontífice en los puestos callejeros. Y lo que se iba sabiendo de él con las horas no hacía más que confirmar esa buena impresión. Por ejemplo, que a media mañana pasó por su alojamiento de estos días, la Casa del Clero, en pleno centro, para llevarse sus cosas y pagó la cuenta como uno más. En Italia, donde el poder se asocia al privilegio, les ha parecido algo increíble.


En la Capilla Sixtina, tras ser elegido, no lloró "porque le daba vergüenza", según contó luego el cardenal de Sevilla, Carlos Amigo, y enseguida fue a abrazar al purpurado indio Ivan Dias, en silla de ruedas. Luego no quiso sentarse sobre el trono pontificio y recibió de pie los saludos de los demás. Esto es, el papa Francesco es uno que no se sienta ni se siente en el trono. De hecho, después rechazó el coche oficial -el CV1- y se acomodó como los demás en el autobús que les llevaba de vuelta a la residencia donde se han alojado los electores del cónclave. Luego cenaron todos en una atmósfera festiva y soltó una broma: "¡Que Dios os perdone por lo que habéis hecho!". Al día siguiente se acercó con familiaridad a Amigo en el desayuno: "Carlos, ¿cómo has dormido?".


También se va revelando el estilo de su visión religiosa. La visita a Santa Maria la Mayor está llena de simbolismo. Bergoglio fue porque allí se encuentra una antigua imagen de la Virgen a la que los jesuitas tienen mucha devoción, la 'Salus populi romani', cuya reproducción llevaban consigo los misioneros de la Compañía que iban a China. Francisco luego se detuvo a rezar en la capilla Sixtina del templo, donde Ignacio de Loyola, fundador de su orden, celebró su primera misa el día de Navidad de 1538, un lugar muy importante para los jesuitas. También se arrodilló ante un retablo de San Francisco de Asís y rezó a San Francisco Javier, otro jesuita.


Italiano en vez de latín

Antes de irse también estuvo un momento ante la tumba de San Pío V, único pontífice piamontés hasta él mismo, pues sus padres eran de esta región italiana, y dijo unas breves palabras a los confesores de la basílica con un simple consejo: "Sed misericordiosos". Precisamente su lema episcopal es 'Miserando atque eligendo', una frase del evangelio que describe la escena de Jesús con un pecador: "Lo miró con misericordia y lo eligió".


El acto solemne del día fue la misa con los cardenales electores en la Capilla Sixtina, por la tarde. También ahí dejó su impronta en la homilía, en una cadena de gestos que le van alejando del estilo de Benedicto XVI ya desde el principio. En 2005 Ratzinger la leyó en latín. Francisco la improvisó y habló en italiano. Acostumbrados a las elaboradas argumentaciones de Benedicto XVI, el sermón fue curioso. Sencillo, sintético, coloquial, basado en un puñado de imágenes, duró cinco minutos. No obstante, mostró el rostro más severo de Bergoglio, paternal pero exigente, un rasgo que aún quedaba por descubrir y que volcó en dar una fuerte identidad a la Iglesia: "Quien no reza a Dios, reza al diablo", dijo citando a Leon Bloy. Se basó en tres conceptos: caminar, construir y confesar. "Podemos caminar cuanto queramos, podemos edificar muchas cosas, pero si no nos confesamos a Jesucristo, la cosa no funciona. Nos convertiremos en una ONG piadosa, pero no en la Iglesia", advirtió. Del mismo modo, les instó a ser "irreprochables" en sus vidas, lo que se puede interpretar como una alusión a los escándalos recientes. La imagen del camino es la misma que utilizó en San Pedro al dirigirse por primera vez a la multitud: "Y ahora comencemos este camino".


La unión de Iglesia y pueblo, de obispo y fieles, es una idea central del Concilio Vaticano II que Francisco ha desempolvado desde el primer minuto. También envió un primer mensaje de amistad al rabino jefe de Roma, Riccardo Di Segni: "Espero vivamente poder contribuir al progreso que las relaciones entre judíos y católicos han conocido a partir del Concilio Vaticano II, en un espíritu de renovada colaboración". Hay que recordar que Bergoglio escribió un libro de diálogos con el rabino Abraham Skorka. Desde el mundo ortodoxo, otro frente abierto a partir del Concilio, el portavoz del patriarca Kirill de Moscú dio la bienvenida al Papa y dijo que un encuentro entre ambos pontífices "es posible" si superan las diferencias surgidas "en los ochenta y noventa". Son señales fuertes y solo han pasado las primeras 24 horas de Francisco.