El truco de los huevos estrellados en este famoso restaurante del casco de Zaragoza

En este bar de casi cuatro décadas de trayectoria, situado en el casco antiguo de la capital aragonesa, se va más allá del huevo roto: aquello es literalmente una explosión de sabor.

Alejandro Labarta, nieto de los propietarios y los huevos estrellados
Alejandro Labarta, nieto de los fundadores y los huevos estrellados
Heraldo

Los huevos rotos son un manjar en España y parte del extranjero. Eso lo puede confirmar cualquier persona aficionada a la comida sabrosa y no condicionada por una elección pura por el veganismo o la dieta vegetariana. Sin embargo, con esta receta ocurre algo que pasa con todos los platos aparentemente sencillos: hacerlos bien de verdad es muy difícil. En este caso: freír demasiado el huevo, servir un plato ‘seco’, es el mayor de los errores. En unos huevos rotos ideales, la patata cruje y solamente cede un poco cuando lleva rato en contacto con la yema caliente del huevo.

Esa teoría se la saben muy bien en casi todas partes, pero hay un bar y restaurante en el casco antiguo de Zaragoza donde la llevan a la práctica increíblemente bien. Además, van más allá del huevo roto: lo que ofrecen son huevos estrellados, literalmente una explosión de sabor.

El restaurante Cedros de Zaragoza: todo bueno y abundante

Los huevos estrellados de este lugar tienen truco. Hay más yemas que claras en el plato, lo que se traduce en una textura más líquida, jugosa y agradable al paladar, con los condimentos justos en cuanto a sal y especias. Así son los que hacen en el Cedros, junto a la plaza Santa Marta de Zaragoza (calle Cedro, 3). No obstante, Alejandro Labarta, nieto de los fundadores del restaurante aclaraba: "la receta completa de los huevos no se la doy a nadie". Un negocio familiar, que ahora regenta Pablo Guillorme. Abrió en 1986 y que sabe cómo contentar el paladar de la gente, cuidando los detalles al máximo. 

El chuletón a la piedra es la otra estrella de la casa, junto a los postres caseros: la tarta de queso o la de huesitos, por ejemplo. De bodega también van bien servidos. Ese chuletón es pura mantequilla, rojo por dentro y levemente tostado por fuera, limpio y delicioso. Se cuida la procedencia de las carnes y los consejos a los comensales: buen humor, tacto y la presencia justa para ayudar sin abrumar. En definitiva, una visita más que recomendable, con una relación calidad-precio equilibrada y la sensación de que cada euro invertido vale la pena.   

Chuletón del restaurante Cedros de Zaragoza.
Chuletón del restaurante Cedros de Zaragoza.
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