gastronomía

La Flor de la Sierra, donde comer las sardinas "de siempre" en Zaragoza

En este establecimiento del Casco de la capital aragonesa, casi centenario, luce un solete Repsol.

La familia que lo regenta, con sus típicas sardinas sobre la mesa.
La familia que lo regenta, con sus típicas sardinas sobre la mesa.
Montañés

Era el año 1925 cuando La Flor de la Sierra germinó en la calle de San Valero de Zaragoza. Era un almacén de vinos que con el tiempo se convirtió en una taberna y en pocos años en un lugar de culto para los paladares zaragozanos. El bar guarda un encanto que no deja indiferente. Botellas de los años 40, la combinación de los azulejos, las fotos antiguas de la capital aragonesa, los carteles de las Fiestas del Pilar... y hasta un disco de Más Birras, que grabaron en este bar un videoclip. Además, desde hace unas semanas brilla un solete Repsol.

Las madejas no dejan de salir y las diferentes tapas lucen atractivas en la barra, igual que los champiñones. También llevan fama las patatas asadas con salsas, de alioli y ajoaceite, además de un mojo picón que cautiva hasta a los canarios –claro, la receta es de un isleño–.

Sin embargo, en La Flor de la Sierra hay una clara reina: la sardina a la plancha. "Vienen a comerlas de toda España", afirman orgullosos. "Es la de siempre, como la hemos hecho toda la vida", cuenta Sergio Andueza, al frente del establecimiento. Su madre Marisa López –ahora jubilada– bien sabe cómo se hacen, ya que durante décadas no se ha separado del rincón de la plancha, donde ahora está su sobrina Begoña. "Esto ha sido mi vida", reconoce López emocionada. Sobre la barra, una bandeja con uno de sus característicos abanicos de sardinas.

Cuando se les pregunta por la clave de estas sardinas son rápidos: "Que sea un buen producto, la plancha y la maña, que tenemos muchos años de experiencia". En su caso, optan por las sardinas del Mediterráneo, que son más pequeñas. Famosos cantantes, actores o escritores han probado este producto, además de varias generaciones de zaragozanos. "Un día vino un señor desde Barcelona para comprarle a su padre enfermo y llevarle unas sardinas", relata con emoción Andueza.

"La gente viene en busca de esa mesa de la esquina de la terraza –señala Andueza hacia la parte trasera de la Real Maestranza–, los clientes dicen que es el rincón más bonito de Zaragoza". El entorno es como una cápsula del tiempo y La Flor de la Sierra contribuye a ello. Por cierto, el nombre de este bar, a la sombra de la Seo desde hace casi un siglo, mira a Algairén, a la localidad de Almonacid de la Sierra.

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