gastronomía

La sabrosa historia que custodian los museos aragoneses

En Aragón se encuentran numerosos museos y centros de interpretación que trazan un itinerario gastronómico por las tres provincias.

Museo de Cervezas Ambar, de La Zaragozana.
Museo de Cervezas Ambar, de La Zaragozana.
Ambar

La rica despensa aragonesa y las bondades de la cocina de las tres provincias son dignas de admirar, tanto en el plato como en una vitrina. De hecho, se puede trazar un recorrido por los museos gastronómicos de la Comunidad, desde el aperitivo hasta el postre. En su interior y exterior se recuperan alimentos que ya no se utilizan, oficios perdidos, tradiciones olvidadas... en definitiva una sabrosa parte de historia. La mayoría se han concebido con donaciones de sus vecinos y en muchos casos los gestionan afanados voluntarios.

El aperitivo podría comenzar en Calamocha, con el Museo del Jamón. Se fundó en 2017 y cuenta con numerosas piezas que revelan cómo era la matanza antaño. Pero no todo es pasado, ya que también se explican los requisitos actuales para que sea Jamón de Teruel D. O. P., así como el proceso de elaboración de los perniles.

Para el plato principal de Ternasco de Aragón se viaja a Ayés, a la Borda de Pastores. Es un parque de divulgación que desvela la historia de la ganadería ovina tradicional y su rico patrimonio cultural. "Es una experiencia sensorial y original, sobre el mundo del pastor y su rebaño", destacan desde la entidad. "No es un museo cualquiera, sorprende el audiovisual, la sonografía, la iluminación y los efectos especiales… que crean un ambiente que suele emocionar", avisan en Pastores.

Detalle del Museo La Borda, de Pastores.
Detalle del Museo La Borda, de Pastores.
Pastores

Para acompañar no puede faltar un buen pan, como el que elaboraron durante décadas las vecinas de Siresa. Lo Furno –como se dice en aragonés– se recuperó hace unos 20 años tras un verano de intenso trabajo para adecentarlo. "Estudié cómo funcionaba este horno y vi que estaba la figura del 'furnero' o 'furnera', que normalmente eran viudas del pueblo", relata Gema Fondevila, de Historia del Pirineo. "Se levantaban a las 4.00 o 5.00 y avisaban a las mujeres para que comenzaran a amasar el pan. Mientras formaban las tortas, el pan en crudo, ellas preparaban las brasas –continúa Fondevila–. Y una vez calentado el horno, se dejaban las brasas en un lateral". Los primeros que se cocían eran los 'furnados', unos pequeños panes que servían para rebajar la temperatura y como moneda de pago a la 'furnera'. Otro ejemplo es el antiguo horno de La Hoz de la Vieja, donde sus vecinos horneaban panes y dulces hasta la década de los 50. Yugos, arados, un molino del neolítico, trillos, artesa o el horno moruno son algunas de los elementos que se admiran.

Museo del Pan
Museo del Pan
Laura Uranga

Ya en la despensa, ¿cómo podía faltar uno dedicado al azafrán? En Monreal del Campo se encuentra este espacio que cumple 40 años, considerado el más antiguo de los gastronómicos de Aragón. En un caserón solariego del siglo XVII se desbrizna la historia de esta planta con larga tradición. Lo que más llama la atención a los visitantes es lo desconocida que es, de hecho este espacio surgió cuando su cultivo se desvanecía. Este museo ha permitido conservar el patrimonio material del azafrán, a través del centenar de piezas donadas, pero también el inmaterial, a través de la cultura popular que envuelve la tradición. Se puede visitar sin reserva, pero recomiendan avisar para grupos.

Museo del azafrán en Monreal del Campo
Museo del azafrán en Monreal del Campo
Laura Uranga

Del oro rojo, al líquido. Un molino del siglo XVIII de La Cañada de Verich es el cofre donde se conserva la historia del aceite. Se puede visitar si se ponen en contacto con el Ayuntamiento de la localidad o con el aguacil. "Esta prensa es muy valorada por los vecinos", reconoce Manuel Mateo, secretario de La Cañada. Hay homólogos en el complejo Molí de l’Hereu de Ráfales y en Aniñón.

Foto de La Cañada de Verich
Museo del Molino Aceitero
Laura Uranga

Las cuatro denominaciones de origen de vino cuentan con sus museos. La de la Cariñena se emplaza en una bodega que data de 1918 con una fachada que se considera un ejemplo único de modernismo de la zona. Su museo ya es un atractivo turístico de la comarca, algo similar ocurre en el monasterio de Veruela, con Campo de Borja. Este abrió sus puertas hace 29 años y fue "uno de los pioneros en España y el primero de su género en Aragón". Además de la historia y el proceso de vendimia, se resaltan los colores del vino, sus aromas y texturas.

De monasterio, a monasterio. En el de Piedra se localiza desde 1998 el de la D. O. Calatayud. La ubicación es idónea, ya que los monjes de la Edad Media reivindicaron el potencial del vino. Por último, está el espacio del Vino de Somontano, que incluye una moderna sala de catas. A los anteriores, se suman las colecciones de bodegas particulares, como los curiosos botelleros que resaltan en el mapa del enoturismo, o el Museo El Trasiego, en San Martín del Río, ahora en obras.

Museo del Vino 'El trasiego'.
Museo del Vino 'El trasiego'.

También un museo dedicado a la cerveza

Los amantes de la cerveza están de suerte, porque en la capital aragonesa se encuentra la fábrica "más antigua de España" y se puede visitar. Se trata del Museo de Cervezas Ambar, un lugar donde también hacen catas. "Conservamos los métodos tradicionales de elaboración, podrás ver nuestro material de los años 30, los últimos tinos de fermentación abierta, y por supuesto, catar nuestras cervezas", la describen.

El postre se encuentra en Daroca: el Museo de la Pastelería de Manuel Segura. En 2002, cuando la empresa familiar cumplió 125 años, abrió sus puertas y en la actualidad se cuenta parte de la historia más dulce de Aragón con utensilios y maquinaria recopilada durante seis generaciones. La visita arranca con el cacao y su historia, se explica a través de moldes de bombones o tostadores. La elaboración de caramelos, turrones o cómo se extraía la miel ocupan otros rincones expositivos.

Foto de Daroca
Museo de la Pastelería
Laura Uranga

Precisamente, la tradición apicultura en la Comunidad también tiene un hueco en este itinerario, además con varias paradas. El sabor a miel se recuerda en algunos rincones museísticos de la Comunidad, como en un espacio específico en Blesa.

Museo del Molino Bajo
Museo del Molino Bajo
Laura Uranga

Otros museos que guardan un capítulo dedicado al arte del comer y el beber son los etnológicos, como el de Nonaspe, donde se observa una nutrida colección de envases antiguos. Posiblemente, alguno se haya quedado fuera del recorrido, pero con todos se demuestra el potencial gastronómico de Aragón no solo en el plato.

Foto de Nonaspe
Museo Etnológico Amics de Nonasp
Laura Uranga

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