El asador El Cerdo cambia de local e intenciones

El asador mantiene su recetario tradicional en un ambiente sofisticado y rústico

Parte del equipo de El Cerdo, en el comedor con luz natural.
Parte del equipo de El Cerdo, en el comedor con luz natural.
A. Toquero

El asador El Cerdo se acaba de trasladar desde la calle de Arzobispo Apaolaza, donde ha estado abierto durante 22 años, a Andrés Piquer. Con el cambio ha ganado en discreción, ya que su nueva ubicación, aunque cercana a la otra, no es una zona de mucho tránsito. Pero, sobre todo, en lo que ha dado un paso adelante es en intenciones. Por ejemplo, el establecimiento es mucho más elegante, pero no ha perdido en rusticidad. Un rústico sofisticado. Así podría describirse, con sabor a madera y a brasa.

El responsable de este cambio ha sido el decorador e interiorista Jesús Aznar. Como en el anterior local, en este sigue teniendo mucho protagonismo la barra, donde el color granate que evoca al vino es el gran protagonista. En el comedor se han creado tres ambientes: uno cerca de la cafetería para el menú de diario; una pequeña zona reservada donde entra luz natural a través del techo de alabastro y el espacio más amplio para organizar las mesas en función de las reservas.

Hay cuadros espejo que dan mucha amplitud al comedor, un rincón con una chimenea y muchas botellas de vino en las paredes con iluminación indirecta que protagonizan la decoración. En definitiva, un estilismo que busca impactar y conseguir que el cliente repita, algo que resultaba difícil en el otro local, que se había quedado bastante obsoleto.

En lo culinario no hay grandes cambios, pero sí más intenciones. Sobre todo, anuncia el propietario, Miguel Ángel Crespo, crecer en la calidad de las materias primas y llegar hasta donde el cliente quiera.

Se mantienen la mayoría de sus clásicos, como el pulpo a la brasa, el carpacho de ciervo y foie y, por supuesto, las carnes: taquito de solomillo de buey con foie y salsa de soja, paletilla de ternasco lechal con patatas a lo pobre y presa de cerdo ibérico a la brasa.

Mención aparte merece el tratamiento del chuletón de vaca vieja. Hay una cámara de maduración que forma parte del decorado del comedor y en ella se terminan de madurar los lomos entre 45 y 60 días. El menú de chuletón es el que invita a degustarlo a un precio razonable (40 euros). Incluye ensalada de tomate y ventresca, chuletón de un kilo con patatas y pimientos a compartir, y tarta de queso casera, además del vino y el café.

Por supuesto, se mantiene el homenaje al cerdo que da nombre al establecimiento con la popular croqueta de jamón de bellota, raciones de jamón ibérico y serrano, y surtido de ibéricos.

Pero no solo de carne vive El Cerdo. Una de sus recetas más populares es la de arroz caldoso con bogavante y, entre los pescados, el rodaballo con verduritas al Orio es muy recomendable.

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