gastronomía
La triada de huevos y otras recetas hechiceras para días mágicos
El cocinero Joan Rosell es el autor de un libro donde los conjuros se relacionan con elaboraciones en la cocina.
La tradición milenaria reza que la noche de San Juan –la pasada velada– es una de las más mágicas del año. En todos los puntos del planeta se celebran rituales, se encienden hogueras, se salta sobre el fuego… Cuentan que en este solsticio, el de verano, los incas realizaban un antiguo conjuro en el que la protagonista era la energía solar. "Mediante unos espejos se le reflejaba el sol al mago, lo que le daba fuerza y vigor; esos días adquiría una potencia juvenil increíble", explica el cocinero Joan Rosell.
Este chef, que reside en las Cinco Villas, ha convertido este conjuro –y otras muchas fórmulas– en una receta, como se puede comprobar en el libro '33 recetas mágicas', publicado por la editorial Prames.
En el caso del conjuro inca del mago, lo ha transformado en una curiosa triada de huevos con salmorejo. ¿Pero qué tiene de mágico un plato como esa triada? Para elaborar esta receta no es necesario ningún ingrediente complicado de encontrar, sino que solo se precisan tomates, ajo, huevos, pan, aceite de oliva...
"Alquímicamente, el huevo simboliza el sol. Mientras que uno de los alimentos más rejuvenecedores y antioxidantes que se conoce es el tomate, por lo que me decanté por un salmorejo", explica Joan. Pero no solo se conformó con un huevo, sino que Rosell optó por tres, que es uno de los números más mágicos en la mayoría de las culturas.
El resultado es un plato muy completo, con una base de salmorejo casero. "Encima se pone un huevo de gallina frito, otro huevo de codorniz cocido que se corta en trocitos y, el tercero es un huevo judas, que llamamos así porque es falso –expone Joan–. Con cualquier salsa blanca se hace una mancha encima del salmorejo, que es la clara, y con la misma sopa fría se hace la yema de mentira".
Rosell, amante de la magia y de la cocina, no encontraba ningún recetario que uniese esas dos pasiones: "Estaba cansado de que dijeran que era un pollo mágico y la magia fuese que llevaba limón", ríe. Así que decidió crearlo él mismo. Recuerda el proceso de investigación como una "ardua labor", ya que rastreó todo tipo de conjuros reales, lo que le llevó a encontrarse muchos ingredientes incomestibles, como uno para el que era necesario un trozo de oreja de humano.
Entre todos ellos, se encuentran hechizos de amor, de la literatura española, europeos, africanos, americanos... "El trabajo ha sido equipararlos con los ingredientes del conjuro o por el efecto final que resulta", explica Rosell.
La magia envuelve muchas zonas de Aragón, así que en su libro no faltan los productos de la tierra, empezando por la borraja. "Fue en el primer ingrediente que pensé. Es una planta mágica muy famosa, que la utilizaban incluso en Egipto porque es solanácea y todas las plantas que terminan en 'oficinalis' eran indicadas para botica y, por tanto, se utilizan en hechicería", cuenta Joan.
"La cocina tiene una parte mágica", defiende el chef, que regentó durante años La Encantaria, en la calle de Sevilla de la capital aragonesa. "Una de las definiciones que se encuentran de magia es alterar la realidad mediante un poder o una fuerza de voluntad. Y la cocina, en parte, es eso: alterar texturas, temperaturas, sabores, aromas, todo tiene su tiempo", apunta. Pone como ejemplo que antaño se rezaban tres padrenuestros cuando se cocinaban huevos pasados por agua. "Al fin y al cabo, eso se entendía como magia, aunque ahora sabemos que es por el tiempo que se tardaba", concluye este estudioso de hechizos con delantal.
