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Donde Pilar, un templo recóndito de la cocina casera en el centro de Zaragoza
Albóndigas en salsa de coñac o los premiados caracoles son atractivos de este establecimiento.
Encontrar mesa en Donde Pilar es cuestión de suerte algunos días, a pesar de que muchos lo consideren un bar casi secreto, conocido solo por aquellos que prefieren alcorzar por angostas vías. "Esta calle no es de paso, hay que venir de propio", asume Pilar Martínez, la propietaria de este establecimiento de Comandante Repollés, entre el bullicioso Coso y la renovada calle de San Miguel. Pilar, nombre y alma de este bar, propone generosos platos que ni los más valientes pueden comer solos, sino que se proponen para compartir si se quiere probar más de uno.
Por ejemplo, unas albóndigas con salsa de coñac y yuca, que brillan como grandes perlas –menudo calibre–. "Compro la carne, la apaño y las formo", relata. Así que el título de casera está más que adjudicado. A pesar de alardear de la cocina tradicional, no reniega de ingredientes como la yuca que trabaja desde hace poco, desde un día que la compró y a los comensales les gustó. También prepara este vegetal en salsa Donde Pilar –secreto de la casa–.
Sobre la mesa muestra su carrillera al vino tinto y la ensaladilla que ella misma prepara. "Todo lo hacemos aquí", reivindica, en mención a la cocción de los ingredientes. "Las recetas son las que se han hecho siempre en mi casa", cuenta orgullosa.
Los caracoles a la gormanta son otro de sus platos estrella. "Están fritos con pimienta negra", señala la hostelera zaragozana. Esta propuesta es un éxito, motivos tiene porque en 2018 se alzó con el premio de los mejores de la ciudad, otorgado por la Peña Caracolera. En definitiva, una cocina "de siempre". Todas las piezas de carne proceden de Tauste y el resto de ingredientes los compra en el Mercado Central, por lo que sus recetas contienen productos de temporada.
En la larga lista de la carta que enumera se escuchan los boquerones rebozados, ensaladilla de chipirones y gambas, cachopo o manitas. Siempre se encuentra hueco en el estómago para un revuelto de borraja con longaniza o gambas, los huevos rotos con queso azul o un pincho de su tortilla de patata, que tantas pasiones levanta entre los clientes. Es un público "muy fiel", algunos incluso acuden religiosamente todos los días.
Hace seis años y medio que se levantó la persiana de Donde Pilar, pero Martínez lleva la sangre hostelera en sus venas gracias a sus padres. "El que viene una vez, repite", asegura Pilar, que ha conseguido un establecimiento donde reina el ambiente familiar.
