gastronomía

Trabajar como pinche, una oportunidad para salir de la calle

La Fundación San Blas ofrece una oportunidad a las personas sin techo para trabajar como pinches.

Los usuarios de la Fundación San Blas, en el curso de cocina.
Los usuarios de la Fundación San Blas, en el curso de cocina.
A. Toquero

Acoger, acompañar y mitigar la dureza de la vida en la calle a personas en situación de exclusión por carecer de hogar y necesitar un lugar donde dejar sus pertenencias y cubrir sus necesidades mínimas. Esta es la principal misión de la Fundación San Blas para Personas sin Hogar en Aragón.

De esta visión humana e inclusiva, que favorece la dignidad de las personas y ofrece oportunidades reales, participan activamente los cocineros Joaquín Muñoz y Ana Mallén. Tras dedicarse a la formación en Horeca y tener su propio restaurante, Uncastellum, ahora están jubilados, pero muy activos.

"¿Por qué no ayudar a los que menos tienen para intentar conseguir su inserción sociolaboral?". Esta es la pregunta que se hicieron hace unos meses y en la Fundación San Blas encontraron la respuesta, que ha llegado en forma de curso básico de cocina para personas que viven en la calle.

Los usuarios de la Fundación San Blas, en el curso de cocina.
Los usuarios de la Fundación San Blas, en el curso de cocina.
A. Toquero

Solo se necesitaba una pata más para sostener el proyecto y ahí apareció el Centro Joaquín Roncal para ofrecer los diez fogones donde realizar las prácticas. Realmente todavía faltaba otra cosa: que la iniciativa tuviese acogida entre las personas que en su día a día viven alrededor de la pobreza, la soledad y la exclusión.

Estamos sorprendidos de la buena aceptación del curso; enseguida se cubrieron las plazas y tuvimos que hacer una selección"

La respuesta a esta inquietud la tiene Antonio Borraz, presidente de la fundación: "Estamos sorprendidos de la buena aceptación del curso; enseguida se cubrieron las plazas y tuvimos que hacer una selección". Las clases empezaron en febrero y los alumnos, cada lunes y viernes, no fallan a la cita. "Se lo han tomado muy en serio", concluye.

Antonio Borraz insiste en que "estamos para ayudar a la gente, no para hacer caridad". Y vaya si se nota. Todas las partes están implicadas. Por supuesto, también Joaquín y Ana, los profesionales que dirigen las maniobras en la cocina.

La limpieza, el trabajo en equipo, la utilización de los fuegos y el manejo de los utensilios, especialmente, de los cuchillos. Estos son algunos de los aprendizajes en los que están inmersos. "Cuando terminen a finales de mayo, van a tener los conocimientos básicos para un puesto de ayudante; ahora mismo insistimos mucho en los tipos de corte y en cómo trabajar con seguridad, ya que es algo básico que les va a llevar muchas horas en la cocina".

Rosquillas hechas por los usuarios de la Fundación San Blas.
Rosquillas hechas por los usuarios de la Fundación San Blas.
A. Toquero

Los alumnos están contentos porque, de momento, "no ha habido cortes importantes". "Lo de meter los nudillos es lo primero que hemos aprendido". El que así opina es Hilario Marín, que el 1 de abril cumplió 29 años, así que en la sesión de este viernes tocó clase de repostería y tarta para celebrarlo.

Hilario lleva cinco años en Zaragoza y está de okupa en una casa de Valdefierro. "Llevo 29 años en la calle". Esta frase lo dice todo. "No había cocinado nunca y el curso me está sirviendo para prepararme la comida, pero lo más importante es que luego tengamos una oportunidad". Hilario está contento de cómo les han quedado las rosquillas y de unos pimientos rellenos de bacalao "que están para chuparse los dedos".

Su compañero Gerardo Longino es venezolano. Lleva cinco años en España y desde que hace unos meses le salió negativa la resolución de asilo político, las cosas se complicaron mucho para él. "Me quitaron los papeles y no pude seguir trabajando; estaba en Murcia y me vine al albergue de La Magdalena porque me enteré de que es de los pocos sitios donde aceptan animales y no quería dejar a mi perrita en la calle".

Leyre Bernad, psicóloga de la fundación, explica que la creación de hábitos y rutinas, el compromiso y la sensación de que hacen algo provechoso "es fundamental en sus vidas porque tienen mucho tiempo vacío".

Además, al margen de las clases de los lunes y viernes, Ana Mallén comenta que "se van a sacar el carnet de manipuladores de alimentos, van a participar en charlas sobre riesgos laborales en la cocina y de elaboraciones para celiacos, o en visitas al Mercado Central".

Lo dicho, un programa completo de formación con un objetivo claro en el que insiste Antonio Borraz: que los empresarios hosteleros entiendan que estas personas se merecen una oportunidad porque van a estar preparadas para ejercer como pinches de cocina. En la sede de la Fundación San Blas (paseo de Echegaray y Caballero, 24-26. 876 043 095) esperan recibir muchas llamadas.

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