gastronomía

La onda expansiva del brindis con vino blanco sigue activa

A pesar de ser una opción más habitual en los meses de calor, levanta pasiones también en invierno.

Copas con vino blanco
Copas con vino blanco
Pixabay

Un grupo de amigos queda a tomar unos vinos y, sin premeditarlo, se encuentran con más copas de blanco que de tinto. Y no es que el calendario se vista de julio o agosto, que parece que siempre apetece más cuando se busca algo fresco. Esta estampa hace unos años tal vez fuera diferente, donde en invierno las claras serían minoría.

"Ahora ya se consume todo el año" y "la mentalidad ha cambiado" son las frases en la que coinciden en varias bodegas de Zaragoza cuando se habla de blancos. "Tengo más de un centenar de blancos, algo que hace unos años sería impensable", confiesa Fermín Asín, encargado de las tiendas de Perdiguer. En estos establecimientos han visto una auténtica explosión de esta tendencia desde los últimos cinco años.

"En muchos casos, sus características lo convierten en una alternativa a la cerveza"

Este vino tiene su momento, al igual que los tintos o los rosados. En el caso de los blancos, pueden acompañar cualquier momento de una jornada o velada, desde el aperitivo, a los entrantes, pasando por el plato principal o, incluso, el postre en el caso de los más dulzones. Ha dado un gran brinco, no obstante, en invierno sigue siendo una opción ocurrente para maridar comidas con marisco o pescado.

"En muchos casos, sus características lo convierten en una alternativa a la cerveza", comenta Asín, como sustituta a esa bebida de entre horas. Esta es la realidad que aprecian en este tipo de comercios. Si se revisa el catálogo de las bodegas aragonesas, pocas se resisten a tener al menos una referencia de blanco, ya sea de una variedad u otra, o de varias. Precisamente, también consideran "impensable" que hace un tiempo se plantara en los viñedos aragoneses algunas variedades. "Muestra de ello son las sauvignon blanc, verdejo o garnacha blanca, ya que hasta ahora las típicas eran macabeo o chardonnay", ejemplifican en Bodegas Perdiguer, con 130 años de trayectoria y tiendas en las calles de San Pablo, Escosura y avenida de Santa Isabel, las tres en Zaragoza. De todas ellas, chardonnay y gewürztraminer son las más buscadas.

Los más demandados son los semidulces –antes que los secos–, seguidos de los frisantes, con un punto de gas. "Los semidulces o afrutados son un filón", agrega Guillermo Muñoz, de las bodegas que llevan su nombre, fundadas en 1944 y sitas en la calle de Caspe de la capital aragonesa.

Las propuestas aragonesas son las que más triunfan. El Azzulo Blanco Semidulce, de Bodegas Aragonesas (DO Campo de Borja) es uno de los apreciados por el público, al igual que Coto de Hayas Verdejo y Solo Tiólico de la misma bodega. A la lista se suman Enate 234 Chardonnay –de la DO Somontano–; y el quinteto lo completaría 3404 de Bodegas Pirineos –también del Somontano–. No faltan el Baltasar Gracián Blanco de Hielo, de San Alejandro –DO Calatayud–.

Los hay especiales y como ejemplo ponen Zinca d’ Anfora. "Es un vino de garnacha blanca que se deja en barricas de barro, por lo que se aprecian las notas más arcillosas", lo define Fermín Asín y lo delata su color, más rojizo que el resto.

Más allá de los jóvenes, se encuentran vinos más complejos. "Están más hechos, son más redondos, de más grado", los describe el encargado de Perdiguer con una botella de Kolenda de 2018 en la mano, de Amprius Lagar. O Particular Garnacha Blanca, de Bodegas San Valero –DO Cariñena–, "que se mantiene unos meses en barrica", añaden en la tienda zaragozana.

"La gente ya busca un vino de calidad"

Los hay de todos los precios, desde un par de euros. No obstante, en la actualidad, a los clientes no les importan pagar hasta 15 euros por una botella de blanco, un aspecto que hace unos años no hubiera ocurrido. "La gente ya busca un vino de calidad", valora Asín.

Unas baldas más arriba se descubren las referencias internacionales. Vinos de Hungría, Alemania, Francia o República Checa que no hacen sombra a los aragoneses en la estantería. Los que se demandan tras algún viaje son los de otros puntos de la geografía española, como los gallegos, de la Ribera del Duero, Cádiz, Madrid, Málaga o Cantabria. Y entre todos, señala uno: "Este es de pago, de Albacete, algo también impensable".

La pasión por los brindis en blanco estalló hace ya un tiempo, pero la onda expansiva todavía se siente fuerte en los bares y hogares aragoneses. 

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