zaragoza

Callos y caracoles, el secreto del éxito de los 50 años del bar Moneva

El relevo de Alfredo Martínez y Gloria Cortés lo ha tomado su hijo para el que la clientela es “como parte de mi familia”.

Alfredo y Gloria, junto a su hijo, en la barra del bar Moneva.
Alfredo y Gloria, junto a su hijo, en la barra del bar Moneva.
A. Toquero

El bar Moneva es un clásico zaragozano avalado por los 50 años de trayectoria hostelera que acaba de cumplir. Abrió sus puertas el 2 de enero de 1973 en el número 36 de la calle Tomás Bretón y, desde entonces, no ha dejado de levantar la persiana cada día.

Hace ya algunos años que se jubilaron sus propietarios, Alfredo Martínez y Gloria Cortés, y el relevo lo tomó su hijo Alfredo. Está a punto de cumplir 50 años, así que como él mismo dice, “más que mi segunda casa, este bar es donde he nacido y eso marca mucho”. Alfredo probó en otros trabajos, pero finalmente se decidió por continuar con el negocio familiar. “Me gusta el contacto con los clientes, que más que amigos son parte de mi familia”, reconoce.

Para sus padres, el bar Moneva también es su hogar. Gloria fue la que decidió poner el nombre de su pueblo al local de vinos, tapas y raciones. Así nació y así sigue 50 años después. Pocas cosas han cambiado desde 1973.

Hay clientes que acuden al bar Moneva desde muchos barrios de Zaragoza.
Hay clientes que acuden al bar Moneva desde muchos barrios de Zaragoza.
A. Toquero

Las bodas de oro las van a celebrar con los clientes el próximo 25 de enero. “Queremos que venga todo el mundo –explican padre e hijo–, agradecer a la gente el cariño que nos ha brindado y pasar un rato agradable”.

Seguro que es un buen momento para repasar anécdotas. Alfredo recuerda que el oficio de camarero lo aprendió primero en el hotel Ramiro I y, luego, en el café La Maravilla, “el de más fama en Zaragoza en aquellos años 60 y 70”.

También rememora con cariño los tres años que trabajó de repartidor de HERALDO en el entorno de la calle San Vicente de Paúl, compatibilizando esta tarea con la del bar. “Por aquel entonces no se cotizaba para el seguro, hasta que después de la muerte de Franco se regularizó la situación y ya me centré en mi trabajo de camarero”, explica.

Bar Moneva.
Bar Moneva.
A. Toquero

Alfredo fue durante todo este tiempo el rostro visible, el que trataba directamente con los clientes. Sin embargo, quien de verdad se ganó el favor de la gente fue Gloria. Durante casi 50 años, hasta que se jubiló, ella estuvo al frente de los fogones diseñando el muestrario de tapas, raciones y platos combinados.

Lo de comer apenas ha cambiado y es por ello que la clientela sigue siendo muy fiel. El testigo lo han tomado las generaciones que han llegado posteriormente, que no han encontrado motivos para darse de baja de la visitas al bar Moneva.

Entre los argumentos culinarios que hoy, como ayer, siguen triunfando, hay que hablar de los callos y de los caracoles con tomate. Julia, la nuera de Gloria, es la que ha recibido el testigo en la cocina. Ella se encarga de seguir el paso a paso de las recetas. Entre los clientes no hay quejas, así que mal no lo debe estar haciendo.

Todas las elaboraciones son caseras. Por supuesto, también las albóndigas, la ensaladilla rusa y las patatas bravas. Además, madejas y torreznos encuentran acomodo en la vitrina de la barra y, los viernes, las protagonistas son las patatas asadas. Lo dicho, como hace 50 años. Para qué cambiar lo que ya funciona.

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