gastronomía

La Cuqui adapta sus dulces propuestas al gusto de los vecinos de Valdespartera

Esta pastelería ha conseguido atraer a muchos clientes de otros barrios de Zaragoza tras su apertura hace un año.

Flavia Batista, en el centro, junto a sus dos compañeras.
Flavia Batista, en el centro, junto a sus dos compañeras.
A. Toquero

En Valdespartera, prácticamente donde Zaragoza desaparece camino de Arcosur, la pastelería La Cuqui (c/ La lista de Schindler, 37) abrió sus puertas hace poco más de un año. Cuando Flavia Batista Costa viajó desde Brasil a España hace cuatro años para formarse en la prestigiosa escuela de cocina Le Cordon Bleu, no podía imaginar que terminaría en Zaragoza, pero es en esta ciudad donde su sueño de ejercer de maestra pastelera se ha hecho realidad.

En muy poco tiempo, Flavia ha demostrado que haciendo las cosas bien, lo de la ubicación es un detalle menor. “Si estuviera en el Paseo Independencia seguro que me vería más gente, pero casi me apetecía más empezar poco a poco y que funcionase el boca oído”, asegura.

Y efectivamente, eso es lo que ha sucedido, que cada vez recibe más clientes que no viven en Valdespartera. “Además, la ubicación está bien porque se puede aparcar sin problemas y como mucha gente recoge tartas y paquetes voluminosos, les resulta cómodo acercarse”.

Turrones de La Cuqui.
Turrones de La Cuqui.
A. Toquero

Flavia ha vivido este año largo como una suma de experiencias, un continuo prueba/error para ir encontrando su camino. La experiencia en Le Cordon Blue la recuerda como “un ´MasterChef`, pero sin su glamur; por la mañana conocíamos una receta y por la tarde la practicábamos, era un examen diario”.

Allí aprendió la pastelería francesa tradicional, la del rodillo de la abuela, artesanal y sin conservantes. Eso sí, la ha adaptado a la realidad que le toca vivir en Zaragoza, a los gustos de su clientela habitual, pero, en general, “cuando la gente prueba nuestros productos me dice que saben parecidos a los que hacían sus madres o abuelas”.

Ese proceso de adaptación prácticamente ha concluido. “Empecé con una carta amplia para ver lo que quería el público y ahí es donde he puesto el foco”. Las bodas también le han servido, ya que recibe muchos encargos de novios. “Es una experiencia magnífica porque es como tener 200 clientes al mismo tiempo; sentarme a hablar con las parejas me ha servido para conocer los gustos de los zaragozanos, desde los más pequeños a las personas mayores”, prosigue.

Una vistosa tarta de La Cuqui.
Una vistosa tarta de La Cuqui.
A. Toquero

De esta forma, sus tartas se han ido adaptando. Las más exitosas son la red velvet y la de zanahoria. En las dos ha cambiado algún detalle de las recetas originales. “Me di cuenta de que la presencia de cacao no terminaba de encajar en la red velvet y de que en este barrio gusta mucho el sabor a queso”. Así es como el primer ingrediente prácticamente lo eliminó y para el segundo utilizó uno cremoso de calidad.

En cuanto a la de zanahoria, “la original lleva bastantes especias, pero no utilizo tantas como en la versión americana; además, la zanahoria la pongo rallada y no triturada y a la gente le gusta mucho”. La de queso es otra de las preferidas, que Flavia ha adaptado a formatos pequeños para parejas que no tienen hijos, “que hay muchas en Valdespartera”.

Los bizcochos que hacen las delicias de algunos vecinos del barrio.
Los bizcochos que hacen las delicias de algunos vecinos del barrio.
A. Toquero

Desde el primer momento, también tenía claro que quería abrir una pastelería con un espacio para degustar sus productos y para todo tipo de público. Por ejemplo, recibe a muchas usuarias de una residencia de mayores cercana. “Les encantan los bizcochos de almendras y de yogur, y la tarta de manzana para merendar, tres clásicos que preparo todos los días”, recuerda.

Para los jóvenes ha creado una carta especial con productos como gofres con sirope de arce y frutos rojos, tostada de aguacate con humus o crepes. Y durante estas fiestas navideñas sus propuestas todavía crecen más con panettones muy lamineros, como el de dulce de leche, o su versión del turrón de chocolate con arroz inflado.

Tratar a cada cliente como si fuera el más especial del mundo y ser consciente de que lo bonito vende, sobre todo en el mundo pastelero, son argumentos que Flavia Batista Costa también tiene muy claros. Es su fórmula, que ha implantado con éxito allí donde Zaragoza prácticamente pierde el nombre. 

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