gastronomía

Méli-Mélo renace con un aire entre exótico y místico

Este popular restaurante de la calle Mayor ha reabierto tras una reforma importante, pero mantiene la esencia de sus tapas y menús.

Raquel Marcén, Luis Díez y Silvia Marcén, en el renovado comedor de Méli-Mélo.
Raquel Marcén, Luis Díez y Silvia Marcén, en el renovado comedor de Méli-Mélo.
A. Toquero

El restaurante Méli-Mélo (c/ Mayor, 45. 976 294 695) es un referente del Casco Histórico y, especialmente, del entorno del barrio de la Magdalena. Hace 17 años supuso un soplo de aire fresco para la zona y contribuyó a que muchos zaragozanos la descubrieran.

Desde entonces, sus socios, las hermanas Raquel y Silvia Marcén, y Ángel Díez, le han cambiado varias veces el vestido al local, “pero la percha sigue siendo la misma”. Es la figura que les gusta utilizar para representar la idea de que la decoración y el interiorismo pueden modificarse, pero la esencia de la cocina no.

Eso precisamente es lo que ha sucedido esta semana. Después de dos meses cerrado, el nuevo Méli-Mélo volvió a abrir sus puertas el jueves con una fiesta por todo lo alto. Se dieron cita concejales del Ayuntamiento de Zaragoza, representantes de entidades como Horeca o la asociación de maîtres, y muchos compañeros hosteleros, además de familiares y amigos.

La barra de tapas del restaurante se mantiene como antes.
La barra de tapas del restaurante se mantiene como antes.
A. Toquero

Este restaurante no es muy grande –sobre todo la zona de la entrada es bastante estrecha–, así que resultó difícil hacerse un hueco entre tanta gente. Eso sí, la generosa terraza supuso un importante desahogo. Lo fue en este acto inaugural y lo es a diario a la hora de hacer frente a los distintos servicios.

El lavado de cara ha sido muy importante. Raquel comenta que “tocaba haberlo hecho hace un par de años, pero la pandemia lo paralizó todo, así que arrancamos este nuevo tiempo con un proyecto muy ilusionante”.

El diseñador Jesús Aznar se ha encargado de la nueva estética del local, que en algunos detalles recuerda a la del Méli del Tubo. Se mantienen los tonos rosáceos que tanto caracterizan a este establecimiento y ha adquirido un aire entre exótico y místico muy actual.

Silvia Marcén, Luis Díez y Raquel Marcén se rodearon de buenos amigos.
Silvia Marcén, Luis Díez y Raquel Marcén se rodearon de buenos amigos.
A. Toquero

El mobiliario del comedor ha cambiado completamente y, al final, la sensación en el interior es la de sitio “muy acogedor” donde apetece estar y pasar una buena sobremesa. En lo culinario apenas hay novedades. A la entrada, en la barra, el concepto de tapas diferentes y desenfadadas, se mantiene. Además, se continúa con la idea de verlas en las vitrinas y de que salgan emplatadas.

El Méli-Mélo ha participado en tantos concursos de tapas, ganando unos cuantos, que su carta es todo un referente alrededor de estos bocados. En ella continúan algunas premiadas o muy bien valoradas, como la patata asada rellena de ternasco, la hamburguesa de rape y gambas con cebolla caramelizada o la butifarra de setas con borraja y alioli de moscatel gratinado.

Estos son tres de sus grandes clásicos, pero hay muchos más. Para los más atrevidos, ahí están las ancas de rana o la curiosa presentación del trinxat de patata, col y bacón con huevo mollet y crujiente de torrezno.

Durante la inauguración hubo un buen muestrario de estas y otras tapas. Por supuesto, no faltó un cortador de jamón dando buena cuenta de un pernil. Entre la clientela, la sensación que quedó es la de que el Méli-Mélo ha hecho un cambio para unos cuantos años. Se ha ganado en elegancia y la calle Mayor y su entorno a buen seguro que lo van a agradecer por el imán que tiene este establecimiento a la hora de atraer clientes.

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