gastronomía

Una cachopería clandestina para animar la hostelería zaragozana

Alcachopo recrea el ambiente de la mafia y la ley seca de los años 20 alrededor de un anticuario que da entrada al restaurante.

Los socios de Alcachopo han recreado el ambiente de la mafia de los años 20.
Los socios de Alcachopo han recreado el ambiente de la mafia de los años 20.
A. Toquero

Una cachopería clandestina. Este es el último proyecto del grupo hostelero Laminero en el que se integran los restaurantes No lo veo y La Quebradora, además de la pizzería Monkeys. A estos tres se ha sumado desde el jueves Alcachopo (c/ Andrés Piquer, 8), un establecimiento ambientado en los años 20, los de mayor protagonismo de la mafia y los gánsteres, en un momento en que la ley seca propició la apertura de locales clandestinos.

De hecho, en la invitación se reseñaba literalmente que se iba a inaugurar ´Antigüedades Alcachopo. La belleza está en el interior`. Y esto, precisamente, es lo que uno se encuentra al llegar a la puerta, un maravilloso anticuario que da absolutamente el pego.

La entrada al restaurante es por la estantería de un anticuario.
La entrada al restaurante es por la estantería de un anticuario.
A. Toquero

Para entrar al restaurante, una de las estanterías se desplaza hacia un lateral mostrando lo que realmente es: la puerta de acceso. Los cinco socios del grupo laminero, Emilio Gomáriz, Diego Marcos, Aldo Sorrosal, Luis Martín y Antonio Ruiz, son los responsables de este proyecto en el que “no solo importa lo que comes, sino también el ambiente en el que te sumerges”, comenta Diego.

Él y Aldo están muy vinculados al 'escape room' en Zaragoza, así que ellos han sido los que más han aportado en el diseño de Alcachopo. “Hemos creado un restaurante en el que queremos que la gente viva una experiencia, que se traslade a la época de Al Capone, de las timbas clandestinas y la prohibición de beber alcohol en los locales”, explica Emilio Gomáriz.

De esta forma, entre los espacios singulares se puede reservar una mesa de póker y, a modo de reservados, hay tres celdas para cuatro personas como máximo. Los barrotes separan a estos comensales del resto de la sala y sus promotores están convencidos que “van a ser los más demandados”.

Hay tres reservados que son como pequeñas celdas.
Hay tres reservados que son como pequeñas celdas.
A. Toquero

El local no es muy grande. Tiene capacidad para alrededor de 50 personas, ya que “el objetivo es ofrecer una atención muy personalizada”. Los camareros van vestidos con uniformidad de los años 20 y la idea es que tengan mucho protagonismo en la sala, que ellos también formen parte del relato.

Pero claro, en Alcachopo, al final, de lo que se trata es de ir a comer o cenar. Como asesor gastronómico ha ejercido el cocinero Eduardo Comín, que, por supuesto, también se ha tenido que empapar de la singularidad de este restaurante.

Los arroces a la llauna tienen mucho protagonismo
Los arroces a la llauna tienen mucho protagonismo
A. Toquero

Los cachopos tienen una gran presencia en la carta, pero no acaparan todo el protagonismo. “Hay doce –comenta Eduardo–, vinculados a las mafias de distintas partes del mundo, desde Estados Unidos e Italia, a Francia o la India”. El cachopo de este último país, por ejemplo, es de pollo macerado en tikka masala con presencia de curry y una salsa especiada de yogur.

Un cocinero, rallando trufa negra en uno de los cachopos.
Un cocinero, rallando trufa negra en uno de los cachopos.
A. Toquero

También se pueden degustar los denominados Antonio´s, que son como filetes empanados que en función de los comensales pueden llegar a medir 80 centímetros y van coronados con huevos a baja temperatura.

Entre los entrantes, resulta muy visual la presencia de los tendedores. En ellos se presentan a la mesa salazones del mar y curados de la tierra sujetos con pinzas de madera. Por último, hay una pequeña carta de arroces a la llauna. “Es como los preparan en Alicante, con una capa fina, muy jugosos por dentro y tostados por fuera”, explica Eduardo Comín.

Lo dicho, Alcachopo es un proyecto singular y muy innovador, cuyos protagonistas tienen ganas de demostrar que alrededor de la hostelería se pueden proponer muchas cosas diferentes.

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