Hace unos días, descorché una de esas botellas que uno guarda durante más o menos tiempo con expectación en la bodega. Era un Prados Colección Garnacha de la añada 2015, que obtuvo una medalla de oro en la edición de Garnachas del Mundo de 2017. Lo caté en el concurso y también una o dos veces más posteriormente, dejándome siempre ese recuerdo sensual y elegante que acompaña el posgusto de las mejores garnachas aragonesas.

Y, pasados unos años, dos en este caso, esperas que estos vinos con estructura y fundamento tengan una evolución acorde con sus cualidades. Y, efectivamente, el envejecimiento en la botella había sentado de maravilla a este vino, caracterizado por sus tonos de frutas rojas sobre notas minerales y de regaliz, además de otras de vainilla y café que le aporta su crianza en barricas de roble durante casi un año, donde también hace la fermentación maloláctica.

El resultado final de Prados Colección Garnacha es el que se espera obtener después de un proceso de elaboración en el que, además de la sabiduría, el mimo y el cariño cuentan mucho. Lo elaboran en la Bodega Pagos del Moncayo, ubicada en Vera de Moncayo y adscrita a la Denominación de Origen Campo de Borja. La vendimia se hace de forma manual y se transporta la uva a bodega en pequeñas cajas de 20 kilos para mantenerla en óptimas condiciones. Y, una vez inicia la fermentación, se realiza un pisado de las uvas para extraerles todo su potencial.

Para disfrutarlo, se recomienda tomarlo a unos 14º centígrados, como acompañamiento de carnes con salsa de frutos rojos, estofados y pastas con salsa de tomate. Yo lo tomé con carne a la barbacoa y estaba excelente. Tiene un grado alcohólico del 14,5%. Su precio recomendado está alrededor de 12 euros.